domingo, 16 de septiembre de 2012

Bye, bye, Summer of 20...

Al final te vas, otra vez. Cada año te odio menos y cada año alterno eso de querer que llegue Septiembre. Este año le he pedido que desapareciera del calendario, pero me ignoró.
Y mira, llega el momento de sentarme (o tumbarme) y pensar, pero de pensar seriamente. Desde el primer momento supe que no ibas a ser fácil, que no ibas a ser divertido, y vuelves a traerme todo eso que añoro en pequeñas dosis. Sabes que luego esa es la manera en la que el mal sabor de boca se recuerda más amargo, al menos yo.
Me han faltado dos de las personas que más quiero en el mundo. De la noche a la mañana nuestras vidas han pegado un rumbo inesperado. Yo quería reencuentros y en verdad sólo he encontrado distanciamientos. Por un lado, la cara más egoísta y por otro la felicidad de una personilla.
Pero si no hay mal que por bien no venga, lo cierto es que he estado con dos personas que han hecho de ti muy buenos momentos. En realidad tres, pero más bien son dos. Ese lazo que el año pasado se aflojó tanto hasta casi deshacerse, se ha hecho 40 mil nudos marineros encima. Y me alegro. 
Por fin he descubierto cómo es ella, la veo libre y feliz. Contigo (mi amada esposa, jajaja) la cosa se ha hecho más fuerte. Ese cariño especial que he tenido siempre por una y por otra ha estado presente todos los días. Y gracias por las risas, por las salidas, por aguantarme aunque estéis muertas de hambre un día de Extremadura.

A veces piensas que las cosas cambiarán por fin a mejor y al final lo único que se me ocurre es que esas cosas son sólo realidades de las películas. ¿Qué cabe esperar de ciertas personas? Simplemente me has demostrado, una vez más, que cuando hay tiempo no se aprovecha, y que a las prisas y los corriendos se dicen muchas tonterías, muchas babosadas que te hacen una foto perfecta del momento. ¡Anda ya! Dulce mentira, diría un poeta, ¿no? O dárselas con queso al ratón. Pero los ratones ahora son gatos y a veces sabuesos, así que no necesitamos leer para interpretar.
Me hace gracia que siempre caigo una y otra vez, que lo quiero intentar y que hasta parece que ponéis de vuestra parte. Me parece mentira que ciertos personajes hayan pasado a ser "amigos" cuando no son más que monigotes que imitan a los espantapájaros. La excusa es que ya no vivimos,  ya no nos vemos tanto. La verdad es que sólo miráis para vuestros putos ombligos. Las sonrisas regaladas a diestro y siniestro son fotocopias baratas.

Y qué más, qué más, qué más...
Esas cosas que nunca cambian y que ya sólo pueden ir a peor. Me llevo mucha mierda y muchas cosas malas, pero sigo apreciando esos pequeños buenos momentos junto a unas 5 o 6 personas. Las cosas que jamás pensé que pasaran me han hecho cambiar y ver las cosas de otra forma. Tengo más miedos e inseguridades, más pensamientos que me martirizan, pero de alguna manera creo que son la llave a la persona que seré en un futuro lejano o más cercano de lo que yo crea.
Nunca, jamás en mi vida, y es lo mejor que me ha pasado en estos últimos tres meses, he tenido tantas ganas de cambiar. Borrar de un plumazo esta imagen, hacer cualquier tipo de locura, cualquier movida de estas radicales tipo película. Me encantaría, me habría encantado. Pero... ¡ay, amor! El físico lo es todo! =)

Así que... no tengo ganas de irme. Echo mucho de menos una cosa que se llama seguridad, el único lugar que me la ha proporcionado en toda mi vida, salvo aquel pequeño lugar (no tan pequeño) que se llama Oxford. Quiero estar todos y cada uno de los segundos que pueda con la única bola de peluche que me queda, porque no sé cuándo decidirá su reloj que ha llegado la hora. Y quiero empaparme de los últimos años de 4 personas a las que realmente quiero y a las que a penas conozco.
No quiero ir a un lugar donde el norte parece afectar al cerebro. Un lugar donde la gente es estúpida como ella sola, donde mirar por encima del hombro es el gesto común, donde tropezar y pedir perdón es encontrarte con una mirada sucia que te escupe. Pues quedaros con vuestros desprecios baratos. La distinción y el señoritismo no los dan abrigos de pieles, so salvajes. Asco, es lo que dais. Y no quiero sentirme atrapada en una ciudad con semejante ganado. Sí, paleta sureña (del oeste, eh?).
No quiero volver porque, desde el día en que supe que podía irme, hace un año y unos tres meses, supe que jamás, ya nunca jamás, éste volvería a ser mi hogar. Y ando y vago en ese puto camino de 5 horas autobuseras, hasta que Dios quiera que eche raíces, si es que lo hago, en algún otro momento de mi vida.

Y bueno, Señor Verano, que ahí te quedas, que ya te vas largando. Sólo queda una semana y ya tengo boqueras, meínas, ataques de histeria, insomnio, picores... Pero ¡bah! Pienso extender esta semana tooodo lo que pueda, hasta que vuelva a verte, pequeño suspiro anual. 
Te echaré de menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario