jueves, 26 de noviembre de 2015

Oh, let me throw my love

Poco a poco vas perdiendo la fuerza, el control. Entonces no notas el peso montaña arriba, sino que desciendes. Y quieres agarrarte a cualquier cosa que te impida caer, que te detenga, pero ya es demasiado tarde. 

Hace mucho que no siento eso. Y siempre que acaba, me pregunto cuándo y con quién volverá a suceder. Me pone de los nervios no saber, no tener ni idea de en quién me fijaré la próxima vez, cómo será, cómo saldré de nuevo de otro agujero. 

Son agujeros, sí, porque son trincheras donde me empeño en hacer que crezca algo, allí donde jamás llegará la luz del sol. Sin luz no pueden crecer. Con sal acabando muriéndose. Y es una batalla en la que la arena cae para tapar esa tumba que quiso ser cuna.. 

No culpo a nadie. No espero nada realmente. Es sólo que en ciertos momentos, a veces más a menudo de lo que me gustaría, echo en falta lo que para otros es tan fácil tener. Y si es tan fácil tener, ¿cómo es que siempre me sale mal la historia? 
Siempre doy en el clavo equivocado. Todo es demasiado para mí. Demasiado grande, demasiado difícil, demasiado imposible. 

Y en verdad me encanta ilusionarme, fantasear con que algún día pudiera ser. Y me meto debajo de las sábanas a soñar que algún día tendré un sol; segura de que jamás, nunca jamás, podré darle a alguien lo que yo necesito; porque sé que no puedo ni podré darlo, porque no lo tengo. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Globo

Y juraría que en lugar de flotar, cada día busco irme más al fondo. En vez de tener instinto de supervivencia, necesito tirarme al vacío cada dos por tres. Tampoco creo que mi pregunta de "¿Por qué yo, por qué a mí?" sea un victimismo, teniendo en cuenta que puedo reconocer que es como un impulso natural mío. 

¿Qué es lo que constantemente echo de menos? ¿Qué es lo que no dejo de pensar que quiero? ¿Qué es lo que me gustaría que sucediera? ¿Qué es...? Blablablabla. 

Convivo con estas preguntas a diario, y lo que más me gustaría es dejar de escucharlas en mi cabeza. Lo único que de verdad necesito, a lo que más aspiro es sentir paz. Sentir que no tengo nada más que hacer, que no tengo esperar, no pensar si he hecho lo suficiente, si he esperado lo suficiente. Si merezco o dejo de merecer. No tener prisa, no tener tiempo. No aspirar ni optar, no tener que elegir. En cierto modo: ser automática. 

Por regla general me quedo corta para todo. Por regla general, me excedo en todo lo que no debo excederme. Y no sé ser de otra forma, y no estoy segura de querer ser de otra forma. Como si ya supiera que los defectos de fábrica no tienen vuelta de hoja, aunque la gente intente convencerme torpemente de que no, de que venga, que sí, que ya veré. 

Lo único que acabo buscando a diario es algo que me entretenga. Algo que me impida pensar. Algo que me haga reír. Es como cuando salgo a la calle y me dan esas estúpidas ganas de no volver a casa. La necesidad de seguir, seguir fuera, no hacer lo de siempre. Y otros días lo que quiero es prolongar indefinidamente el mismo estado. 

De entre todas las cosas que me frustran, me frustra estar así en el presente, no haberlo solucionado ya (otra cosa, que no es ésto de lo que estaba hablando). Y lo segundo que no puedo dejar de pensar es: Cuando lo tenía todo, no era suficiente. Seguía ahogándome, incapaz de ver. ¿Por qué? Seguía igual de vacía, igual de perdida y nunca, nunca nada era suficiente. No quiero seguir sintiendo eso, ni como estoy ahora, ni como podría ser en un futuro. 

jueves, 12 de noviembre de 2015

So "Give me novocaine"

Tirar la piedra y abrirle la cabeza sin importarme a quién. Decidir al aire. Cagarla. Sudármela brutalmente, como decía. Y no, no lo he podido evitar. No he podido evitar hacer lo que me diese la real y bendita gana, porque se me ha adormecido tantísimo mi única media neurona en este tiempo, que es que me da igual. 

Nunca he querido que pasara el tiempo, por miedo, por más miedo. Y aunque siga teniendo miedo, ahora quiero que pase, y que pase lo que tenga que pasar (dentro de unos límites, claro, que ya soy grandecita para que se me vaya la neura del todo). 
Pero dejando que se me vaya un poco la neura, lanzarme al vacío en medio del momento y decir: "Hostia, piensa, piensa, ¿cómo la vas a hacer?" y las palabras "N I   P U T A  I D E A" grabadas a fuego detrás de mi retina. Sólo pensé "Dentro de un rato estaré en casa, durmiendo". Sí, durmiendo. 

Y en realidad estaba dormida, completamente empanadísima, haciendo el gilipollas, nerviosa, pasándolo mal, pero en ese trance extraño que me entra a veces como si yo fuera otra persona. No sé qué trastorno de la personalidad será. Se me iba la cabeza a otra parte. Recordar me era imposible. Como esa voz de fondo que te llama por las mañanas cuando eres pequeña para que te levantes, y no haces ni caso. 

Claro que me siento culpable por ser tan soberanamente gilipollas, pero otra parte de mí reniega tanto, tantísimo de este inmenso rollo inacabable, que necesito salirme por el derrotero que sea. Censura interior, sí. Si fuera otra cosa... 

Pero no voy a hacerme la loca, la artista guay, el movimiento talentoso que está despertándose ahora mismo en todas partes en plan "yo también sé hacer algo", y soltar la típica frase de "Improvisar". ¿Cómo se improvisa la vida? Atotototo. En fin, lo único que se me ocurre es que me paso las circunstancias por el arco del triunfo. No tengo por qué estar a merced, contra las cuerdas, de algo que me pudre y me lleva años pudriendo.