miércoles, 30 de mayo de 2012

30 de Mayo

Hoy iba a ser uno de esos días que terminan nada más empezar. Días en los que llegas por la mañana y dices ¡se acabó! Y el mundo se para cuando desapareces bajo las sábanas. Pero no, me equivocaba, como siempre, como con cada una de las cosas que pienso, hago y digo. Aunque no lo cambio por nada porque me encantan esas risas fáciles, esos buenos momentos, con gente que aún es completamente un mundo nuevo para mí y a la vez esa facilidad que parece venir de toda la vida.
Luego está esa piedra, ese momento en el que todo te da vueltas, te caes, te pierdes y no sabes a dónde acudir. Y te pones a llorar como una cría porque realmente estás rota por dentro, todavía estás en esos días en que es tan fácil que la cuerda se rompa. A ratos se me olvida, me ataca durante horas o algunos minutos, y luego se va, pero acaba volviendo. Entonces todas tus inseguridades quieren salir a la vez, por la misma puerta, te colapsan los sentidos, las ganas, el sentido común y acabas volviéndote loca tirada en un rincón.

No es fácil. Nada fácil. Y me pregunto por qué, por qué tengo que hacerlo todo más difícil, porque no sé coger el camino fácil de todo este sistema. Pegar el tirón de todos los cables y poder separarlos uno a uno, pero es que ya no hay tiempo, todo cambia muy deprisa y yo estoy de nuevo al fondo de la cola. A veces me acuerdo de algo que no es muy positivo, pero sí me da esa huella para que siga el camino: cuando estás al final de la lista, contra el suelo, ya no puedes bajar más. Y ahora necesito llegar hasta abajo, pero no encuentro el modo de liberarme de estas locuras, porque no quiero si puedo evitarlo, porque quiero ser fuerte y poder hacerlo todo sola. Como cualquier otra persona es capaz de hacer.
¿Sabes qué? Empiezo a odiar todos los números pares...

sábado, 26 de mayo de 2012

Cucucú

Cuando se rompe el misterio, la magia, el momento. Cuando te coge de sorpresa la cosa más pequeña. Tropezar siempre con las mismas piedras, con la esperanza y la promesa de un "No volveré a hacerlo", que se pierde en el tiempo, como si cada vez fuera la primera. El enigma de cada curva, de cada mañana, de cada luna, que te alcanza, te sobrecoge y finalmente se aleja. La metáfora de flores que se marchitan, días fumados y consumidos sin que te des cuenta.
Nunca veo el vaso medio lleno, y las agujas de un reloj me suenan muy lejos si marcan menos 25, en lugar de y media. Las noches son más cortas y bonitas que los eternos días soleados de verano. Correr, correr y correr para que las oportunidades se marchen por donde vinieron y ya no encontrar refugio entre las sábanas arrugadas.
Saber que un recuerdo tiene fecha de caducidad, ya sea o no un beso, el último, ninguno de verdad. En realidad no importa, si se trata de seguir caminando, tropezando, perdiendo el norte. A veces me pregunto si alguna vez lo tuve. Me encantan las tormentas pero llega un momento en que te cansas de ellas.
Odio que me roben el sol, que me roben la sonrisa y que sean las cosas más pequeñas y sencillas las que me ganen todas las partidas. Que no me importa calarme hasta los huesos, congelarme en cualquier esquina, que la verdad me derribe pero me mata que me vendan mentiras.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Blablablá II

Tengo un agujero en el estómago como hace tiempo que no tenía, y lo siento como hace siglos que no me pasaba. Un vacío del que desconozco los límites, demasiadas cosas en muy poco tiempo, y digamos que puedo calcular más o menos cuánto durará esta fase, por si llega una segunda, por eso no le pongo un final.
Tengo ganas de cerrar los ojos y recordar todo, todo, todo, como fue en realidad; volver atrás, no decir ni una palabra y que cuando lo esté mirando con la cara de gilipollas mirando las estrellitas, rebobinar la cinta y grabar encima.
Quiero enterrarme en la cama aunque sea por un día y creerme de verdad que es la solución. Que cuando salga todo esté ya bastante lejos de mí, o perder la consciencia durante todo este tiempo y que cuando despierte todo haya pasado, como si actuara mecánicamente.
No tengo ganas de dar ni un paso adelante, no me apetece. No quiero jugar a este juego asqueroso de reglas cada vez más imbéciles. Ya me he cansado de tener que ajustarme a prototipos, catálogos y márgenes. No he venido a este mundo en este tiempo para que me cuenten mentiras sobre el amor y la libertad y que a la hora de la verdad me den con un palo en la frente. Prefiero la crudeza de las cosas, aunque me deshidrate llorando.
No quiero más tonterías de "¡Puedes lograr todo lo que te propongas! ¡Puedes hacer lo que quieras con tu vida!", cuando no son más que mentiras de un mundo cada vez más limitado, ajustado, competitivo, rápido y embustero. Por mí que le prendan fuego.
Quiero salirme de ese círculo vicioso, que no me ahoguen, que no me presionen, que no me opriman e intenten comprarme con cuentos chinos de mundos y fantasías de color rosita. Prefiero caerme y tocar fondo, y levantarme de la manera que sea y cuándo tenga que ser, aunque me vuelva a dar con la cara en el suelo. No quiero palabras sobadas, manipuladas y baboseadas por todos los desgraciados que venden ideales. No, a mí me la sopla este tipo de sistemas de mierda.

martes, 22 de mayo de 2012

Blablablá I


Y solamente cerrar los ojos para estar en otro lugar… Pero eso ya no funciona. Mejor dejar las cosas donde están y borrar esas intenciones que pretenden escaparse de mí, que quieren hacerse realidad. Mejor no pintarles más horizontes, ni si quiera en la fantasía, para que no alimenten más esperanzas tempranas o tardías.
Ojalá pudiera barrer todos mis pasos desde entonces. Habría escogido otro camino, eso seguro, y ahora no tendría que soplar y esperar a que la herida me deje de escocer, que empiece a cerrarse por enésima vez, hasta que alguien más la abra. El problema es que yo misma soy quien finalmente arranca las postillas. Y si tuviera una buena aguja y un buen hilo, la cerraría para siempre, igual que cerraría los ojos, para no verte nunca más. Me ahorraría todas esas palabras, te ahorraría todas esas molestias, ese acorralamiento, ese no saber qué decir…
Tirar a la mierda ése qué mal me siento, arrancarme de una vez todos esos pensamientos que se creen una máscara perfecta, como si no hubiera nadie que realmente supiera lo que pasa. Y me cosería la boca, los ojos y esta forma de pensar, para no tener que recordarte ni un solo día más. ¿Por qué? Porque no sirve de nada, porque es echar más leña al fuego, más sal en carne viva. Porque jamás te merecería como realmente tú te mereces a alguien. Porque jamás te podría dar lo que realmente necesitas, para lo que de verdad estás hecho. Porque soy la personificación de millones de errores y no hago otra cosa que confundirme a diario, otra cosa sino que tropezar y no quisiera arrastrar a nadie conmigo.
Siento mucho y tanto que las palabras ya no me sirvan ni para explicarme, porque ahora sí sé que de verdad me estoy ahogando, una y otra vez, pero algo tira de mí para que saque la cabeza, para que con la media luna te mire y te diga con los ojos lo que la emoción embarga hasta silenciar los gritos de mi pensamiento. 

lunes, 14 de mayo de 2012

Sí, sí, esto es para ti, sonrisa perfecta ^^


Ven, apaga la luz. No necesito verte llorar para decirte que estoy a tu lado. Ven y acuéstate conmigo, probablemente un abrazo no arregle el mundo pero, es lo mejor que puedo darte en un momento así. ¡Ah! Y un beso en la frente, si quieres. No hacen falta palabras si lo único que buscas es un poco de tranquilidad, y ojalá sea la persona adecuada, aunque quieras estar solo. Y si no, no me importa, tampoco pienso soltarte, a no ser que te vayas tú mismo.
Venga, cierra los ojos e imagínate un campo verde, verde, verde… Pero sin bichos, ¡eh! No va a venir ninguna princesa montada a caballo, si acaso un duende o un leprechaun, que te tirará brillantina porque ya no tienen magia pero, a lo mejor escuchándote o con palabras puede ofrecerte algo que sin duda una varita mágica haría mucho mejor. Y lo único que pretenderá será que sonrías, aunque sea una pequeñita y tímida, pero de verdad, la que te permitan los ánimos. Y si no funciona… ¿sabes que hay tres tipos de respiración?
Soy torpe en eso de aconsejar, de la empatía y todos esos rollos pero no te imaginas cuántas ganas tengo de abrazarte, de apretarte hasta cortarte la respiración y que me digas ¡BRUTA! Pero que sepas que todo lo que quiero es quitarte, aunque sea, un miligramo de todo ese dolor.
Sonrisa perfecta… ¿a qué esperas para iluminar de nuevo tu cara con ella? Olvida la montaña rusa, olvida lo oscuro que te persigue. Yo en sueños le he ganado a la niña del exorcista en un cuerpo a cuerpo, ¿cómo no vas a vencer tú todos tus miedos? No se trata de olvidar, sino de que el pasado no te gane ni un pulso más. Y menos a ti, libertad, poesía y sonrisa en estado puro.
¡Ah! Y porque sé que te sobran princesas y hadas que te quieren, te adoran y te encantan, quiero que sepas que también tienes a una rata, duende, búho, loba, conejo a tu entera disposición las 24 horas del día, que de todo eso me he disfrazado, como hace Nietzsche en esos putos libros suyos que no entiendo, pero que hay siempre debajo una misma persona. 

lunes, 7 de mayo de 2012

Maníaco-imposible


No puedo levantarme con otro pie que no sea el derecho y decir en voz alta: Hoy será un buen día (aunque luego sea una puta mierda). Soy de ésas que nada más levantarse tiene que salir corriendo a la ducha. No puedo vivir sin un café antes de cualquier otro líquido o sólido, aunque cinco minutos después siga igual de zombie. No puedo ir con el pelo sin lavar más de dos días, aunque lo tenga limpio, tiene que pasar por el lavado, secado, planchado, replanchado y quizá listo. Cuando me visto no salgo aunque tarde mil años hasta que no me siento a gusto con lo que llevo. Y por supuesto, no puedo salir sin ir al baño unas mil veces, a mirarme, a lavarme las manos 50 veces, a tocarme el pelo…
No puedo vivir sin cambiarme dos veces como mínimo de bragas al día. Si me quitaran la Coca-cola podría morirme de la depresión. Jamás podré negarme un antojo porque ninguna otra comida me saciará hasta que no coma lo que me apetece. No puedo evitar las ganas de vomitar ante ciertos olores, ciertos tipos de chocolate o fresa (lo cual no quiere decir que no me encanten). Odio el chocolate blanco, las cosas empalagosas, el caramelo líquido (salvo que sea con un flan), el cordero, la sopa o los garbanzos con tres litros de grasa y tocino por centímetro cúbico. No puedo con la cerveza, no me gusta para nada. La leche me da arcadas. El wishkey me sabe a queso. El ron ya es sólo tolerable con piruletas. No podría vivir sin comer pasta, jamón, ensaladas, melón, sandía, cerezas, fresas y mangos.
No puedo salir de casa sin 400 paquetes de pañuelos. Necesito tener constantemente chicles en la boca. No soporto el aliento de la gente, no quiero que nadie soporte el mío. No soporto quedarme sin batería en el mp3 porque no me aguanto tanto tiempo pensando si voy sola por la calle o de viaje. Odio esperar aunque soy la tardanza en persona. Tengo una especie de conexión cronológica para perder los autobuses a la misma hora siempre. Me encanta comprar cosas aunque luego sienta vacío, no porque no me llenen sino por pena de gastar el dinero o por querer más y más. Odio salir sin dinero a la calle, realmente no haces nada sin él y te puede poner en algún compromiso.
No me entra en la cabeza que si pisas a alguien no pidas perdón o no te contesten. No soy miss simpatía ni miss diversión pero no puedo con la gente que no saluda en un lugar cerrado, que no te cedan el paso o cuando en un bar o fiesta la gente esté como en un velatorio. Odio la gente que te mira inquisitivamente a los ojos cuando le estás hablando. Odio a la gente que te corta cuando estás diciendo algo porque lo suyo es, sin duda, mucho más “interesante”. Aborrezco a esa gente que siente que todos lo/a miran, a la gente que cree que todos los seres humanos se enamoran a su paso, que se ponen cualidades que yo no veo por ningún lado. Igualmente no trago a los que no paran de hablar de sí mismos (como yo ahora, cosa que me hace sentir hipócrita, egocéntrica y me cansa), que todo lo que hacen los demás ellos ya lo han hecho antes y mucho mejor. Esa gente que dice “yo no me fijo en…” y te cuentan con pelos y señales la vida de los primeros homínidos.
No soporto los celos y las posesiones. No entiendo la envidia entre amigos. No me entra en la cabeza que alguien pueda llegar a tirarse de los pelos por un tío. Soy incapaz de asimilar que la gente cambie de la noche a la mañana sin aparente explicación. Odio a los que van de sabelotodo, que te cortan la conversación o el buen rollo sin venir a cuento. Odio enfadarme con gente que realmente me importa porque me hacen sentir como una puta mierda, porque hacen algo que no me gusta y que a los cinco segundos se me pase el enfado. Odio que nadie vea que yo también quiero y necesito, que nadie toque esa cabeza que sin duda necesita que la miren a los ojos y traten de entenderla.
Claro que odio muchas cosas, y esas cosas que odio son precisamente las que hacen que sepa qué es lo que no quiero, aunque a estas alturas de la vida no sepa todavía qué quiero hacer con mi futuro. No me entra en la cabeza que con 17-25 años o los que sea uno ya pueda o decida qué va a hacer con el resto de su vida, por eso aún no estoy cómoda, ni con la edad, ni con el sitio, ni las circunstancias. Y sé que hay que andar para poder tener experiencia, pero no sé cómo ponerme en marcha para no quedarme mucho tiempo más atrás. También odio que me hablen de independencia, de juventud, de disfrutar y tanto blablablá cuando en realidad esto es una puta fábrica tipo criar bichos para mandarlos luego al matadero. Y yo no quiero que planifiquen mi vida los demás, por muy perdida y flipada que esté. 

miércoles, 2 de mayo de 2012

Por si acaso se me olvida alguna vez...

Y el mundo no es más que una bolita azul más en el espacio. La perfección es un ideal inalcanzable para muchos, inexistente para otros y seguramente habrá quien la conozca en carne y hueso, en estructuras de hierro y vigas de madera, en sentimientos, en historias... La felicidad es un estado, un sentimiento, una cualidad, un carácter y sabe Dios cuántas cosas más, eterna o efímera, que alguna vez aunque quizá no todos, hayamos tocado, sentido, vivido, olido, oído, deseado, pensado, anhelado...
Pero hay gente que vive de cara a una galería, haciendo pensar a conocidos y desconocidos cosas que no son, aunque ver qué hay detrás de ese cristal, de esa cortina, de ese muro, es cuanto menos difícil si no imposible. Y a veces se me olvida que nadie lo sabe todo, que nadie es perfecto y que la felicidad no es ni mucho menos eterna. Claro que no voy a descubrir América, ni alcanzaré la perfección al estilo griego, pero no quiero morirme en vida, porque yo SÍ quiero y tengo que descubrir el MUNDO, porque cada día es nuevo para mí, igual que para cualquiera. Claro que no soy ni seré PERFECTA, pero sí creo en ella para poder llegar a ser mejor persona y, por supuesto, quiero vivir buscando esa FELICIDAD y esperándola en cada esquina, porque sé de sobra que es un breve lapso de tiempo y que realmente sólo se es consciente de haber sido feliz, después de haber pasado el tiempo.
Así que el mundo seguirá siendo esa bolita azul inmensa y maravillosa que quiero descubrir y conocer, en la medida en que pueda, día a día, mientras la vida me lo permita. La perfección siempre será un ideal con el que seguiré soñando y tratando de hacer realidad, y sé que la felicidad será ese sol que aunque no brille eternamente, alguna vez me habrá alumbrado.