jueves, 31 de julio de 2014

EIPΩNEIA

¿Sabes qué es realmente la luna creciente? Una sonrisa irónica. Un traspiés. El mundo al revés. Dar vueltas sobre uno mismo y caer y reír; olvidar que el dolor no hace más fuerte; olvidar que la vida no nos pertenece. Es equivocarse y rendirse a la locura, a la irritabilidad, a la descomposición o a la euforia. Exaltación de los sentidos, de toda la sensibilidad. Es tratar de romper el hilo que te une a las cosas. Así es como lo vivo, como la demencia que precede a la luz, al ponerse de pie para iniciar la búsqueda.

¿Qué son las otras lunas? La luna menguante es simplemente el fin. Todo lo acorta, todo lo despide. La luna nueva es la pérdida de la noción, de cualquier rumbo. Es estar vagando a cualquier hora, a cualquier ritmo, en cualquier lugar. A ciegas, a gatas, a trazos, a nados, a vuelos. Tanteando el terreno, sin saber muy bien qué hallas en el camino. Quizá sólo entonces la intuición puede realmente salvarlo a uno. Y la luna llena es la luz, el momento decisivo en el que se encuentra, se empieza, se llora, se equilibra, se recompone, se retoma aquello que se ha dejado, se lucha, se rinde, se implora... Es la única certeza de que la locura no nos posee del todo, y que aún hay una parte que se resiste, que necesita seguir esperando. Eso, es maldita esperanza en sí misma. 

Pero hoy sólo sé que esa sonrisa irónica puede herirme aunque me esté haciendo reír. Que pretende engañarme, cuando sé muy bien que su encanto es sólo falsa apariencia, metáfora perfumada. ¿Y sabes por qué? Porque he aprendido sus pasos, aunque no siga su baile.  Ya no puede retenerme por completo, por mucho que sumerja los sentidos en ella. Se trata de ir más allá y entonces peso demasiado como para avanzar, pero también como para cerrar los ojos y dejarme llevar. Es imposible creer que algo pueda durar "para siempre", pero se acentúan los NUNCA JAMÁS exentos de cualquier posibilidad.

martes, 29 de julio de 2014

Apologies (26 de julio de 2008)

Este cuento narra el final de una historia, la historia de Apologies. Apologies vivía en un hermoso reino típico de un cuento de hadas. Dreamland, perdido entre las montañas, en un hermoso valle, junto a un río, con preciosas praderas y bosques verdes, con adorables habitantes y animalitos. Pero también había algo malo, eso era Apologies.

-¿Por qué yo?- Interviene Apologies.

-Porque así lo ha querido quien escribió la historia.- Cuchichea el/la narrador/a- Y ahora, ¡¡cállate!!

Bien, sigamos. Apologies había sido una hermosa criatura (no se sabe muy bien qué; pudo ser un hada o una ninfa, o algo de eso) y le encantaba tumbarse en la hierba, se comía las flores que más le gustaban y bebía agua de una cascada. Era una chiquilla, de aspecto fino y elegante, aunque era más bien lo contrario...
Y un día, conoció a una bruja, que la secuestró. La mantuvo encerrada dentro de la cascada durante 9 meses, hasta que un valeroso príncipe fue a rescatarla. Cuando el príncipe mató a la bruja y abrió la puerta de la celda, se quedó prendado de la belleza de Apologies.

-¿Qué miras?- Le dijo ella.

-Eres la flor más hermosa que he visto nunca...

Apologies puso cara de extrañeza y asco...

-¿Tú de qué siglo eres? Déjate de mariconadas.

El pobre príncipe era incapaz de casar el aspecto físico de Apologies con su personalidad.

-Sí, las apariencias engañan, lo sé.

Pero el príncipe era guapísimo y Apologies se enamoró de él. Hubo días y días, y no se despegaban el uno del otro. Pero el príncipe era más rarito que un duente...

(Intervención de Apologies):

-Es que los duendes de Dreamland son rarísimos en comparación con los de otros cuentos.

-¿Por qué? - Lector.

-Porque sí, y punto.

Apologies comenzó a "sufrir" por "amor".
(FALTARíA MÁS, NO? ¡TÓPICO!)
Su amado príncipe ya no era tan principesco, caballeroso, amoroso, amanerado,etc. como al principio. La verdad es que se parecía bastante más a una piedra. Tenía hasta una cara de bruto más bruta de lo normal.

En fin, no se sabe cómo, la bruja resucitó y le hizo una maldición a la pobre Apologies. La volvió grande y fea. Era unaespecie de judía enorme de color negro y dos puntos azules por ojos, con brazos y patas ratíquicos. El príncipe, cómo no, la abandonó y ella se pasaba el día llorando, al lado de la cascada. Ya no la rodeaban ni los pájaros, ni las flores, ni nada que tuviera vida. Sobrevivía a base de agua y aire. (!)
Un día, el príncipe la visitó.

-¡Príncipe!- Gritó al verlo, con lágrimas en los ojos, de la emoción,- ¡Has vuelto!- y por primera vez en mucho tiempo, sonrió.

-¡Cállate, engendro!- le ordenó él.- He venido para decirte que te largues de estas tierras. A mi querida Amada y a mí no nos gusta que contamines el agua de la cascada ni el ambiente de Dreamland.

-¿Qué?

-Tienes que irte ya; éstas son mis tierras.

-A ti se te va la olla, ¿no? ¿A dónde quieres que me vaya? ¡Si nadie me quiere ver!

-Eso no me importa. Aléjate de mí para siempre.

-Pero, ¡príncipe! Tú eres el amor de mi vida!

-No me importa, hace mucho que te dejé y...

-¿Por qué?

-¿Por qué? Pues...pues...pues...-pensando- pues...

(Tres cuartos de hora después)...

-...pues...porque era lo mejor para los dos. ¡Sí! ¡Eso! Porque era lo mejor para los dos.

En fin, el/la escritor/a no se estiró demasiado y cortó la conversación por falta de motivación, mientras escuchaba "Creep" de Motorhead en el canal VH1 en el FINAL COUNT DOWN TOP 50 de los BRITISH HITS el 26 de Julio del 2008.

Apologies, con un atillo hecho con el tronco de un árbol, cogió sus cosas y se fue a vivir a un barranco. Al parecer, su existencia en el reino de Dreamland dificultaba la vida de los demás. Ella era la causa de todos los problemas, sobre todo del príncipe y Amada.
Y colorín colorado, la inspiración se ha largado. (APLAUSSE!!!)

Narrador/a: Por cierto, ¿por qué te llamas Apologies?

Apologies: Porque soy la mayor excusa que existe, la causa de un problema sin problema, porque tengo la culpa de todo y un sinfín de cosas más.

Narrador/a: Joderrrrr...¡Animalito!



Gran paranoia producida por:
1 Dolor Fuerte De Barriga
Tarde de Calor
Aburrimiento D'la Siesta
Idiotas Q' Salen en'l VH1
Y...
Situaciones Ocurridas en Vacaciones.


You just keep me hangin' on (O por qué Leiden eligió a la Bella Durmiente).

Esto era un valle verde, azul, amarillo, rojo, fosforito en sí, y de noche era mágico, con su lago enorme por un lado, sus animalitos por otros y las estrellas cayendo desde un cielo enorme. Había allí una tribu de hadas, ninfas, seres luminosos de polvos mágicos, purpurina, colores chirriantes y grandes ojos. Todas eran hermosas, todas dulces y maravillosas, obviamente eran mágicas. Y no sólo tenían en común todo su esplendor, magnetismo y belleza, sino que además eran seres felices, sencillos, agradables y fáciles de tratar. ¡Ah! Y todas ellas rendían culto al mismo Dios, al mismo ídolo que las enamoraba, letra a letra, palabra a palabra, verso a verso. Todas suspiraban, todas se encandilaban y se enamoraban, si es que es posible hablar de amor. 
De entre todas ellas, el Cisne, la Gata y la Mariposa (nombres reales, no ficticios) eran las más, las preferidas del ídolo dionisíaco, recuerdo de un Nietzsche pre-loco, sumergido, forjado y recubierto de una honda y profundísima e inigualable cultura letril. Un ser hecho de placer, vida y libertad en estado puro; diferente, único, inalcanzable, sólo por ellas, que conseguían atravesar su dura coraza de conquistador nato.

Había por aquel valle un lobo, el Lobo Negro, que antes de ser lobo fue otra cosa parecida al Cisne, la Gata y la Mariposa. No tan así, tan en forma, color, tamaño, figura, divinidad... esas cosas típicas de los seres bonitos de los cuentos. No. 
En su día, el lobo evolucionó o mutó, aunque en verdad tenía triple esencia, algo así como la Trinidad cristiana, obviamente sin poder ni grandeza ni mucho menos esencia comparable a semejantes magnitudes. Así que tampoco es posible decir qué fue antes, si el Lobo, la bicho o el monstruo. Pero sí, Lobo Negro siempre quiso ser como las otras hadas, le parecía que todo en ellas era mejor, muchísimo mejor. ¿Y adoraba al ídolo nizchopó? Claro que sí, de otra manera. 

Lejos, desde muy lejos, siempre esperaba. Se contentaba de lejos, nunca se atrevía a acercarse. ¿Para qué? Sabía las respuestas, pero siempre, siempre daría sus patazarpas por darle un segundo de paz, algo diferente de lo que sus ninfas mágicas solían darle. O eso creía, o quería creer. Solamente poderse llevar su dolor a otra parte, el recuerdo de su sonrisa tranquila y muda. Pero eso era difícil e imposible. Y en las noches de luna llena, buscaba el claro en el que mejor pudiera verla, para poder recoger la magia de esa visión, la magia de la que carecía todo su ser. 
Probablemente no tenía nada que ganar ni que perder, tampoco que ocultar, pero seguía vagando en la oscuridad, viendo lo felices que eran las hadas, simplemente libres, simplemente ligeras y maravillosas. ¿En qué momento se truncó? ¿En qué momento su pelaje emergió y huyó? 

Mucho tiempo atrás, cuando una de sus formas era La Bicho, antes de ser El Monstruo, ella esperaba. Soñaba como todas, pero de otra manera: siempre despierta. Vivía también según su costumbre diferente, equivocada, mal encaminada. Y esperaba encontrar a alguien como el ídolo nizchopó, alguien tan sumamente perfecto que ni la luz pudiera superarle, perfecto para ella, con todos sus defectos, virtudes y malos entonces y suspensos. Eso jamás ocurrió, quizá nunca hubo un motivo, pero sí sabía que algo era distinto. 
Una explicación un tanto absurda, infantil, no muy pensada pero sí un tanto mística. Su cuento favorito siempre fue el de la Bella Durmiente. ¿Por qué? Aurora era todo lo que ella quería ser, todo aquello en lo que le habría gustado convertirse de poder elegir, pero sabía que no era así. Y sabía que la vida era un sueño que no podía vivir, porque acostumbraba a soñar despierta. Soñaba despierta su único deseo real, ése que sabía irrealizable porque el ídolo nizchopó nunca entraría en sus planes, ni otro semejante, ni nadie a quien pudiera amar de verdad. Por eso prefería la parte en que Aurora se queda dormida, para vivir en sueños lo que despierta no podía. 

Aún así, pese a todo lo difícil de su ser, seguía manteniendo la esperanza de un amanecer rosa de febrero al que se asomara la primavera. Así, tal cual. Eran viejos residuos de su época La Bicho y Lobo Negro luchaba contra su vieja herida, esa cicatriz en forma de pluma que nunca la abandonaba, que nunca se cerraba ni se difuminaba. Y en todo eso siempre esperaba un algo mejor, día tras día. Una esperanza tonta, vana, inútil e infantil, una locura que la ahogaba y la salvaba, porque era todo lo que Lobo Negro poseía. No tenía nada que ofrecer aunque quisiera el mismísimo cielo y al mismísimo ídolo nizchopó, y aunque se sintiera culpable, una parte de sí era lo bastante salvaje como para seguir reclamando un cachito de placer, de arrebato, de felicidad suprema en la infinitud de un segundo.

lunes, 21 de julio de 2014

"If I ever lose my mouth, all my teeth, north and south" (Moonshadow)

A un milímetro de tus pestañas, el mundo no puede ser más inmenso, más hermoso, más profundo. A un milímetro de tus ojos, no hay mayor misterio que ese que no puedo desvelar. Y en medio de ese silencio me pregunto si alguna vez. Creo que no, que nunca podrá ser. 
Tú eres todo lo que yo nunca podré alcanzar. Puede que haya dado algunos pasos para conseguirlo, pero lo sé. ¿Me asusta todo eso? Claro que sí, aunque puede que no tanto como yo pensaba. Y esperaba, creía, soñaba. Pero a un milímetro de tu mirada sé que no, que no podría atarte a mí, que no podrías llevarme a ningún lugar, que no llegaríamos muy lejos. Siempre tendrías que partir, que irte lejos, seguir moviéndote y yo no alcanzaría tu ritmo. 
Aunque tuviera el poder para hacerlo, aunque pudiera seguirte sin problemas. Si tan sólo hubiera algo que encajara, que pudieras tomar y ser feliz. Sé que no nunca podría apresarte. ¿Por qué? Porque sé el precio que tiene elegir una autocondena y no poderla cambiar ya nunca jamás, y sentir la libertad en muy contadas ocasiones puede que no siempre merezca la pena. 
Me engañaría, te engañaría y nunca sería suficiente, ni para ti ni para mí. Y a un milímetro de tu boca, el abismo jamás había sido tan inmenso como lo es ahora.