jueves, 20 de junio de 2013

Dogs dogs dogs, fucking things of dogs

Vacío. Ese puto vacío que te persigue a cada paso que das. La calle, el día, la noche, la maleta, la gente. Todo. Que todo cambie de repente y pierdas la poca orientación que te quedaba. ¿Y ahora qué? ¿Qué viene ahora? ¿A dónde vas? 
¿Cansancio? No es sólo cansancio. Es la misma sensación, una y otra vez. Por qué. Por qué luchar contra algo que ni si quiera tenías previsto. Algo contra lo que ni si quiera sabes qué es. Por qué tienes que hacerlo. Por qué cojones estás con el agua al cuello cuando no sabes ni dónde estás. Qué coño, que narices, qué es esto, joder. 
Mandarlo todo a la mierda es hasta irreal. Absurdo. Es como estar en medio de un sueño, nadando como si te fuera la vida en ello, de repente te paras a pensarlo y dices "¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué? No tengo por qué, puedo despertarme?". Y dejas de nadar, la piscina no te llega ni por la cintura y te despiertas.
¿La diferencia? Que no puedo despertarme. Y si me despierto, quisiera saber dónde coño voy a mirar y a dónde voy a ir. 

lunes, 17 de junio de 2013

Nueve

De alguna manera yo siempre caminé hacia ti. Siempre te hablo de abismos y distancias, contando con los dedos los encuentros. Pero tú y yo sabemos que no es así. Un día fuimos dos piezas por separado, y poco a poco los años nos fueron ensamblando. Ahora somos parte de un puzle que difícilmente podría recomponerse sin uno de los dos. Y somos historias, somos besos, somos palabras, somos noches, somos días interminables, amaneceres en playas, vasos a medias en un bar desierto. Sí, mis pasos siempre iban encaminados a ti. 

No sé de qué forma, si existe una razón que lo explique, el caso es que aparecíamos. No importaba lo lejos que estuviéramos, el tiempo que pasáramos sin vernos, antes o después. Y en un instante todo se disipaba, el mundo parecía dejar de existir entre historia e historia. Primero sólo fuiste ese amor típico infantil; luego pude ir aprendiendo algo de ti; después conocí tu música y finalmente... la noche nos cayó encima como un manto de terciopelo. No necesité ver la luna llena para saber que su otra mitad estaba conmigo.

Nunca, ni si quiera estando con Rock, nunca dejé de pensar o de sentir que eras esa parte tan vital de mí. 
¿Cómo explicarlo? Es como un mecanismo, un escenario donde siempre nos movemos al azar, pero alguna fuerza extraña acaba por llevarnos al mismo centro. Como si bailáramos en orillas diferentes y al final el agua nos alcanzara hasta reunirnos en la misma balsa. 
¿Qué probabilidades, cuántas posibilidades hay de que eso ocurra, de que nos haya ocurrido siempre? Y sin embargo, parece que no es nuestro destino volar juntos. Sólo a ratos, a cortos tramos, intensos e inolvidables retales de tiempo. 
Tú, tu poesía, mi enigma. Tú, tu guitarra, el código. Tú, tu sonrisa, la llave. Tú, tus ojos, ¿la puerta? 

viernes, 14 de junio de 2013

Ocho

¿Sabes? Siempre me ha parecido curiosa la forma que tenemos de relacionarnos y necesitarnos. Alguna vez, cuando llevaba tiempo sin verte y estaba por los suelos, de repente aparecías. De alguna manera todo me decía que iba a encontrarme contigo, y allí estabas: en el Lulla, en el parque, en la puerta de mi casa, en alguna tienda, en la misma acera. Pero por otro lado, tengo la mala suerte de que precisamente te vas y me atropella algún problema. Es en esos momentos cuando tengo que vérmelas conmigo misma y con el problema. 
Cuando se trata de ti, las señales las impones tú indirectamente. La puerta cerrada y la guitarra son para que no te moleste, para que no acuda. Y me deshago deseando abrir de un porrazo y sacarte de ese ensimismamiento tormentoso. Pero luego hay noches que no suena la guitarra, y cuando ya no aguanto más, voy a buscarte. No me importa cuántas veces me rechaces, cuánto te hagas el loco; esas noches son mías y yo venzo a tus temores. Pero me encanta cuando no pones ni fuerzas ni resistencia alguna, cuando tampoco lo pides, ni me miras. Sólo me acerco y sonríes, y ya sé lo que necesitas. 
Es extraño ser UNO a veces con alguien, y que ese mismo UNO se diluya a las pocas horas en miles de kilómetros de distancia inexistente. Pero me gusta pensar que somos dos extremos, y que al fin y al cabo, habíamos de tocarnos en ciertos momentos. Y es así como funcionamos. Quizá por eso no podamos enamorarnos, pero precisamente esa condición de extremos es lo que nos mantiene juntos.
Siempre creí que Rock y yo no podíamos ser más distintos y, sin embargo, nos queríamos de verdad, que eso sí era amor y lo nuestro simple capricho repentino. Pero no. Aunque alguna vez tenga a alguien con quien compartir esa definición de UNO completo que solemos pensar del amor, creo que nunca se aproximará a lo nuestro. Lo superará, seguramente, pero entre tú y yo hay una conexión diferente, algo ilógico que va más allá del tiempo y las personas. Creo que toda la vida me preguntaré qué es. O no. Puede que ya lo sepa: COMPLEMENTARIEDAD.

miércoles, 12 de junio de 2013

Fucking todo

Es miedo, es cansancio, es rutina, necesidad. Miedo de lo que pueda venir, de no saber a dónde girar, a dónde ir, qué hacer. Miedo de no poder decidir. Miedo de decidir y equivocarme. Es cansancio de no tener las cosas claras, de ser tan caprichosa, de ser una herida abierta que nunca se cierra. 
En los libros todo esto es fácil. Se acaba el capítulo. Se acaban las páginas y se acabó la historia. Pero no. La realidad es un cuchillo que está en todas partes, demasiado asfixiante. Y por mucho que quieras huir de ella o sobreponerte siempre está ahí. Y yo no digo que no esté ahí, al revés, la quiero y la necesito, pero me ahoga demasiado. Es más fuerte que yo.
Me rompe, me parte, me hunde, me humilla, me destruye, pero nunca del todo. Y parece que nunca me fragmenta demasiado como para empezar a recomponerme. Y no sé por dónde empezar, qué hacer, qué dirección. No sé. No lo sé. Nunca lo he sabido aunque a veces esté todo tan claro, tan sumamente definido. 
No lo sé, no lo entiendo. Solamente quiero salir de mi propia cabeza, entenderlo, poder actuar como haría cualquier otra persona.

.....,,,,,,

¿Huir? No. Eso sería demasiado fácil. ¿Entonces? Cerrar los ojos y que nada hubiera existido. 
El puño se cierra. Aprieta. Aprieta. Y sigue apretando. Le crujen los huesos. Los hacen polvo. ¿Y qué le queda? Le queda la nada, si es que es algo.
Huir. Huir habría sido lo más sencillo. Quizá no la mejor, pero al menos era una opción.

¿Vamos a la cama?

Y un día te levantas (o más bien es que no te has acostado) con ganas de... Verborrea mental. Te gustaría o sientes la mortal necesidad de contarle todas tus idioteces a alguien, pero no. ¿A quién? ¿A la tele? ¿A tu amiga por wassap? Naaa... Y el silencio mortecino de una habitación recién iluminada te anima a hacer a algo que no sabes qué es. 
Todos tenemos ganas de que se nos escuche, una opinión, algo que decir... Y no siempre hay alguien dispuesto a escucharnos. Normalmente se necesita a una persona de paciencia infinita. ¿Dónde has dicho que las venden? Tengo la suerte de encontrarme rodeada de gente con la mágica capacidad de aguantarme. Yo nunca lo haría. De hecho, no lo hago. 
Todos, alguna vez, hemos tenido un sueño de esos así muy grandes, a lo bestia, un sueño que nos hiciera feliz de poder realizarse. Algo mejor que esto, que aquello, que lo demás. Llámalo como quieras. Y a muchos nos habrán dicho, o lo habremos escuchado en la tele, da igual, es caso es tenerlo presente: PUEDES HACER LO QUE QUIERAS EN LA VIDA, SÓLO TIENES QUE LUCHAR. Eeeemm... primera gran mentira que te cuentan de pequeño. Pero lógicamente, si no te la cuentan, poco más habría que hacer en ella que suicidarse o dejar que fuera de nosotros lo que el mundo quisiera. Así aprende uno que la vida funciona a base de errores, éxitos, fracasos, palos, sonrisas, pequeños y grandes caprichos, suerte... y que o pones interés en algo o te mueres en vida.
Luego está esa gente que tienen vidas tan alucinantes y dices: "¿Por qué yo no?", y muchos hasta te cuentan su secreto: Inténtalo. Y hala, tú eres original y si tienes los suficientes huevos lo conseguirás sabe Dios cuándo. Y si no lo consigues... Vives a diario, sigues soñando, te acuestas, te levantas, ríes, lloras, ríes, te vienes abajo y sigues viviendo. 
La suerte es algo que no nos acompaña a todos, al menos no siempre. Alguna vez habrá que seamos felices. Hay gente que tiene un imán para la tragedia, y gente que tiene un imán para la risa. Gente que lucha desde que nace, gente que muere sin saber lo que es sufrir (S.U.F.R.I.R.). Y... sí, bueno, hay gente con talento, pero como es algo que se ha sumamente generalizado pues... Muchos viven con el alarde de YOSOY YOPUEDO YOLOCONSEGUIRÉ y viven pasando por encima del común de los mortales con ese eslogan vitalicio. 
Cómo olvidamos a menudo que no todos hemos venido a triunfar en esta vida, que no todos somos dignos de admirar, sino que algunos simplemente hemos venido a admirar a otros. Admirar, que no idolatrar (amar, defender, suplicar su atención hasta el extremo de la muerte). Que triunfar en la vida no tiene que ser precisamente eso, sino conseguir ese pequeño remanso de paz donde uno es feliz con lo que es, con lo que tiene, y suena muy peliculero: ya seas puta, basurero, político, abogado... Sí, pobres ricos que tanto tienen. 
En fin... No es eso lo que quería decir. Quería decir que por enésima vez estoy convencida de que no todo el mundo puede ser libre. Quien finalmente es libre se olvida del mundo, se dedica a lo suyo, y no todos tenemos el don de escapar al orden, de que nos doblen las rodillas. No. No todos somos Sartre, Beauvoir, Nietzsche, los Rolling, Jim Morrison o cualquiera de esos personajes. Ni si quiera muchos de ellos lo serán, pues de alguna u otra forma son esclavos de lo que ellos mismos son, representan, su propio pensamiento. 

lunes, 10 de junio de 2013

Yes, OMG

Un rincón, un mundo, un lugar donde lo físico no cuenta, donde el aspecto no importa, donde no hay que ocultar inseguridades. Y tu cuerpo es lo más ligero que conoces, y tus pasos son como si volaras. En un segundo aquí, uno más y estás en la otra punta. Olvidar ese nudo que te ata el estómago, la maldita carga que te hunde los hombros, que te obliga a pensar en la gravedad. Es como si llevaras un traje muy, muy pesado, como si cada milímetro de tu cuerpo fuera de plomo. Y llega un momento en el que ya no distingues cuerpo-sensación, sentimiento-pensamiento, porque la derrota es tal que ni si quiera puedes pensar. 

domingo, 9 de junio de 2013

A esa sonrisa perfecta

Tú, niño tonto, imbécil, de los ojos medio verdes. Se acabó, sí, pero sigo sintiendo un hueco, un vacío, y no quiero retrocesos ni molestarte, pero sigo enamorada de tu sonrisa. Tý y tu puta poesía. ¿Por qué aparecistéis en mi vida? Sólo yo, mis tonterías, y vamos y me enamoro. ¿De ti? No. Eso son palabras mayores. Pero sí de algo, de una puta idea, de un algo que no conozco y a que a la vez presiento, creo haber conocido. Historias de indios, de plumas, de alas, lobos y águilas. ¿Qué cojones? Si te lo explicara a lo mejor verías la conexión. En el fondo sabes de lo que te hablo porque a ti también te gustan esa música, esas películas, esos libros. Sí, yo no te busqué, tampoco te encontré, ni al revés. Eres parte del camino y aún no me siento capaz de pisar por encima de ti. No encuentro razón alguna para hacerlo. Fue y ya está, pero no encuentro motivo para enterrar-te.

Domingos putos

"Por eso, y pese al desenlace angustioso - esa red de cazar pájaros en la que terminaba enredándose -, el sueño de la noche anterior la tranquilizaba, porque le daba una impresión de normalidad. Si conservaba la capacidad de soñar, aún podría conseguir lo que se propusiera".
"Ahora lo entendía: <<Nadie es una isla, completa en sí misma...>>. ¡Qué cierto era! No se trataba de una extravagancia. Su padre había intentado decírselo, en palabras de ese tal Donne. Cada persona era una parte del continente, una porción de la tierra... Todos estamos ligados a la humanidad. Y, cuando uno moría o padecía, era un poco como si muriesen o padeciesen todos". 
"(...) pero yo no tengo nada, absolutamente nada, desde que perdí a Conejito, ni si quiera a mí misma, porque estoy siempre cambiando, y tampoco puedo tenerlo a él, porque vivió hace tiempo, y ya no siente el sol ni el viento en la cara. Por eso quiero encontrarlo, aunque tampoco pueda tenerlo. Al menos tendré mi propia historia, mi novela, aunque no la escriba. (...)".

Echo de menos devorar libros, historias. Que pasen los días y ni me inmute, que sólo importe ese libro, esa historia, llorar a lágrima viva, reírme a carcajada limpia, sonreír sabiendo yo sólo por qué, evocando recuerdos, tonterías, qué sé yo. Perderme en una historia, que se me meta por la piel, perder la noción del tiempo y la realidad, sentir otra vez esa desconexión entre ficción y vida diaria, donde me pregunto por los personajes, como si estuvieran esperándome a que continúe leyendo, y darme cuenta de que ya acabé el libro, pero que ellos siguen ahí, para cuando quiera volver a empezar. Perderme y encontrarme entre las letras, saber que de alguna forma siempre he sabido tal cosa, que ya antes la leí, que los libros de siempre y los nuevos que estén por llegar, también son parte de mí. Que soy todo eso que he leído, que aprecio, que odio, que no volveré a leer, que me gusta recordar, todo lo que aún esté por venir.
Una vez cometí el error garrafal de decirle a una profesora que "la HISTORIA no tiene alma". No sé si lo dije en serio, si lo dije a la defensiva. A medias entiendo por qué lo dije, a medias sabía que no tenía razón. Y ahora puedo decir que en ese cuadro general que estudiamos, esas características generales de cada época que tanto aburren y provocan suspensos, es necesario conocerlo si queremos vivir y comprender. Esa HISTORIA es necesaria para cualquiera, y sin ella, las historias concretas, individuales, particulares, no tendrían lugar. Es intocable y a la vez es entera, existe, se puede palpar, ver, contar, oler, seguir, sentir. Es un escenario del que todos somos parte, no es un corta y pega, sino una evolución: ahora hacia adelante, ahora hacia atrás. El problema está en los términos y lo confundidos que estamos nosotros, pero sí, somos parte de un todo. 
Nacemos y procedemos de algún sitio, de una historia, de dos padres, nuestro nacimiento tuvo un motivo. Nuestra historia seguirá su curso, y si acaba, seguiremos estando en ese escenario, que no es otra cosa que el mundo. Y así estamos todos conectados, porque la HIISTORIA no deja de ser el propio mundo. Lástima que seamos como somos, lástima que haya odio, terror, destrucción, pero cabe pensar que quizá no habría más historias si no hubiera diversidad. No estoy justificando barbaridades, sino que hablo del ciclo mismo de lo que es la humanidad. ¿Quiénes somos? No lo sé, pero sí creo que estamos para contar la historia de ese mundo en el que vivimos, la nuestra, la de otros. ¿A quién? A todos, a nosotros mismos y a los que estén por venir.
Y prefiero las historias con "alma", las que me hagan sentir, sentir algo. No me llaman aquellas que pretenden o que nacen para enseñar, que están maravillosamente escritas, que son bestsellers y blablablá. En esencia tiene que haber algo, y si no me atrapa y me encanta de alguna forma, en el sentido de hechizar, no creo que me merezca la pena. Volver a releer y a reconsiderar lo ya leído, o lo que nos hemos negado a leer, también creo que es importante. Nunca podemos saber cuántas cosas hemos olvidado, pasado por alto o dejado por el camino, y hay que ser humildes y lentos y volver atrás, al origen, alguna vez, de vez en cuando.

jueves, 6 de junio de 2013

Siete

Ojalá...
No morir sólo de felicidad recorriendo tu piel, bajando por tu ombligo, amaneciendo contigo.

Seis

"Y no sé dónde empezar".
Eso fue lo que te dije aquella noche en el Lulla, después de meses sin vernos. Creo que no he vuelto a estar tan perdida desde entonces, completamente desubicada, sin saber qué hacer con mi vida, sin interesarme por nada. Y siempre te digo que fuiste tú quien decidió por mí; tú dices que no, que era lo que yo quería, que mi necesidad me llevó a ti, el destino, qué sabes tú, qué sé yo. 
Es cierto. Siempre que venía a verte sentía que éste era un lugar especial. Y no me arrepiento de haber venido, ojalá lo hubiera hecho antes. Jajaja, vale, era imposible. Pero tú lo sabes muy bien, siempre me sentí muy cómoda, y un ambiente así era la idea que tenía de cómo me gustaría vivir cuando llegara la hora de irme. 
¿Recuerdas el día que llegué? No sé por qué estaba tan sumamente intimidada. Parecía que no nos conociéramos, y tú en vez de ayudar te reías. Entonces me di cuenta. Era mi decisión, tú "sólo" me habías empujado, me tendiste la mano y una solución. Menos mal que fuiste tú... Me enfadé contigo porque estuve toda la tarde buscando una conversación, algo que decirte, y tú sin mirarme, riéndote de vez en cuando por lo bajo. Casi me arrepentí. Y justo cuando iba a acostarme aflojaste un poco, y me hiciste sentir mejor, mucho mejor. No entiendo esa maldita manía tuya de ser tan... sólo de noche. Es como si el grado de intimidad aumentara en altas horas. Sí, el resto del día eres dulce, cercano, cariñoso, pero no tanto. De día eres el sol; de noche el gato, la fiera, el león.

Me pregunto qué hubiera pasado si aquella noche no hubiéramos hablado. Probablemente habría tirado aquel año y no habría estudiado, no me habría molestado en hacer absolutamente nada. Sigo buscando una respuesta para semejante hundimiento, cómo querer a una persona puede llevarte tan lejos, cómo se pierde el norte de esa manera. Y sigue sorprendiéndome por qué contigo no me pasa, por qué no me he enamorado nunca de ti. Sé que tú no quieres, que no te gustaría que pasara, aunque otras... Quizá fuera mejor, pero así no estamos mal. Tú tienes tu espacio, haces lo que quieres, me respetas, me entiendes y me quieres. Y no necesito más, ni pido más, aunque sea cierto que a veces noto esa distancia que no logro comprender. 
Y no sabía dónde empezar, pero empecé contigo un camino que, tres años después, sigue su recorrido. No sé a dónde iré en algún otro momento, que habrá después de cada encuentro, lo único que sé es que no quiero que te apartes nunca, que nunca desaparezcas de mi vida. Eso sí que no podría soportarlo. 

lunes, 3 de junio de 2013

Cinco

Me encanta escribirte, pero no echarte de menos.
Me encanta que toques la guitarra, pero odio los desgarros de tu voz.
Adoro tu sonrisa mañanera, pero no soporto la pesadez de tus pasos.
Adoro tus silencios, pero sólo cuando no te sale la arruga de la preocupación.
Me enamora tu poesía, me destroza tu frialdad momentánea.
Me enamoras más y más cada día con tu forma de ser, y me matan lentamente tus distancias.
A veces me gustaría pasearme por tus pensamientos. Me encantaría llegar a ese punto donde a veces coincidimos. Y no te hablo de orgasmos y comunicación estricta, de buenas palabras y mejores entendimientos. Te hablo de ese flash, esa conexión que tú tienes conmigo siempre, esa facilidad con la que me destapas sin que yo te diga nada. 
Sé que a veces sólo necesitas un abrazo, que buscas seguridad, pero tú te crees demasiado mayor para ello. Y te duele. Te duele pensar que estamos más lejos de lo que parece, y también te duele comprobar que no es tan así como tú piensas. Y siento decirte que sí, que algún día se acabará, que la distancia nos tragará a los dos, pero aún habrá siempre un hueco, un espacio donde fuimos, donde somos, donde seguiremos siendo, tú y yo, nosotros.
Y ese lugar, ese sueño, esto, NADIE podrá arrebatárnoslo. 

It's hard to get by just upon a smile

Supongo que nunca pensé que me afectaría tanto. Quizá, seguramente, creo que jamás lo he pensado. Y ahora sí, ahora creo que me está llevando consigo, arrastrándome porque no puedo encajarlo. Tantas cosas que no he hecho, que debería haber sabido, dicho, hecho... Siempre, y esto sí, he pensado que a veces es mejor no quedarse con el "¿Qué hubiera pasado si...?", y otras me he consumido descartándolo. Pero es inevitable,  no podemos escoger dos veces en un camino que sólo tiene un sentido. ¿Y por qué tanto miedo entonces? ¿No es más fácil aceptarlo y seguir viviendo? Pues parece ser que no. 
Y no me gusta. No es que sea la típica persona que defiende a capa y espada lo que hace, no porque no quiera, sino porque no he tenido que hacerlo. Pero la verdad es que O.D.I.O.
esa sensación de que se me escapa el tiempo, de que si volviera atrás claro que me atrevería a irme por otros caminos, porque creí que éste era el indicado, pero no, tenía que haber elegido el duro. O.D.I.O. pensar que se me está escapando todo, que no soy yo quien controla, quien dirige su propia vida, que hay no sé qué mierdas de mecanismos y sistemas de los que no voy a poder escaparme y hacer lo que yo quiera. ¿Quién, joder, quién coño sabe cómo hacerlo y puede echarme un cable? Porque me encantaría, me encantaría escaparme de esta vida, ser más sencilla, menos compleja, salir desnuda a la vida y no tener que esquivar golpes y porrazos, sólo echarme a un lado o atravesarlos. Y al final, no sé cómo, por más resistencia que le ponga a las cosas, que me obsesione, al final acaban pasando, traspasándome, y sucediendo. Pero no quiero olvidar esas sensaciones, esos momentos en los que me pierdo. No quiero olvidar el sufrimiento, creo que es indispensable para poder apreciar la alegría y la felicidad. 

sábado, 1 de junio de 2013

Cuatro

Terminar como empezamos, separados, unidos. Empezar como acabamos, unidos, rotos, despedazados. Tú me miras, yo te miro, me esquivas y das un portazo. El vaso ya es sólo un montón de cristales en el suelo. Dime, explícame cómo hago ahora, cómo lo lleno. Y te vas por donde viniste, con la luna nueva en tu cara ausente. 
No. Yo así no te echo de menos. Así me haces luchar contra lo que eres, y tú no eres así.