martes, 31 de enero de 2012


¿Sabes qué me gustaría? Mirarte a los ojos. Sólo eso. Y quizás pudieras decírmelo todo sin necesidad de palabras. A lo mejor conseguiría entenderte, saber exactamente por qué. No tendrías que mentirme, puesto que no tendrías que decir nada. Entonces yo podría saber por fin de qué va todo esto, si es un sí o es un no.
No quiero que pienses que pretendo hacerte sentir culpable, que quiero que te sientas mal. Simplemente quiero que me des algo con lo que guiarme, con lo que poder tomar una dirección, y si es opuesta a ti, pues bien, se acabó. Sonará demasiado derrotista, demasiado novelero, pero si es lo que quieres será lo que ocurra. Pero no me dejes en esa eterna suspensión porque me confunde, me machaca, me come por dentro. Y no sé hacia qué lado girarme, porque siento que tiras de la cuerda, una y otra vez, y que cuanto más lejos estoy más rápidamente me haces volver. Así que no quiero jugar si no me enseñas primero las instrucciones. No quiero enredarme en sistemas complejos que terminen atándome con cuerdas invisibles.
Si vas a engañarme con alguna sonrisa perfecta, guárdala para quien la necesites más. Y tampoco quiero que me pintes bonitas promesas que luego no puedas cumplir ni yo verlas hechas. No quiero más líos de palabras que me atrapen, como si fuera un pájaro, para que no pueda volar, porque el día que tú te vayas, la libertad se irá contigo y a mí sólo fingirá acompañarme.  

viernes, 27 de enero de 2012

<<Luces de Colores que parecen...>>, y la guitarra de Antonio Vega.
Poco a poco se van elevando ante nuestros ojos, desde algún profundo lugar, más o menos oscuro, frío o cálido, sin importar su procedencia.
Son esferas perfectas, como las de Pitágoras, similares a pompas de jabón, de alegres colores, que se asientan en alguna especie de cielo, al que miramos con esa fácil y sincera sonrisa.
Pero cuando las nubes llegan y estalla la tormenta, caen igual que las gotas de lluvia en tu cara, rompiéndose como cristales cuando alcanzan el suelo. Y yacen blancas y apagadas, como bombillas cascadas con el interior negro. Entonces la música se aleja y uno trata de comenzar una nueva búsqueda del Sol, en otro lugar, de otra forma distinta. 

lunes, 23 de enero de 2012

Hay un hueco entre mis sábanas cada vez que te levantas, que se va quedando frío mientras te vistes y te vas. Entonces, si consigo mover algún músculo, me acerco a la ventana y ya no estás.
A veces me gustaría gritar algo, aunque sólo fuera tu nombre, para ver si consigo retenerte cinco minutos más.
Y es en ese hueco que dejas vacío donde comienzan los anhelos de cada día, las inseguridades que me acompañan en todo momento, cuando comprendo que rara vez nuestros pensamientos se cruzan, porque es extraño que no me esquives aunque ni si quiera diga nada.
Pero por mucho que sepa que no puedo forzar la correspondencia y que no todas las notas bailan en la misma línea del pentagrama, es difícil dejar marchar a alguien que te llena con una sola palabra, aunque no tengas fuerzas para luchar contra viento y marea.

miércoles, 18 de enero de 2012


"El movimiento de la guitarra comienza en las uñas de mis pies y se extiende a lo largo y ancho de mi cuerpo, como si una gran serpiente fuese envolviéndome, enroscándose en mí, al ritmo de la música. Siento cada nota en la piel levantándome el vello por todo el cuerpo. Siento que ese sonido único arrastra todo lo que hay en mí y va ascendiendo, hasta llegar a mi cabeza. Siento que tengo que cerrar los ojos para evitar el mareo, y si estoy andando tengo que parar para no caer al suelo. Para no morirme en un segundo de irracionalidad, de tremenda irracionalidad cruzada con delirios de un ángel. Y también tengo que apretar las manos, agarrar algo, sentir que el suelo aún está firme bajo mis pies, para no sentir que salgo volando y que no miraré hacia abajo cuando esté allí arriba. Porque me hace volar, porque sabe hacerme volar. Es como cuando estás tan borrach@ que todo te da vueltas y pierdes el equilibrio una y otra vez, o cuando simplemente estás experimentando ese "mareo" de un par de chupitos, o cuando sientes que te caes en mitad de un sueño. Es una sensación sobrecogedora, que empieza abajo, asciende y se pierde en el pecho, antes de llegar a la cabeza y devolverte a la realidad de golpe y porrazo.
Y llega un momento mágico en mitad de esa rayadura de alma bendita, cuando el sonido constante se interrumpe en mitad del pecho y el desgarro de su voz traza una linea difusa pero real entre esta dimensión y la otra en la que yo estoy, y su voz, de un golpe, es capaz de arrancarme toda la mierda que he estado pensando, rumiando, deseando quitarme de encima...
Cuando sientes que te vibra el cuerpo, que estás en otro lado, y de momento estás de nuevo aquí...Es...como un orgasmo. Muy breve, pero profundamente intenso."



http://www.youtube.com/watch?v=qv96yJYhk3M&ob=av2e

lunes, 16 de enero de 2012

La lucce della notte

Un suspiro helado en una noche de Enero, reducida a un copo de nieve. Y mirando el cielo oscuro pude adivinarla, cayendo desde tal altura, llegando de nuevo al suelo segundos más tarde. Por mucho que lo intentara jamás habría podido evitar la gravedad.
Hacía meses que no nos encontrábamos, mucho tiempo, y no me he parado desde entonces ni una sola vez a pensar en ella. No lo he hecho profundamente. ¿Por qué? Porque se necesita tiempo para comprobar que los caminos sean correctos, si la elección ha sido errónea o no es más que una confusión pasajera.


No tengo mucho que decir sobre ella, pero no es poco lo que me hace sentir. Me hizo seguirla por un largo momento que apenas se me antojaba un segundo, y pensaba que no podría llegar a alcanzarla, pero lo conseguí. Al final pude ver cómo se iba, tranquila, aunque me temblara todo el cuerpo.
Y en realidad, todo eso no fue más que una triste metáfora, una simple equivocación, un camino distinto a mis intenciones. 


Mayo fue una bifurcación más de lo andado, un nuevo proceso en el que perderse. Y así lo hizo: me cegó, me convenció, la seguí, se marchó, me perdí. Así. Y fue en Septiembre cuando creí que aún la tenía conmigo, a mi lado, pensando que me acompañaba en cualquier momento, a cualquier lugar. Pero Octubre se la llevó, dejando que se cayeran todas las flores como hojas marchitas y Noviembre la retuvo sin dejar que el viento se la llevara. Y al final Diciembre consiguió hacerse con ella, rescatarla, mecerla entre sus fríos brazos, arrancándole imágenes pasadas que cayeron esa noche en forma de hielo.


Y, ¿cuál es la verdad de tanto misterio? Que nunca alcanzó la cumbre, que no es reina de Mayo, sino de Enero. Que es fría y tímida aunque su pequeña sonrisa te turbe el pensamiento, que su mirada tierna y cálida sólo disfraza miedos, y su halo místico te envuelve porque es tan deslumbrante como inaccesible al tacto. En realidad sólo finge ser un sol pero es suficiente para reflejarse como esperanza.


Ella no es un desengaño del futuro que se encare con el pasado, no es una triste metáfora que pretenda enseñarme que tengo mucho que aprender, tampoco es simplemente una luz que haya pretendido ser mi guía. Ella es mucho y más de lo que todo lo demás pueda significar, es un instante, una mano amiga, como un astro intermitente, un lucero que se apaga y se enciende. Por eso la llamo Reina de Mayo, porque ahora se extingue y dentro de unos meses volverá a florecer, con otra forma distinta, pero la misma en esencia.