martes, 25 de febrero de 2014

Pequeña mariposa

La miro y me miro y me siento más idiota si cabe. Es preciosa, es perfecta, es sencilla, es risa pura, es alegría, es bonita, es inteligente... Lo tiene todo. Lo seguirá teniendo todo, todo, todo. Puede que algún día se le cruce una sombra y se le entibie la sonrisa, pero volverá a sacarla. Es su carta de presentación. Es energía que sabe decirle a la tormenta: "take it easy! It'll be Ok!", y así será. Y me hace gracia pensar todo lo que pensé. Me hace gracia haber creído que la noche se puede comparar con el día. ¿Quién iba a elegir, en su sano juicio, un diluvio de inestabilidad pudiendo quedarse con la playa más soleada y hermosa de todas? Porque el cardo habrá dado de comer en las guerras, pero no hace otra cosa que estar ahí, sin más, en el campo. Y las mariposas vuelan, y las flores se abren y dan color, y tal y cual...
Y es que hasta yo podría enamorarme de ella. Pero si hay algo que realmente envidio de toda su maravilla y su sencillez, de su hermosura, de su estabilidad, de su vida en general, es que ella podrá cerrar los ojos por las noches y ser libre. Podrá levantarse con el sol y decir que ha dormido bien, que ha descansado y que hoy va a ser un buen día, no uno más. Porque es feliz, porque tiene ese algo mágico que no se puede aprender, que no se puede hacer, que no se puede comprar. Esa chispa de vitalidad, esa manera fácil de darle la vuelta a las cosas desde sí misma. ¿Suerte? No lo creo, pero también. Y me alegro por ella.

Consuelo de tontos

Pero hay un mundo a donde nadie llega. Un lugar en el que los secretos siguen siendo inalcanzables; donde los misterios permanecerán sin desvelarse; donde los sueños empiezan y acaban, revientan, se cumplen, estallan en mil explosiones de color. Un lugar al que nadie podrá huir, al que nadie podrá clavar una bandera y decir que ha conquistado su tierra. Es como si no se pudiera entrar ni salir, es como estar eternamente allí y no abandonarlo nunca. Es punto de partida de tantos puntos y comas, y puntos finales y sombras oscuras. Es sonrisa y media y noche de luna llena. Es un mundo azul sin estrellas, sin mares y sin nieblas. No hay nada en él y a la vez lo contiene todo. Allí no existen ni el frío ni el tiempo; tampoco el miedo, ni el vacío o el dolor. Es un mundo maravilloso de puertas desconocidas, un poco intransitable, que sólo existe cuando cierras los ojos.

martes, 18 de febrero de 2014

Howling on the yellow moon

Cuando la noche llega, el silencio inunda los rincones más oscuros y la luna aúlla vagamente, y es un sonido lejano que nace en lo más profundo de uno mismo. El insomnio te lleva a un dolor de cuello mortífero y el frío levanta el vello de todo tu cuerpo. Haces un gesto como de querer recordar aquello en lo que estabas pensando, y hay en tus oídos un murmullo, un eco que se va alejando poco a poco. ¿Qué era eso? Eran voces de otro tiempo. Una conversación a medias, una canción que a penas ha durado, una imagen borrosa, unos ojos oscuros y penetrantes. Qué absurdo cuadro se va formando en la comisura de tus labios, al final de tus pestañas, en la punta de tu nariz.
No hay libros que recojan experiencia similar alguna que puedas tomar como ejemplo. No hay guía ni brújula, ni estrella que puedas seguir, aunque sea a escondidas. Y te debates entre dormir o seguir retando al sueño, entre despertar o volver a soñar un día de éstos. Porque esa palabra preciosa, maravillosa, divina... es la que más retumba en tu interior cuando apagas la luz. Sueños. ¿Sueños? 
Un día creíste que era cuestión de crecer y de que pasara el tiempo, de dejar que sucedieran las cosas y ellas solas te pondrían en el camino. Un día descubriste que el viento no siempre sopla a nuestro favor, y aunque la vela ya no tenía llama, no te importó. Y ni si quiera podrías hablar de fe ciega, pero caminabas en busca de algo, siempre a la espera. Eso aún no ha desaparecido pero, ¿y los motivos? Ya no queda ni uno si quiera. Entonces la duda quiere adentrarse entre las brumas y regresar cargada de oros y tesoros varios. Cualquier cosa, lo que sea, con tal de emprender una lucha. ¿Por qué no se rinde?
Pero ya hace mucho tiempo que la luna ya no aúlla vagamente y que no es un sonido lejano que nace profundamente en uno. Ya no brilla igual que antes ni significa lo que entonces era un universo. Quizá sea cuestión de invertir los términos pero no hay fuerza para hacerlo. Quizá algún día pase una estrella y sea el momento de creer en la fugacidad y de sentirla.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Un buen día

Un buen día es ése en el que te levantas con toda tu fe. Ya se ha ido la tormenta, ya no tienes nada en lo que pensar, puedes dejar pasar una semana más sin preocupaciones, te levantas con tu pie derecho y dices "¡Hoy será un buen día!". Pequeña tradición o manía matutina desde hace años. Y sí, todo va bien. Pero el agua está tan calentita y da tanta pereza salir de la ducha... Y se está tan cómodamente en pijama, sin tener que pensar en qué tienes que ponerte porque no te apetece vestirte. Pero ¡ajá! No subiste la persiana y ahora que ves la luz asomarse, te das cuenta de que tu error vuelve a ser el de siempre: no mirar el maldito reloj. 
La prisa nunca es buena compañera, sólo sirve para destruirte y arruinarte un poco más rápidamente. No hay opción. Dos veces pierdes, una vez... Bah, tampoco ganas nada. Y cuando abres la puerta es como entrar en otra dimensión. Tus pasos de elefante, tu cuerpo de hipopótamo y tus resoplidos de rinoceronte llenando el espacio. Eres el huracán, el desastre, entrando por esa puerta. Sientes las miradas en la nuca, como si tuvieras mil pares de ojos encima. Venga, un poco de espectáculo no está nada mal. Morir de sedación informativa no puede estar tan mal... Pero antes tienes que mostrar tu torpeza, tu estilo T-Rex, tu cara de asco universal, tus esperanzas yéndose por la puerta de atrás... Welcome to the cage! Y ahora intenta respirar. Hoy no tiemblas, pero el aire no pasa más allá del nudo de tu garganta dichosa. 
En tu cabeza se van mezclando la locura y el cansancio. Hacía rato que no se encontraban. Y vuelves a temer... Las ganas de huir y de desaparecer. ¿Tan difícil es fundirse con la nada? ¿Hay que jugar a este juego otra vez? Sabes que el mundo no va a dejar de ser mundo, pero no quieres sostenerlo. No hay defensas, no hay barreras estables que soporten tus ideas malditas. Te abrasan los ojos y sólo quieres girar la cabeza y ver un rayito amarillo asomándose entre esa masa gris imposible. El viento aúlla y te mueres por sentir el frío y largarte, desaparecer. Si pudiera contigo... Día de perros. Es una pena que no puedas arrancarte los labios, a lo mejor así dejabas de mordértelos. Es una pena que no tengas un botón automático, a lo mejor así podías dejar de pensar. Es una pena que tengas una mente tan estrecha, a lo mejor así el círculo dejaba de ser tu figura favorita y podías romper esa monotonía asfixiante. Y piensas que ya vendrán días mejores, deseando que la suerte no te escuche, que la vida no te oiga, que la ironía no lea en tu cara lo poco que confías en tus propias palabras. Pero sí, "la pesadilla aún no ha terminado". 

lunes, 10 de febrero de 2014

Nuvole Bianche

Este cuento no empieza con torres y rescates, con bellezas o sueños. Empieza con un "si yo tuviera..." y ojalá tuviera esos ojos, esos labios, ese pelo, ese cuerpo, esa vida, esos sueños, ese futuro, ese amor, y todo termina justo donde empieza: "Ojalá".
La suerte se acabó y ya no hay pompitas que reventar, ni ojos extraños en los que aventurar el futuro. No hay un camino hecho o deshecho sobre el que echar a andar o por el que correr. No hay un pasado al que huir porque nunca existió. El tiempo corre más deprisa y ya no se puede atrapar entre las letras de un libro. Ya da igual si lloras una madrugada y a la mañana siguiente te levantas con los párpados hinchados. A nadie le importa. Ni si quiera a ti te importa. 
Ninguna ola te arrastrará mar adentro y tampoco te dejará varada en la orilla, buscando la entrada a un mundo secreto y misterioso. Y miras al cielo y buscas un rayo de sol que signifique algo, pero ya no eres capaz de darle sentido. Contigo se ha ido, contigo se ha muerto, todo lo que tuviste, que nunca fue tuyo y que creíste que siempre estaría ahí. 
Hay dos movimientos contrarios a tu alrededor, y no vas con ninguno, ni en ninguno de ellos vas tú. Uno pasa ante ti y sigue adelante; el otro va hacia atrás, pero ya no puede regresarte a ningún lugar. Tu imaginación murió un día de éstos que ya no recuerdas, y nunca encontrarás un sucedáneo satisfactorio que pueda sustituirla, al menos durante un tiempo. Ya no hay fin y sin fin, no hay alivio que cure anhelos, que rebaje iras e impotencias de entrañas abiertas.