martes, 29 de enero de 2013

Save the whales

Y así estaba yo, como una ballena varada en la orilla, muriendo asfixiada poco a poco bajo su propio peso, lejos del agua, de la vida. En realidad estaba tan cerca, tan cerca... pero no podía moverme, y no me moví. Simplemente el agua rozaba mis pies, cerré los ojos al sol y me quemé al más puro estilo guiri sin crema. Al final las olas me alcanzaron y la sal me abrasó la garganta. 
Me fui a casa arrastrando los pies, con un dramatismo surrealista. Tenía una especie de cartel en la frente que decía: Tristeza mortal, y la gente me miraba raro. Por supuesto, hubiera pasado perfectamente por ser una gamba gigante, pero yo no me veía así. Era mi momento de gloria, mi momento de víctima del universo infinito. Qué orgullo.
Al entrar en casa y ver semejante espectáculo, la bronca fue de aúpa, por supuesto. Los lloriqueos de la siguiente semana se acordaron de todos los santos difuntos de esa tristeza mortal/papelón de mi vida.

Y ¿por qué? Pues resulta que todo tenía que ver con un tío. Para variar, lógicamente. Nada más acabar el curso, después de una persecución festivalera/musical por varias ciudades, de quedadas, achuchones y revolcones, el niño me soltó aquello de "no sé lo que quiero, pero no quiero hacerte daño". Yo con la cara de tonta me vi diciéndole al más puro estilo Farewell song: byebye! Everything's ok. Y la criatura emigró a otro país, en busca de la princesita caprichosa. 
Auch, man. Así que ahí estaba yo, de vacaciones, quemada como una hamburguesa chamuscada, mirando el infinito techo blanco de mi habitación. No me salían ni las lágrimas, supongo que porque ya lo sabía. Lo cierto es que era hasta gracioso. El muchacho era muy predecible en verdad. Aquel día se me cayeron todos los misterios por los que me había enamorado, aunque a ratos volvían, ya difusos, muy diluidos. 

Después de una semana recluida del sol, salí a la calle toda emocionada, con una sonrisa tipo =D y dispuesta a comerme el mundo. Pero en cuanto llegué a la playa... Ay, Dios. El espíritu de la ballena me poseyó y me tiré en plancha en la arena, hecha qué sé yo. Y allí me quedé, hasta que se hizo de noche, pero de noche de verdad. 
Las estrellitas fugaces pasaban y a todas les pedía el mismo deseo, que aquello se arreglara, que volviera a empezar. En verdad no sabía qué hacer con mi vida, cómo ocupar los días, con qué distraerme. La tristeza mortal se convirtió en suspensión y lo único que se me ocurrió fue buscar una canción, pero ninguna me alcanzaba.

Ya  no valía de nada cerrar los ojos y olvidar el tiempo, las nubes, las risas, su mirada y todas las locuras que hice para encontrarlo en mi camino. Llegué a la conclusión de que había forzado demasiado las cosas. Claro, yo sólo quería que el creyera que eran casualidades y... =( Al principio funcionó. Pero...
Tuve que ponerme seria, ya no podía seguir siendo tan cría como estaba siendo. Si quería llorar, tenía que llorar. ¿Cómo? Obligándome a caer, tocando fondo yo sola. Y me tiré al vacío. Me leí todos los libros más tristes que tenía, escuché todas las canciones de amor y soledad que me sabía, vi todas las películas crueles, tristes y duras que me gustaban, recordé con mis amigas momentos inolvidables perdidos ya para siempre... Y qué sé yo. Caí. 

Llegó el momento de levantarse. Un día a las 6 de la mañana con los ojos como platos, me vestí, desayuné y me largué de paseo. En la playa tuve uno de esos momentos peliculeros junto a la orilla, el sol saliendo, el silencio roto por las olas... y el perro babándome la ropa y las manos para que le tirase la dichosa pelotita. (También tuve un momento a lo vigilantes de la playa, porque el muy imbécil se metió en el agua a por la pelota y en vez de salir, entraba más y más). 
Así que en ese escenario tan maravilloso y teatrero, pensé. Pensé mucho y llegué a la conclusión, no podía haber tenido nada real en verdad, porque jamás me había prometido nada, nunca me había dicho un "te quiero" aunque fuera de mentira ni nada de eso. ¿Cuál era mi camino? El que se fuese dibujando. Simplemente dejaría que fuera pasando el tiempo y... bueno, ya encontraría la salida o me ahogaría en el momento. Qué más daba, ya llegaría y pasaría algo. Y entonces a lo lejos empieza a llegar la madre de las tormentas...
Llegué a casa babada, con las bragas mojadas por haber rescatado al chucho y con los churretes de rímel que las magníficas gotitas, qué digo gotitas, goterones me habían dejado. 

Poco después acabaría el verano y la ballena abandonó la playa. Y estando a unos 200km del señorito "no sé lo que quiero", alias el pájaro inalcanzable, sujeto de mis sueños nocturnos, me hace saber un día la hermosa criatura que quiere hablar conmigo. ¿De qué? No se sienta y pregunta ¿qué tal estás? No, atajó y fue directo. Hablar de nosotros, de qué pasó.

- Ah, pues tú sabrás. El que cogió un avión y se marchó fuiste tú. 

Así que la sonrisa con patas, mariposa divina, lo volvió a echar de su vida. Otro capricho en su hermosísima historia de amor que acababa con él sentado en un bar contándome lo mucho que se arrepentía, el cúmulo de errores de aquel verano, la posible cosita que sentía por mí, eso que llamó sentimiento... blablablá. Y yo con la pokerface, sin saber si llorar, si darle un tortazo y largarme, me quedé callada y pensando. Al rato perdí el hilo, no estaba escuchándole ni mucho menos, y cuando me preguntó: Bueno, ¿y ahora qué va a pasar?, me limité a encogerme de hombros y tirarle la bolita que hice con una servilleta.
Me acompañó a casa, me hizo mil carantoñas y por mucho que lo mirase a los ojos, el encanto se había perdido.

Para cuando quise aceptar que quizá me estaba diciendo la verdad, que venga, vale, vamos a intentarlo, aunque ni si quiera había perspectivas de relación seria/liberal y/o semejante, me di de bruces contra el suelo. Las exigencias del guión decían claramente que no podía esperar y eso que la demora no duró ni un mes entero, pero él ya había encontrado otra sonrisa con patas, y el cartel de tristeza mortal no fue lo suficientemente certero como para segarle el pescuezo. 
Otra vez mirando el techo blanco infinito, pero ésta no es mi habitación, ésta no es mi cama y sin playa en la que vararme, simulo aceptar los hechos tal como vienen, mientras algo se me pudre dentro. Ay, Dios... Mis tropiezos maravillosos y yo. 
A día de hoy, él es feliz, sonríe al lado de otra mariposa divina y no se habla con la caprichosa. De vez en cuando se acuerda de mí, se ríe irónicamente de alguna de mis ocurrencias y yo me quedo con las ganas de matarlo, desollarlo, llorando preguntándome por qué es tan cruel. O a lo mejor es el efecto boomerang del cartel tristeza mortal. 

lunes, 28 de enero de 2013

Welcome to the dollhouse

Un pedazo de cielo azul se asoma por la ventana. Una única nube blanca flota ahí en medio, en ese hueco que queda entre un tejado y otro. Es suficiente para ver ese trocito de color azul, pero nunca encontrarás una estrella.
Y el mundo gira igual que siempre, mientras tú estás en la cama, mirando fijamente el techo, sin saber qué hacer. Sólo puedes darle vueltas a las mismas cosas, una y otra vez. Desearías tener la solución en las manos pero ni si quiera ellas te sirven para algo. 
Qué podría cambiar, qué podrías cambiar... Pero nada. A veces, simplemente no hay nada que hacer, nada que esté al alcance de tu esfuerzo, de tus ganas, y las circunstancias se encargan de coser las cosas a su manera.
Entonces pasa, y pasan los días, las semanas, los meses... Todo sigue girando menos tú. Dejas de ser especial para aquellas personas a quienes quieres. Las horas del reloj ya no cuentan tu presencia y cuando apareces, sólo eres fina niebla entre colores. ¿Y qué esperas? 
La vida no se puede apresar entre los brazos. El mundo no es de cada persona que lo habita. Nada de cuanto te rodea es de tu propiedad y no tienes el control de las cosas. Tu vida, sí, tu vida es tuya, y muchas cosas de las que pasan te demuestran que no, que no puedes escapar al destino, que la suerte te acompaña o no. No podemos decir que la suerte se la crea uno mismo, son palabras crueles e injustas.
Las fuerzas te abandonan, el tiempo sigue avanzando. La nube solitaria que antes has visto ya no está en ese cielo, y en ese cielo querrías estar tú, como tiempo atrás. Tu cabeza cae hacia un lado y las lágrimas resbalan en la misma dirección.
Aquella palabra maldita que destroza tu vida desde sus cimientos, aquella cosa que jamás has encontrado en ti, ¿la poseíste o simplemente te abandonó? Y el mundo sigue girando por mucho que busques la voluntad en cada milímetro de tu cuerpo. 
Ya sabes, muchos pájaros nacen con alas pero no todos pueden volar.

lunes, 21 de enero de 2013

Pourquoi la terre est ronde?

Porque aunque no lo creas, aunque quiera que pasen los días y no hable contigo desde hace siglos, todos los días me acuerdo de ti. Porque sí, porque ya lo sabes, porque te lo he dicho de tantísimas maneras... Y me muero por volver a verte, aunque sea desde lejos y no decirte nada, pero probablemente me moriría al intentar contenerme y no salir corriendo. Pero sólo por no verte otra vez salir corriendo... 
Quisiera una oportunidad, intentarlo, de cero. Como si no te conociera, otra noche de mayo, y que fuera la primera de muchas. No te pido que me acompañes siempre, toda la noche, toda la vida. ¿Cinco minutos? Eres tanto para mí que nunca sería suficiente. 
Se me vienen las lágrimas a los ojos por haber sido tan tonta, tan cría, tan incapaz de ver... Por no dejarte, por no haberme contenido. Pero yo no sabía... Y tampoco ahora sé mucho más. Para mí eres un misterio y precisamente ésa es la parte, al menos la mitad de lo que veo, que me atrae, que me pide que siga. ¿Por qué? No lo sé, sé que no estás en mi camino pero quiero intentarlo.

Y tú no te das cuenta, pero cada palabra, cada pequeño detalle que... Podría decir "has tenido conmigo", pero tampoco ha sido así, en fin... El caso es que a mí me llena más que todas las cosas bonitas que cualquier otra persona pudiera decirme. Yo no te hablo de amor y sé que no podría hablarte, sé que es extraño pero significas y significas mucho para mí. 
Cuando digo que yo nunca es porque intuyo cuáles son tus preferencias, tus márgenes. Imagino la línea divisoria de tus límites y supongo que sabría cuándo y dónde pararme. Que me equivocaría... Claro que sí, pero si no lo intento nunca sabré si es cierto lo que pienso.

No sé. No pienso en ti de esa forma novelera de "amor para toda la vida". Pienso en ti como... Pues eso, un espíritu libre, salvaje, demasiado aferrado a la libertad pero que confunde el compromiso con estar atado. Y yo no quiero eso... Yo quiero que bajes de esos altos vuelos y me escuches, o que simplemente me dejes escucharte a ti, escucharte en silencio porque hay momentos en los que sobran las palabras más comunes.
Pienso en ti como la persona perfecta pero demasiado inalcanzable. Créeme, nunca te robaría un segundo o un minuto de más. Claro que quiero. Quiero mirarte a los ojos y perderme en ellos (marrones y verdes, ¿verdad?) y que me sonrías con esa complicidad, con esa sonrisa tan bonita, picarona e irónica. Que me abraces y me envuelvas con todo tu cuerpo, y que me dejes demostrarte que yo también podría protegerte. Sé que un abrazo bastaría para derrumbar ciertos muros, pero tú no quieres.
Y también quiero la parte salvaje, que me muerdas hasta arrancarme los labios, que me respires en el cuello entre mordida y mordida, que me recorras las espalda arriba y abajo, que me... Que me vuelvas loca, a lo bestia, sin miedo a que llegue el día o que caiga la noche. Que no me importa, que se pasen las horas, las noches, las semanas... 
Que yo no pienso agobiarte y a pintarte promesas que no quieres escuchar en el espejo del cuarto de baño. Yo quiero tatuarme cada uno de tus besos en la piel, olvidarme de que fuera de un pequeño rincón existe un mundo entero. No voy a pedirte nada, no voy a suplicarte y a hacerte sentir mal. Tampoco quiero arrastrarme, por mucho que sepas que con una palabra me tendrías siempre.

Sé que nunca seré ella, tan bonita, tan perfecta y tan alegre. Sé que soy una caprichosa y una patosa que aún no ha descubierto su suerte, y porque considero que fue una suerte encontrarte en mi vida, me gustaría saber que en el futuro seguirás en mi camino. Y si no vas a estar, pues... ¿Qué puedo decir? Seguirás siendo el sueño más bonito que he tenido hasta ahora, el deseo más... Es difícil encontrar palabras que no puedas malinterpretar. Pero en fin... Solamente deshacerme contigo y formar instantes donde, cuando y como tú quieras. Sin romperte los esquemas, sin cortarte el paso, sin arrancarte una sola pluma. 

Pero todo acabó...!!

Y sigo perdiendo ganas, gasolina, motivos... por el camino. ¿Qué me queda? N.A.D.A.
Llega un momento en que el sistema se colapsa y se para y nada de lo que hagas sirve para que vuelva a funcionar. Das vueltas y vueltas a ver si encuentras una solución pero no hay ni un triste grano de arena a tu alrededor. ¿Y qué haces? Sigues pensando, sigue pasando el tiempo y sigues igual de perdida y cansada de todo.
Miras las horas, un cristal empañado, un vídeo, bostezas, cambias la tele... Sí, claro. Visualizas momentos futuros que suenan a milenios lejanos, pero no de forma realista, sino como un posible "sería" (would, que lo expresa mejor). Y nada, puedes sentarte a esperar. Pero esa espera de no-acción/cero-movimiento tendrá unas consecuencias, por las cuales luego te lamentarás, llorarás, blablablá y no habrá sacrificio humano/animal/vegetal que lo solucione. Los milagros también son sistemas que se colapsan y San Judas hay favores que ni si quiera decide cobrarse, puesto que no te los concede.
Y... ¡aaaay!! Quieres pensar algo optimista y es como: Venga, vamos, concéntrate, TODO VA A SALIR BIEN. Y vuelves al círculo vicioso: porque tal, porque cual, porque esto, porque pasará, porque si no... y si no sé qué, y blablablá... Entonces el torrente de lágrimas vuelve al ataque, te caes ya sin fuerzas en la cama, a la espera de un mundo mejor, derrotada, sin encontrar ya más agua dentro de ti que llorar y nada. No hay ni ángeles que vengan a echarte un cable, por si acaso son mancos, ni gente que te escuche ni te dé soluciones, ni personas responsables que te digan lo que tienes que hacer, ni nada que afloje un poco el nudo de tu garganta... En fin, que eres muy grande y la mierda ya te la puedes comer sola, cosa que hace mucho tiempo que ya haces, pero la gente no lo sabe y todo el mundo vive emperrado en darte lecciones de vida y de moral. Sí, señor, vosotros me enseñáis todo, yo jamás he aprendido nada. 

lunes, 14 de enero de 2013

The sense?

Odio esa curva del camino cuando todo se hace nada, invisible, disuelto. Cuando se te nubla la vista y no hay nada al alcance a lo que puedas agarrarte. Y buscas a tientas, aún habiendo luz y viendo claramente tus pies en el suelo, si es que es eso. Solamente sientes el cemento o la tierra pero el silencio inunda tus oídos. 
¿Por qué echar de menos? Porque en esos momentos la cabeza te pide otras cosas, cosas que no se encuentran donde no tienes lugar. Y haces lo imposible por escapar, pero sabes que no puedes, que las circunstancias no te lo van a permitir y nadie va a venir a sacarte de ese puto agujero.
¿Resistir? Ja ja ja. 
Menuda broma.

viernes, 11 de enero de 2013

"Photograph"... Everytime it makes me SMILE

Cuando miro esa foto se me vienen muchísimas cosas a la cabeza. Recuerdo perfectamente ese día, hace ya cuatro años, y parece mentira que el tiempo haya volado de tal manera. La foto resume un poco cualquier cosa que quiera o pueda llegar a decir, porque simboliza dos "ideas" que últimamente me han rondado mucho por la cabeza. 
La primera es que, sin duda, volvería con los ojos cerrados a esa etapa de mi vida y que volvería a revivirla de principio a fin, con lo bueno y lo malo, las risas, las tonterías, los enfados, las lágrimas... No me importa. A día de hoy puedo decir que jamás he vuelto a verme tan completa como entonces, sólo que no lo sabía y ahora sí. A lo mejor es el tiempo, que todo lo deforma y borra los contornos. Hace un par de meses alguien dijo en una conferencia que no podremos contar nunca nuestra vida tal como fue realmente, sino que la contaremos según la recordemos en el tiempo, y seguramente en su momento todo me parecía una grandísima mierda, pero a día de hoy la echo de menos como ninguna otra cosa en este mundo.
La segunda idea es que eso se acabó, que finalmente se ha acabado una etapa de mi vida y es la primera vez que siento que cierro un gran capítulo. Mi primer gran capítulo, mi segundo pequeño capítulo. Así que, Goodbye, la mejor palabra para decirlo, sin duda. Suena mejor que en español, la verdad... por lo menos a mí me suena mucho más profundo, más poético. 

Y realmente poco más puedo decir. ¿Por qué ahora? Porque así lo siento, porque no creo que sea algo que sucede a menudo y sé que es el momento. El momento de no sé exactamente qué, ni qué traerá este año, el que viene y todo lo que llegue después. La idea de futuro próximo o lejano ha desaparecido de mi horizonte. Sé que el tiempo va a seguir pasando pero los planes son algo con lo que ya no cuento. No es improvisación barata, es cuestión de la creencia que tengo después de las circunstancias que rodean a todo el mundo prácticamente. Algún día esto acabará y tendré otras ideas, alguna meta, alguna movida por la que "luchar", o eso espero. Tampoco me preocupa demasiado ahora. 

Contradicción. Ésa es la palabra. Por un lado "cambiaría todos mis mañanas por un solo ayer", pero sé que el mundo tiene otras cosas más interesantes, muchas puertas que quiero y espero poder abrir, y que algún día... El movimiento sigue sí o sí, y no importa lo que el cambio o los cambios arrastren, se lleven o desgarren. Realmente nadie lo va a parar, y si alguien se detiene, ¿qué puede significar? Morirse en vida es peor que morir, o al menos así lo entiendo. 
Y siempre pienso eso de "bueno, pero al menos lo recuerdas y tal, y eso nadie te lo puede arrebatar"; luego te juntas con un par de amigos y contáis historias, recordáis todo lo que habéis vivido juntos y sabes que en el fondo ellos piensan lo mismo. Pero ¡ay...! Cuando te ataca toda esa marea nostálgica, al final en el flotador/salvavidas sólo estás tú, sólo cabes tú.

Una de las cosas que tira de mí hacia adelante pero que también me hace no querer avanzar es el egoísmo. Poco a poco me doy cuenta de que cada vez tiene más caras eso de "hacer tu vida y punto", que tiene más dimensiones de las que yo pensaba. Los sistemas se agotan, sí; encuentras a una persona y lo das todo por ella, sois uno en vez de dos; las relaciones cambian, no todas resisten el tiempo; el camino sigue ahí para que lo recorras, etc., y todas esas cosas, pero siempre encuentro un PERO. Será que no lo puedo comprender, que no lo llegaré a saber hasta que me pasen las mismas cosas que veo en tantos y tantos, pero a día de hoy... sólo veo actitudes demasiado egoístas, o al menos me lo parecen. No digo que yo no lo sea, pero a veces falta demasiada gente con la que creías que podías contar.

En fin... Me quedo con los dos lados, las dos ideas, los dos pensamientos con los que estoy ahora. Uno no es mejor que el otro, pero otro es más seguro que el uno. Me imagino que la perspectiva que te da el tiempo te hace pensar que lo pasado es mejor, o peor, claro. Sin duda, no cambiaría ni una coma pero hay muchas cosas aún por repasar, por repensar... Algún día, ahora no. Simplemente no me creo que la felicidad esté a la vuelta de la esquina, y prefiero seguir avanzando en esa nada que se va dibujando con mis pasos. Un año nuevo, un próximo mes de Febrero, otro Mayo dorado, otro verano noche... Y me atrapa, esa idea me atrapa. 
No sé muy bien lo que quiero pero sé que NO quiero perdérmelo, por muchas piedras o florecitas que me encuentre o me salgan al paso. Y allá vamos: Hola, día nuevo. 

jueves, 10 de enero de 2013

LCN

Y si lo miras con los ojos entreabiertos parece que estás en el mismísimo cielo. Los destellos azules te alcanzan desde cualquier rincón y el silencio es el mismo de siempre. Vale, hoy está vacío, al menos no hay emoción flotante en el ambiente. Ni si quiera el agua hace su habitual ruido, ese murmullo gracioso que acabas echando de menos si dejas de escucharlo. Entonces miro a las escaleras y ella está ahí sentada, pero como en otro mundo, y no en éste. La observo unos minutos y al final me mira, lenta, pesada, como derrotada. 
Me pregunto a dónde habrá ido su luz, el dorado que la envuelve y sé que hay algo más que aún no conozco. Una parte de ella que sigue siendo un misterio inalcanzable, que alguna vez ha querido susurrarme en una nana sin palabras. Y recuerdo su sonrisa como una sugerencia, el ánimo a probar, a intentarlo. Era ella quien a veces venía en sueños a coser los desgarrones del día. Era ella quien me echaba la capa sobre los hombros y dejaba que durmiera en una nube siempre que quisiera. Ella, quien tantas veces me tomó de la mano y me dijo "¡Baila!" sin pronunciar palabra. Porque cuando pude mirar al vacío desde la cumbre, ella estaba detrás, delante y a mi lado.

Me acerco y me siento a su lado. Me mira fijamente como esperando algo, pero no leo nada, ni veo rastro alguno de posible intención. ¿Qué quieres decir? Y levanta la cabeza hacia arriba. Allá lejos, lejos de nuevo en la cumbre, pero ésta vez no sé si iremos juntas. Aún así, no pienso dejarla, así que sólo puedo esperar que pase el tiempo. 
Recuerdo la música de entonces, las mismas canciones que han escrito mis pasos estos últimos años. Alguna vez me llega una vieja letra, una voz desaparecida, pero no es el momento de ninguna. A lo mejor mañana... Lo único que sí repito es lo de castillos derrumbados, palacios desolados y caminos que continúan. Mirar atrás, alas viejas, flores que están esperando en el letargo de su semilla. ¿Cómo te explico eso? Y sabemos que probablemente no sucederá esa esperanza que pretende rajar el horizonte y teñirlo de aurora.

El blanco de su vestido también se ha apagado, como la luz de sus ojos claros. Se muerde los labios, arrepentida quizá por no saber cómo continuar. Le sonrío sinceramente: no tenemos por qué preocuparnos. No importa si es una certeza o un error que cometeremos más adelante, puesto que no lo sabemos, pero no importa qué dirección tomemos, y alguna habrá que coger. ¿Cuál? Esa misma, hoy lejana, cada vez más próxima. Primavera misma, Mayo del recuerdo.

miércoles, 9 de enero de 2013

Si tan sólo...

Y voy a cerrar los ojos, y voy a contar hasta diez, y no voy a mirar mis pasos para encajar de nuevo en mis huellas. Ahora no necesito vendas que caigan por su propio peso, no necesito quitar más velos nubosos que enreden mi pelo. Voy a respirar hondo, muy hondo, y a quedarme muy quieta, a preparar, a sentir, a acoger en cada milímetro de mi piel la máxima sensación. Sólo quiero tacto, puro tacto, caricia leve, roce de pluma.
Tu sonrisa clavada en mi memoria, el sol acariciando mis mejillas, y sentir que todo está bien, tan bien... así, sí, primavera. Y Mayo volverá a ser una cumbre dorada, y no me importa que el palacio de otros sueños esté destruido, porque lo que verdaderamente me importa del mundo azul es que nunca estuvo vacío. ¿Y sabes cuál fue su mayor mérito? Que ha resistido, que seguirá existiendo.

Una parte de mí se cierra para siempre. Por mis dedos ha resbalado algo que nunca jamás recuperaré. Hay un reloj invisible que da cuerda a cada uno de mis movimientos y ya no cronometrará ni uno más de aquellos. ¿Pena? Toda y ninguna. No miro con ojos de halcón cada momento pasado, pero tampoco calculo con mirada de buitre restos irrecuperables. Ahora mismo sopla un aire diferente, y es algo que flota, un aroma, un algo distinto e indescriptible.
Si supiera que es el momento, que tendría que irme a algún otro lado, lo haría. Estoy alejándome por una orilla al atardecer, pero voy con los ojos cerrados y no veo nada, sólo siento la luz tras los párpados. No sé explicarlo. Sólo sé que siento, tampoco presto demasiada atención al agua que me moja, a la brisa que sopla o al ruido de las olas. No necesito mirar al cielo para saber que está ahí, que es azul a un lado y amarillo anaranjado al otro. Tengo la certeza de que el sol está conmigo y me hace cosquillas también en los labios. Y sonrío...

Más adelante, quizá, quizá un poco más allá, en este mismo camino, un día encuentre a alguien. A ti. Y no sabría cómo explicártelo, qué palabras usar... No puedo jurar que tengo la verdad en mis manos pero es algo que dice que sí, que me anima a que siga y que espera que algo suceda. Como si las semillas supieran que antes o después crecerán y acabarán por florecer. Y me muero por decir alguna vez "¡Por fin!, he esperado tanto y tanto...". Porque creo que es maravilloso poder sentirlo, poder creer que algún día las cosas resbalarán en ti, que nada llegará a tocarte porque se desvanecerá en el aire y por una vez, sólo y por primera y única vez, no van a ser tus sueños los que se vayan por el desagüe de la ducha.