jueves, 27 de diciembre de 2012

When the time goes by...

- Entonces... ¿se acabó?
- ...

La mira a los ojos y el brillo de la decisión sigue ahí. No hay nada que hacer. El futuro tiene muchos caminos, muchas puertas y a veces patas de las que cojear, pero... Contra viento y marea no hay mucho que hacer. Byebye, que vaya bien. Quién sabe si no estarás cometiendo el mayor error de tu vida.
Tijeretazo.

- Pues... Nada. Adelante, si es lo que quieres. Es tu vida, tus reglas, tu camino y sólo vas a jugar tú.
- Ya, pero...
- Es lo que quieres.

La sonrisa se muda el traje, el aire barre otras esperanzas y el mundo que estaba patas arriba está colgando de una tela de araña. ¿Qué decir? El vuelo, el vuelo... A veces, no muy por encima del suelo.

martes, 25 de diciembre de 2012

Tormentas...

Y me encantaban aquellas noches, cuando la luz se iba en toda la casa y el cielo se volvía azul oscuro, cuando los relámpagos estallaban, como si fueran a partir el cielo, y se reflejaban en la pared junto a mi cama. Después del trueno caía un chaparrón de miedo y yo disfrutaba del espectáculo, metida en la cama y tapada hasta arriba. A través de la ventana veía la tormenta y me parecía maravilloso. Creía que no había nada más enorme que el cielo imponente que cubría toda la ciudad.
Años después estoy aquí tumbada, en un sofá cama, en una casa ajena que pretendo convertir en mi hogar. Me da igual lo que puedan ver los vecinos porque he descorrido las cortinas al máximo y estoy de cara al ventanal. Estoy viendo otra de esas tormentas, fiera o al menos eso intenta. Y parece que los cristales tiemblan, o al menos el sonido retumba en el eco de esta vieja casa vacía. No importa demasiado, simplemente voy a disfrutar del espectáculo, en una ciudad distinta. 

martes, 18 de diciembre de 2012

Wiiiiii!

Estar en la cumbre de la sonrisa, poder alargar el brazo y acariciar la noche, ¿seguro? Seguro. Mira la luna, mira las estrellas, mira cómo las nubes les abren paso, como si supieran que estás aquí y quieres verla. Y cerrar los ojos en medio de esa embriaguez. Ay, felicidad... ¡No te vayas nunca!
A los pies de la montaña, allí donde se acumulan lágrimas que penetran la tierra. Es aquí donde puedes tocar la tierra, húmeda y blanda, donde el agua de las tormentas cae, en una nube gigante de verano que te recuerda a tiempos más felices. Me he preocupado lo suficiente como para que no me ahogue. Ya ves, quizá he conseguido aprender de mis errores.
Y en la curva de la contradicción, allí donde se unen ambas cosas, puedo decirte que prefiero sentir la intensidad de los extremos para poder vivir más tiempo en equilibrio, o al menos en el intento. Algún día elegí la montaña rusa, probablemente fue antes de nacer. ¿Me arrepiento? Quién sabe. Cuando llegue el final de la vida te diré si es cierto o no que sólo las cosas buenas son las que se recuerdan. 

domingo, 16 de diciembre de 2012

andidon'tknowwhati'vedonetome

Llega un momento en que desaparecer de la vista de todos y de nadie es lo único que apetece. Saberte invisible, para bien y para mal, como si nunca hubieras existido. La incapacidad de hacer daño, la capacidad de dar algo mejor. Un hueco libre, un hueco vacío, un algo que nunca existió.
El mundo no sería mejor ni peor. Cada día pasa eso: mueren millones de personas y realmente no significan nada, nada salvo para alguien, o quizá unos pocos. Pero tendemos a olvidar y la vida nos hace enterrar. Si no enterramos al recuerdo, la vida nos entierra a nosotros. Caminar, hay que caminar, sí o sí. 

Y llega un momento en que te planteas si realmente existe la libertad, si alguna vez lo fuiste, y hasta si tal vez quieres serlo. A veces creo que todo son cadenas, que no hay nada puro, nada que merezca la pena. Otras pienso que estar atado y rebelarte con toda la fuerza y energía que se pueda, con todo lo que tengas a mano, es el único movimiento verdadero que podrás hacer en tu vida. Algo así como gritar. Y cuántas veces creo, caigo y vuelvo a creer que más allá de ese cielo azul, aunque no haya una mierda de paraíso ni cuentos de edenes perdidos, se puede abrazar esa plenitud que te vacía de venenos materiales.
Una vez, sólo una vez en mi vida, pude experimentar realmente lo que era la paz interior. Una vez que me quedé dormida y no sentía mi cuerpo, pero llamaron a la puerta y me sacaron del sueño. Otra noche pensé que me iba, que me iba felizmente creyendo haber vivido todo lo que tenía que vivir. Solamente tenía 14 años y 41º de fiebre. Y solamente hay un lugar en el mundo donde se quedó esa última parte de mí con la que quiero reencontrarme para decirle, para que sepa que hay más, que puede estallar esa burbuja sin miedo. Sé que no se puede volver al pasado pero en esa parte ilógica de mi cabeza aún me veo rota tumbada al sol en una montaña.

A veces te embarga tanto la sensación de estar en medio de nada, de andar perdido en sabe Dios qué movidas, que no entiendes ni las palabras más sencillas. Lo único que haces es dar vueltas, girar sobre tu propio cuerpo, intentando encontrar una cara o una mano que se ofrezca voluntaria a sostenerte 5 minutos. Pero sabes que eso no va a pasar, y entonces quieres volver, pero ¿volver a dónde? Los últimos refugios que se te ofrecieron ya no están en pie o están demasiado lejos, y tienes que dejar pasar un espacio de tiempo muy grande, tiempo en el que te puedes volver más loca aún, perder más de lo que ya nunca tendrás, gastar tontamente paciencia y tiempos invisibles que no te corresponden. 
Sabes que el día no llega, no llega hasta que llega. Y llegó. Entonces lloras, lloras sin remedio y sólo piensas en meter la cabeza entre las sábanas. Te preguntas si hiciste algo para merecértelo, te interrogas una y otra vez, analizando, comparando, intentando comprender la suerte. Pero ¡te equivocas! Como siempre. Sabes que si ésa fuera la respuesta la vida no tendría sentido. Lo único que da sentido a la vida es el cúmulo de errores y triunfos, de caídas y levantamientos. Entonces te animas con un "talvez" y sigues, sigues un poco más cada día. Pero en tu caso, esa voz que siempre se quiso llamar instinto te dice que siempre hay alguien que rompe la norma, y por narices has de ser tú, porque lo llevas inscrito, grabado a fuego en el genoma/destino/naturaleza/formadeser/futuro/loquesea. 
Y aunque sabes que nunca vas a poder cambiar, te enorgullece creer que ya has dado un pasito más en otra dirección, en algo que te convierte en alguien mejor, a pesar de que lo básico no cambia. Te das cuenta de que un pasito más es lo que tu abuelo te dijo: al final enlazas un año y otro y otro, y la vida nunca es suficiente. 

Rurru*2

Oye, Rurru, es hora de levantarse.
- Baahj.
Pero sabes que no tenemos tiempo, que no tenemos días, sino a penas unas horas. Contadas, que se evaporan y se marchitan en cada segundo que pasa. Eso que es, el instante...
-Chopenjauer. Baajhh baahjj!
Noooo! Pequeño, arriba. Te necesito.
No puedes dejarme sola con la desesperación. No puedo ni quiero creerme que lo malo y lo peor tengan que pasar por aquí. Acordamos que sólo había una posibilidad y que sería así, que será así, pero tenemos que encontrar la manera. Y yo sola no puedo con el mundo entero.
-Chaa.... chaa.. Rrrrr
Sabes que no tienes razón. No puedes vivir de espaldas a mí. Te vas a tener que levantar antes o después pero te necesito ya.

Mira, me entra ansiedad y no puedo. No puedo controlarme cuando me atacan las lágrimas, las dudas de no saber si acabaré a tiempo, de lo que pueda pasar. Porque, ¿y si tengo que vivir dos meses en esta situación? Tú sabes que sólo te tengo a ti, en el fondo de ese abismo llamado estómago, al fin y al cabo, sólo tú me acompañas. A nadie le interesa si tengo o dejo de hacer. Nadie va a vivirlo en carne propia salvo yo, por eso es tan fácil tender al egoísmo, pero mi cabeza está en otros derroteros. No puedo pensar en lo que realmente debería importarme. Siempre acabo dándole más importancia a lo que tenga que ver con tonterías o gente.
- Aaaahh... ñiiiioouuggg ñiiiuuugg
Anda, por favor, ayúdame... Sólo son unas horas. Unas horas y podrás volver al recogimiento de tu sueño. Después ya me quedaré yo sola haciendo lo que sea, comiéndome, carcomiéndome, desintegrándome, pero ahora mismo quiero que te levantes y pienses un rato en esto.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Prendida en tu mirada

¿Que por qué le sigo queriendo? Sí, por qué. Bueno, no se me ocurre por qué no hacerlo. Ni si quiera podría imaginar cómo dejar de hacerlo. No, no podría ser; no cuando se trata de la persona más maravillosa que has conocido jamás, la única que ha conectado de verdad contigo, que se acaba convirtiendo en tu mayor apoyo, y sí, la única que te quiere tal y como eres, sin importar nada más. Y a pesar de que ya ha pasado algún tiempo, aún hay días en los que me despierto pensando que en seguida abrirá la puerta de la habitación, que entrará sin hacer ruido para despedirse de mí.
En mi mente es todavía el mes de mayo y estamos juntos. Las calles están abarrotadas de gente, el escenario al fondo de la plaza y la música que se mezcla con miles de voces; la noche es cálida y la luna llena corona el cielo. Estamos sentados en las escaleras, rodeados de nuestros amigos, riendo, bebiendo, fumando... Y no puedo pedir más. Cuando ya está amaneciendo, llegamos a casa. Sólo falta un día para que yo tenga que irme y lo único que quiero es estar con él, que me abrace y no me suelte nunca. Nunca. Pero entonces yo no sabía que aquella sería la última noche que pasaríamos juntos, y lo único que pude pensar es que había sido todo demasiado perfecto.

Simplemente pasó. El verano llegó y la siguiente vez que nos vimos todo había acabado. No dijo gran cosa, solamente que las cosas habían cambiado, que estaba confuso, tanto como para ni si quiera intentarlo. Lo único que pregunté fue si era feliz y me dijo que no. ¿Por qué? Algún día, cuando lo averiguara, me lo diría; mientras tanto, no quería engañarme, vivir haciéndome daño. Pocas semanas después supe que ella había vuelto a cruzarse en su camino.
¿Me enfadé? No. Fue extraño. Desde el principio supe que aquello tendría un final y procuré no pensar en ello, intenté creer que podría vencer esa barrera yo sola. Y otra vez caí en la cuenta de que, como si fuera una intuición o simplemente una casualidad, no lo sé, pero hay cosas que una sabe de antemano. Hay una voz que siempre está ahí, un pensamiento que trata de advertirte para que no te impliques, para que no te caigas. Pero esta vez no hubo esa autodestrucción previa para escalar posiciones más tarde; no lo necesité. Era él, él en sí, toda su forma de ser, y supe, supe que no podría apresarle. Un día tenía que volar y ese día llegó.

Claro que el sigo queriendo. No sé si se le puede llamar amor, si hay algo más grande y más fuerte que esto que siento y que lo que sentía entonces. No sé por qué la desolación no me alcanzó. Por supuesto que hay momentos de flaqueza, aún a veces me pasa. No todos los días encuentras a alguien que hace de cada instante lo mejor, que te roba sonrisas a todas horas, aunque él mismo sea quien está hecho polvo. No todo el mundo tiene la capacidad de hacerte sentir bien, que te haga pensar en la suerte que tienes de haberle conocido y de hacer de tu vida algo maravilloso.
Sí, a su lado me sentía viva, viva de verdad. Ahora también pero no con esa intensidad. Echo de menos ese abrazo que me rodeaba la cintura de noche, los buenos días susurrados y los besos de despedida. Echo de menos todo lo que él era conmigo y quién era yo con él, pero no era nuestro camino. Nunca lo fue. Me alegro de haberle tenido durante algún tiempo, y sólo espero que sea feliz con alguien que le sepa apreciar de verdad, tal y como se merece.

lunes, 10 de diciembre de 2012

...

Déjame que roce el suelo. ¿No ves que el cuerpo me pide tierra? Tierra, húmeda y fresca. Necesito sentir que me hundo, que me pierdo, que me autodestruyo para coger fuerzas. Déjame cerrar los ojos, por favor, ya no me quedan más fuerzas. Llévate lo que pienso, lo que siento, lo que soy. No quiero malgastar la suerte perdiéndome la vida. Sabes que yo elegí vivir en un extremo u otro pero que suelo habitar ese espacio entre el todo y la nada, eso que no es ni existe.
Quiero notar la suspensión y que cuando abra los ojos vea las cosas de forma diferente. No quiero escapar, no quiero posponer, solamente quiero superar. Pero no me pidas que entienda. No me digas que el mundo no va a poder conmigo, que yo soy más fuerte. No. Sabes que no es cierto. Ser vulnerable no es una opción. Saldré, sí, lo sé, pero no hoy. Por eso te necesito cerca, solamente cerca, ni si quiera que me des la mano. Eso es algo con lo que nunca más he vuelto a contar.

"Cuando llegues a casa aún habrá muchos kilómetros por recorrer".

Y sí, quieres mantener la compostura y mira. Cuentas las horas para que el calendario no pierda ni un día y a la vez deseas que sean como pétalos y se caigan todos a la vez. Estar en el medio de esa indecisión, de eso que no sabes cómo ha llegado a pasar. Odio la contradicción, odio que me pierda y me ahogue, porque al final no gano nada, no me juego nada, tampoco pierdo nada. Se llama vacío, eso es todo.
Me mata, me mata el puro egoísmo, que el tiempo de la risa fácil y la lágrima amarga se haya esfumado. Que el mundo ya no sea nuestro. Que todos esos años se hayan ido a la mierda. ¿Qué me queda, Dios? ¿Qué me queda? Un montón de recuerdos que me ahogan desde la distancia, eso es todo lo que me queda y me sepulta. Un montón de hojas llenas que me amargan el resto de la existencia, atándome el cuerpo entero de impotencia por no poder hacer nada. El cambio es inevitable, y si no cambias te mueres. Y eso es lo que me está pasando. Me vengo abajo con un mundo que ya no existe y del que no puedo salir.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Rurru*

Rurru me dice de vez en cuando cómo se siente. Cuando algo le afecta demasiado simplemente se da la vuelta, cara a la pared y se pone a dormir para no llorar. Cuando está cansado me mira con sus ojitos tristes y me dice ¡Bah! ¡Bah!, tratando de parecer fuerte. Pero sabe que no me engaña, que lo conozco demasiado bien.
Rurru es terrible. Se equivoca demasiado y tropieza fácilmente. Habla mucho de perder el norte y nunca encontrarlo. A veces me pregunto si alguna vez lo tuvo, o si nació con él. Sospechamos que no. Y cuando Rurru cierra los ojos porque no puede más, tengo que intervenir. Me siento a su lado y le pregunto, intento hacer que decida, que piense sus opciones, pero Rurru tiene una nube en la cabeza y sólo dice ¡Bah!
A pesar de todo, Rurru sabe que por mucho que se equivoque e intente cambiar, no podrá contentar a los demás. Por eso tiene claro que nunca podrá mentir y negar esa parte que le hace ser como es. Nadie conseguirá evitar que las cosas le afecten, para bien o para mal, y que no actúe acorde a lo que siente. Por eso Rurru es fuerte, porque tiene esperanzas, porque sigue adelante, porque se empeña en que mañana será otro día, un día mejor. Y si por la noche Rurru está en la cama, acurrucado y encogido sobre sí mismo, harto del mundo, sabe que un día de los que vienen a continuación de éste, tienen que ser diferentes y que él tendrá que levantarse. Para Rurru, la palabra "futuro" a veces significa miedo, pero otras significa "¿qué ocurrirá?" y esa mezcla de miedo e incertidumbre son las bases de sus pasitos y su curiosidad. 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Vendetta! Vendetta!

Mira la noche, mírala cara a cara. Pregúntale a la luna si merece la pena, y quizá ella esté mirando en estos momentos las mismas estrellas que tú. Y supongo que el sueño te dará la respuesta. Los vasos se llenan y también se tienen que vaciar. Puedo entender que estés cansado y aburrido, harto de caprichos y tonterías de madrugada. Es lo que tienen las niñas que se vuelven rebeldes demasiado mayores... Y quién sabe, a lo mejor se arrepiente, pero tú no querrás volver a empezar.
Y mira, mira el sol que te acompaña. Es un privilegio que no todos podemos tener y sí, lo más importante es que no lo pierdas nunca. Aunque te desgarren el vientre profundo, probablemente haya algún polvo que valga más que todas las historias de amor baratas y enlatadas que se te presentan a diario. 

Pero, ¿para qué te digo...? Pues no lo sé. Me rompe saber que estás mal, que algo se te haya resquebrajado y digas ¿qué más da? ¡No! Porque lo tuyo es siempre una huida hacia adelante, un alto vuelo que impide que alguien te alcance y le des rienda suelta a todo ese cúmulo de confusiones, emociones, enfados, lágrimas... Sí, cariño, eres muy fuerte pero también necesitas ser débil. No todos los abrazos son refugios seguros ni sinceros pésames. La verdad es que hay mucha mano negra disfrazada que sólo piensa en sus intereses. Y hay algo que me hace querer decirte todas las tonterías que se me pasan por la cabeza, como ahora, y otro algo que me empequeñece a tus ojos y me hace sentir idiota. Porque no pinto nada en tu vida ¬¬

Y ¿por qué te digo...? No lo sé. Supongo que para demostrarte que mi cero capacidad de ayuda está a tu disposición, que no es necesario que me cuentes para saber, no lo sé. Quizá sólo quiera que me mires una vez más a los ojos y quedarme flipada, o quizá quiera de verdad ayudarte. Sólo sé que me importas, y mucho. Así que nada, señor pajarito-halcón-orgulloquebrado-sonrisaperfecta-ojospreciosos, lo único que me queda es que eres mejor que todo eso, que encontrarás la felicidad aquí o allá, pero que te des tiempo para ello. El suelo no está tan mal y a esa altura a lo mejor podríamos hablar. Sólo espera, un poco más, y verás como todo acaba siendo mucho mejor. 

14 de Noviembre de 2008

Entre un montón de sábanas blancas de olor dulce y duradero, junto a una ventana que da contra la torre Eiffel, me despierto en esta cama junto a ti. 
Puedo tener tan sólo 17 años pero ya sé lo que es sentir el amor; puede que no sea el verdadero, pero sí el primero. Quizá el segundo, ¿o al revés? 
Me giro y te miro, aún durmiendo dulces sueños, respirando tranquilo. Parece haberse detenido el tiempo en esta habitación y no me importa, porque es precisamente lo que quiero. Y si pudiera tenerte a mi lado por siempre y aquí, por supuesto que me quedaría. 

Me levanto y voy hacia la ventana. Aún estoy desnuda y no me importa que algún parisino o turista madrugador me vea. Aquí soy libre, aquí puedo ser yo...O quien yo quiera ser. Todavía no ha terminado de amanercer y el cielo es azul, azul oscuro y frío, ¡tan, tan hermoso! 
Noto el frío en mi cuerpo, penetrándome; se me pone la piel de gallina y se endurecen mis pezones, pero continúo mirando afuera. 
París despierta y la gente comienza el día, bienvenidos a una rutina a la que yo soy ajena. Oigo un pequeño movimiento a mis espaldas, un suspiro y te veo de nuevo. Ya es de día, pero el cielo aparece frío. Frío el que yo tengo, pero no dentro de mí... 


Me tumbo junto a ti, mirándote. Te miro, te miro y te miro, pensando que no hay nada más hermoso y maravilloso que esto en el mundo, esta magia, esta confianza... 
Sueño que me pierdo otra vez contigo, en este mundo que nunca antes había pisado y tan sólo pido que no se acabe. La felicidad es inmensa y quiero disfrutar de ella mientras pueda. 
Acaricio tu mejilla mientras duermes, plácidamente, respirando con toda la tranquilidad y calma que se te pueda otorgar. Y pareces tan feliz...Y todo es grande pero pequeño, simple pero hermoso... 

Al fin despiertas y yo sonrío, a penas parpadeas, me miras y sonríes con esa sonrisa que me enamoró. 
-Buenos días...-dices. Y yo me vuelvo loca otra vez. Me abrazas, me besas y no me sueltas. Acaricio tu pecho, juego con el piercing de tu pezón y me pierdo en tus ojos verdes, deseando que esto dure eternamente. 
Sigues abrazando mi cuerpo, acariciándome y me besas, de tantas maneras...Como a mí me gusta; como a ti te gusta. ¿Podemos quedarnos aquí para siempre? 
-Ojalá...-respondes.- Pero podemos volver algún día. 
Te miro a los ojos y vuelves a besarme, hasta que el ardor se apaga y volvemos a quedarnos dormidos y abrazados, en este París lejano, en un sueño vivido.

Nochevieja (7 de enero de 2009)

La lluvia mojaba su cuerpo, corría por su tupé y se perdía en su ropa, sin que ella se inmutara. Andaba lentamente, como si cada paso fuera un suplicio y sus pies de plomo, con los tacones negros en la mano. 
-Malditos...- pensó, echándoles un vistazo. Eran altísimos, negros, de punta redonda y de charol. Preciosos. 

-Ay, lo que es siempre amor a primera vista, ¿duele tanto después? 

Volvió a mirar los zapatos y asintió. 

Llevaba un vestido de tirantes finos de color negro y blanco. Era muy suave. La parte de arriba era blanca y de escote cuadrado; a partir del pecho se convertía en negro y era totalmente ajustado hasta la cintura, y luego caía como si fuera un tutú. 

-Me tapa justamente el culo- dijo cuando se lo probó. 

Llevaba una mini chaqueta de cuero y su peinado era un tupé hecho con el flequillo y había llevado el pelo liso, aunque ahora caía rizado a ambos lados de su cara. 
Su maquillaje no ocultaba su tristeza, a pesar de que la noche había sido maravillosa, pero el detonante fue el momento en que se acercó y... 

-Mierda...-suspiró. 

De haberlo sabido, no habría dicho nada. Había puesto todas sus esperanzas en aquella noche. Se había arreglado especialmente para dar lugar a su único sueño. Y él se había limitado a sonreir vagamente, acariciarle la cara con un gesto como de pena y a irse, dejándola sola. 

-¿Por qué? ¿Por qué tuve que ir? Si no hubiera ido, seguro que ahora me sentiría bien, y no estúpida, idiota y tan sumamente pequeña. Dios mío, ¡qué ridículo! 

Sentía ganas de aporrear la pared que tenía al lado izquierdo. ¿Por qué no le haría caso a Sue? Sue siempre tenía razón. Pero ella no, hecha cabezota había construído aquella imagen para conseguirle y lo único que logró fue perder su única oportunidad, si es que la tenía...

Utopía (18 de enero de 2009)


Había perdido la fe, pero la esperanza se mantenía en su interior. Aún no había abandonado la lucha, pero había dejado la violencia y empezado a creer que la única forma de luchar era mediante la Paz. Como había dicho Gandhi:
No hay caminos para la Paz; la Paz es el camino.
Pero la gente es violenta de por sí y ella lo sabía. La corrupción a su alrededor, las mentiras y las falsas palabras de quienes ella creía conocer y que consideraba compañeros, amigos, camaradas.

Lejos de un mundo cruel e intolerante, lejos de la dictadura y la opresión, construyó sus sueños y se unió a la Utopía.
Sí, era muy romántico todo aquello, darlo todo por un sueño y entrar a formar parte de la leyenda de una revolución, pero, ¿qué tenía aquello de real? Tan sólo serían recordados como mártires por pocos y darían risa a los opresores. Pero ella estaba decidida a seguir.

Armada con la Libertad, la Igualdad y la Justicia, abandonó la ideología que había defendido y se unió a la Revolución. No abandonó la Utopía, si no que la hizo realidad.
Y mientras los demás se enzarzaban en una dolorosa y cruel batalla para asaltar el Gobierno y poner fin a la represión; ella saltó de las filas y conociendo el fin, se lanzó a la carrera con la Tricolor en las manos, como una paloma de la Paz; como una mensajera del fin de los malos tiempos y de la realización de la Utopía, el sueño mágico.

14 de abril de 2011


Nos sonreía la luna de mayo mientras dejábamos correr los minutos en pos de un final que no queríamos que llegara. Al día siguiente nos volveríamos a ver, sí, pero estar juntos era aprovechar todo el tiempo perdido anteriormente.
Paseábamos de la mano, a veces callados, a ratos riendo. Y si nos deteníamos lo hacíamos al mismo tiempo, con una sincronización puramente mecánica, más bien intuitiva. De algunas casas llegaba el olor al galán de noche, otras a jazmín, incluso a rosas. Y era tal la paz y el amodorramiento, que parecía que en cualquier momento iba a ocurrir algo horrible. Pero no, en las calles sólo estábamos él y yo.
Podíamos hablar horas y horas de todo y de nada, sin darnos cuenta, y a veces el cielo ya clareaba cuando, volviendo a casa, nos despedíamos en la esquina.
Acogedora y demoledora esa tranquilidad de cuentos y recuerdos inolvidables, cuando podía caer de espaldas y saber que sus brazos estarían ahí para recogerme.
Maravillosa y perfecta hasta doler la estampa de ese sueño del que te despierta el principio de la primavera, cuando la luna llena y las flores te recargan las esperanzas como si de una maquina expendedora se tratara.
Y me encanta despertarme con el sol entrando tan pronto por la ventana, porque no necesito soñar cuando puedo vivirlo todo una y otra vez, cada dia.

23 de marzo de 2011


Abrimos los ojos y nos encontramos frente a frente, otra vez. Entonces recuerdo la primera vez que te vi, mientras él me dejaba para siempre. Y de repente apareciste con ella, y yo me quedé extasiada mirándote a los ojos, pensando: Ojalá fueras tú...
Y tú sonreíste abiertamente, como si supieras perfectamente lo que estaba pasando, aunque no conocieras la historia. Supongo que no era muy difícil de adivinarlo, sólo había que mirarme a la cara. Y deseé conocerte, refugiarme en esos ojos y olvidarme de él.
Recuerdo la segunda vez que te vi, y entonces no estaban ni ella ni él. Eso me hizo feliz y, además, me permitió conocerte. Ha pasado ya algún tiempo y aún me da rabia saber que nunca podría tenerte.
Abrimos los ojos y supimos que no estaríamos mucho tiempo juntos en el mismo camino. Tú no ibas a renunciar a tu libertad, ni a ninguna oportunidad. Y para mí, el pasado aún seguía estando muy cercano, refregándome en las narices la felicidad y también el dolor. Si no, sé que me habría enamorado de ti. Todo lo que siempre hube soñado lo había y lo hay en ti, pero hay cosas que sólo pasan una vez en la vida y que se recuerdan para siempre, y tú eres algo así.
Ha pasado ya bastante tiempo desde que abrimos los ojos y nos vimos frente a frente, cuando supimos que nuestros caminos nunca más se volverían a cruzar.

28 de noviembre de 2010


Deberías verla. El sol brillando a lo lejos, pero su luz no es ni la mitad de la de su sonrisa. El aire mece su pelo y le levanta el blanco vestido, mientras ella se agarra el sombrero con una mano y tropieza en la arena mojada.
El agua roza sus tobillos perfectos y ella baila al son de las olas, riendo y animándome a que la siga. Mira al cielo y señala un punto perdido entre las nubes, mientras dice:
-Algún día yo llegaré allí.
Se aparta el pelo de la cara, dejando ver el leve tono rojizo que reviste sus mejillas. Y parece un ángel mientras corre, trota y baila, tratando de atrapar las olas antes de que ellas mojen sus pies en la orilla.
Parece brillar ella misma, toda de blanco, sin llegar a fundirse con la luz del sol, el color dorado de la arena y el azul del cielo.
Ella hacía eternos los días junto al mar, días que nunca podían tener fin, claro que no, porque nada podía tener fin a su lado jamás.
Deberías haberla visto entonces. La luz de sus ojos fue apagándose y su sonrisa se debilitaba con el paso de los días. Su pelo ya no se movía al compás del viento, sino que yacía sobre la almohada. Y la palidez de su piel poco a poco la ahogaba.
Y una noche de estrellas sin luna, como si el invierno se hubiera colado por la ventana abierta, se instaló en su cuerpo el frío.
Deberías ir a verla, dormida en su blanco lecho, como una rosa marchita, a la espera de una eterna primavera.
Pero yo la veo cada tarde, de nuevo con su vestido blanco, los suaves rizos al viento, sentada al borde del faro, y cada vez que llego, sonríe y me dice:
-Llegas tarde. Has estado a punto de perderte el último rayo.
Y se nos hace de noche, viendo el sol partir y las estrellas sobre nuestras cabezas, mientras yo la abrazo y la mantengo a mi lado, hasta que el amanecer vuelva para llevársela.

... (22 de noviembre de 2010)

Imagina que tuvieras un reloj de arena, más o menos grande, y que tuvieras en tus manos la posibilidad de detener el tiempo, pero de una manera especial. Cada vez que dieras la vuelta a ese reloj, se detendría tu vida pero para volver repetir cierta época, cierta etapa que no consigues olvidar, que no quieres olvidar. ¿No lo harías?
Hay muchos momentos de la vida en los que nos sentiríamos más seguros que en otras ciertas épocas. Momentos que nos gustaría volver a repetir, tan sólo por volver a sentir algo, recordar algo especial, no sé. Cada uno tendría su explicación.
Yo elegiría volver a aquella época donde me perdía mirándote a los ojos, cuando podía olvidarme del mundo entero con que tan sólo me sonrieras. Y no me importaría volver a repetirlo todo, aún con las partes malas, para volver a sentir una vez más que tenía vida, un sueño, algo por lo que luchar. Pero sobre todo, te tenía a mi lado.
Es curioso ver cómo pasa el tiempo y oir que alguien te dice que la gente cambia. Otros dicen que la gente nunca cambia. Y lo cierto es que la gente cambia pero siempre tiene algo de sí misma que llevará toda la vida. Algo imborrable, que le hace ser cómo y quién es. Y ésa es la parte que aún no hemos perdido, después de todo lo que ha pasado. Donde lo hubo todo ya no queda nada, tan sólo huecos dentro de unas ruinas. Pero por muy efímera que sea esa estructura, que ya ha caído, sigue habiendo algo, como una sombra o un recuerdo que la sostiene, y dentro de ella, yo sigo recordándolo todo.
No cambiaría nada de la historia, y a la vez, lo cambiaría todo. Más que nada, el problema que tengo es que no dejo de preguntarme qué hubiera pasado si nuestros caminos hubieran tomado otra dirección, si hubiéramos elegido otra cosa, intercambiado nuestros papeles...¿Qué dirías entonces?
Yo simplemente sonreiría, igualmente, porque me habría arrepentido de equivocarme de esa manera, porque te conocía, porque lo eras todo, porque la gente cambia, sí, pero no de la noche a la mañana. Y no me causaría ningún tipo de dolor de cabeza reconocer el error, estoy segura.También lloraría, igual que ahora, porque no me importaría admitir que has dejado algo en mí, no sé qué tipo de huella o marca que no se va, ni se borra, ni se quita. Algo que no cicatriza. Porque pasa el tiempo y sigo pensando qué es lo que pasa, a pesar de que he cambiado mucho desde entonces, pero hay algo que no se va, y parece mentira, pero es que todo sigue girando en torno a ti.


Porque... (22 de septiembre de 2010)

Porque eres así, mona y salada. Pequeña, indomable y alocada. Bonita, insegura e ingenua. 
Porque creiste tener el mundo bajo tus pies. 
Porque sentiste la esperanza, aunque sin ganas de luchar.
Porque perdiste las ganas y la ilusión, sin dejar de soñar.
Porque te deshiciste en lágrimas al quebrarse tu sonrisa.
Porque fuiste capaz de llorar al tiempo que reías, de pura felicidad.
Porque aceptaste que lo humano es cruel, y que un humano animal es bueno.
Porque ridiculizaste el sentido de la vida y dijiste de ella que no tiene sentido, sólo el que tú le das o crees darle.
Porque siempre estuviste en la carretera, aún sin ganas y sin saber a dónde llegaría.
Porque reconociste tu miedo al futuro y lloraste por no poder regresar al pasado. 
Porque te rompiste al ver que jamás había existido la libertad y que no es más que una bonita palabra vacía. 
Porque te rendiste al amor, cayendo de rodillas, con rosas en las manos, llorando y sin perdón.
Porque te diste cuenta de que realmente eres incapaz de odiar.Porque aún no has cosido tus alas.

Porque tienes miedo a volar.
Porque rechazas la envidia hacia los demás.
Porque eres capaz de olvidar el daño y el dolor.
Porque a ti no te engañan las mariposas, esos malditos gusanos con alas.
Porque te gusta que te miren, aunque no soportas ser el centro de la atención.
Porque eres capaz de pedir perdón y también de darlo.
Porque te niegas a vivir de rodillas.
Porque soñando fuiste feliz.
Porque al despertar del sueño lloraste.
Porque echas de menos la lluvia en verano.
Porque necesitas ver el sol y el cielo en invierno.
Porque te quejas todo el tiempo.
Porque no te gusta tenerte en un pedestal.
Porque te gustan las cosas bonitas.
Porque eres escrupulosa.
Porque tienes un no sé qué muy extraño con lo natural.
Porque adoras la música.
Porque los libros son tu evasión.
Y porque...Muchos más porques...hacen...Sí. Quizás sí. Seguramente.

Porque seguramente, al fin y al cabo, estás hecha para vivir, y más aún en este mundo.
No. Claro que no.
Porque no te has equivocado de lugar.

7/7/2010


Es como...como si dijéramos...
Un año es como un tarro de galletas. Sí, eso es. Así que, la vida sería el almacén de galletas, donde están los tarros, o las galletas empaquetadas, o como sea. Y un día, cada día, es una galleta.
Entonces, día tras día, o galleta tras galleta, vas tragando todo. Algunas galletas son mejores que otras: unas son de chocolate, otras rellenas, unas con pepitas de chocolate, otras saladas...Y, bueno, siempre habrá alguna rota, a medias, mal moldeada o que no te guste (quizá una integral).
Pero lo de menos es pensar en galletas, sino en tragarlas. Eso es lo único que importa. Y lo mejor es, sin duda, disfrutar de cada una de ellas. Aunque siempre llega el momento en que te hartas de comer galletas, sobre todo cuando son todas iguales y te aburre el sabor. Entonces, caes en la monotonía.
Hay galletas que te encantaría tirar, hacerlas desaparecer como sea, sin tener que comerlas, y es frustrante. También ocurre que a veces se nos queda atascada en la garganta, haciendo que el tiempo no avance ni un segundo. ¡Y no hablemos ya de la indigestión y del vómito! Y sí, es que a veces también ocurre que deseas vomitarlas.
Esto de la galleta no es más que un empacho mental producido por el calor, el aburrimiento, la monotonía, la falta de sentido de las cosas...(aunque no hace falta que lo jure, o intente reafirmarlo).
Así que, lo único que se me ocurre es mandar las galletas a la mierda, para no tener que tragar más y romper el tarro de una vez. Para siempre. Obviamente es la vía fácil, pero la única efectiva cuando todo a tu alrededor y todo lo que se te pasa por la cabeza no es más que una puta mierda.
[Y es que es normal si las galletas vienen envasadas al vacío, ¿no? Por eso los días también están...vacíos.]

20 y 21 de Mayo de 2010


Abrí los ojos y la miré. Sus formas se adivinaban bajo las sábanas revueltas, y ella dormía profundamente. Su cuerpo me daba la espalda, y era mejor así. De haberla mirado fijamente a la cara seguro que se habría despertado. Y una vez más me asaltó la duda. ¿Qué tenía ella? ¿Por qué ella? Además, ¿quién era ella? Después de cada noche a su lado no podía evitarlo. No puedo evitarlo.
La luz entraba por la ventana que hay frente a esa lado de la cama donde ella estaba. Yo no me atrevía a moverme, por si se despertaba. No quería hablarle. No quería mirarla a los ojos, esos ojos marrones del montón que me atrapan. O quizá sea por las pestañas, o por las motitas verde oscuro que he descubierto en el fondo de sus ojos, obligándola a mirarme de cara a un rayo de sol.
Era otra maldita mañana de domingo a su lado en la que me despertaba pensando en un sueño precioso. Y me puso de mal humor que ella estuviese allí, tumbada a mi lado. Pero por más que busque justificaciones y trate de entender qué hace ahí, no puedo. Tan sólo puedo hacerme una y otra vez la misma pregunta: ¿Por qué no eres tú?
Porque eres tú quien aparece una y otra vez en mi cabeza, poblando cada recuerdo, cada momento vivido que tengo presente. Ere tú a quien veo en sueños, a quien sonrío, a quien beso, a quien extraño, a quien necesito, pero sobre todo, a quien quiero. Porque eres tú la única persona con quien me entrego, con quien tengo la necesidad de algo más. Porque eres tú y sólo tú lo que yo busco.
Y no. Me pierdo mirando su espalda desnuda, su melena castaña desperdigada sobre la almohada, tratando de imaginar que eres tú. Cavilo entre si no sería mejor tratar de olvidarte y empezar a convencerme de que ella podría ser alguien importante en mi vida, o si por el contrario, debería dejar de fingir, decirle adiós y ahogarme en tu recuerdo.
La miraba y odiaba que estuviera allí, tumbada de espaldas, en tu lado de la cama. Mi cama. Tu cama. Y no sólo eso, sino que traté de culparla de algo, quizá de que tú ya no estuvieras allí. En ese momento se convirtió en una usurpadora.
A penas se movió un poco y eso hizo que volviera a la realidad. La irracionalidad dejó de nublarme las ideas y acepté que ella era tan sólo un capricho. Una víctima de mi egoísmo. Entonces, ¿por qué sigo quedando con ella? ¿Qué fue lo que hizo que me decidiera a lanzarme? ¿Qué tiene que me impide renunciar a ella también?
Recuerdo que miraba el suelo fijamente, que parecía estar a punto de llorar en cualquier momento y que, simplemente, parecía demasiado pequeña, demasiado frágil. Y cuando levantó la mirada y la vi tan perdida...Creo que algo se me rompió por dentro. Entonces imaginé que a lo mejor yo podía hacer algo, romper aquel ensimismamiento y su tristeza, hacerla reir y traerla de nuevo a la vida. Así que me acerqué y me sorprendió porque de cerca era...Guapa no era la palabra pero tampoco sé cómo describir esa sensación.
Y poco a poco fuí rompiendo el hielo, quizá me motivó su rotunda negativa y el deseo de poseerla. En ese momento tu recuerdo no me hacía daño y era un hueco, un vacío sin vida. Pero todo acabó el día que ella cedió. Mis ilusiones desaparecieron, y parecía que se las había transmitido a ella. Fue al descubrir que ella no eras tú, que no besaba como tú, que no sabía...Al fin y al cabo, ella no tiene la culpa de que yo te eche de menos, pero es que no puedo olvidarte.
Era otra maldita mañana de domingo en la que, como ya de costumbre, yo pensaba en ti mientras la engañaba a ella. A lo mejor debería decírselo, pero lo pienso y necesito saber que está ahí. Sé que ella espera algo más y que poco a poco me necesita cada vez más. Y no sé si voy a poder corresponderle, no ahora, sino algún día.
El sol entraba ya con fuerza por la ventana y ella se despertó. Se dio la vuelta, sonriendo y dando los buenos días. Se detuvo para examinarme y preguntar qué pasaba. No pude responder, tan sólo sonreí y ella alargó su mano para acariciar la mía. No me soltó y no supe qué hacer. Y sin más me levanté y me vestí, con ella pegada a mis talones.
Buscaba mi mirada, pero yo no podía mirarla a los ojos. Habría leído la incertidumbre y la confusión en ellos. Y no quería verla otra vez a punto de llorar. Más tarde, como si hubiera comprendido que allí ya no pintaba nada, me dijo que se iba, sin más. Tampoco me preguntó si la llamaría más tarde, si estaba enfadado con ella o qué.
Me asomé a la ventana y la vi alejarse. Se iba lentamente, ajena a todo. Porque ella no sabe que ese hueco vacío de sábanas revueltas no le pertenece, ni sabe que tiene una dueña aún. Nunca he podido hablarle de ti, pero se lo imagina. Se imagina que aún hay alguien en quien pienso.
Por la noche, cuando llegamos al Wall, estaba sonando una canción que, antes de recordarme a ti, me trajo la sonrisa de ella y no pude evitar sonreir yo también. No sé por qué ocurrió, pero alejarme de ella hizo que volviera a llamarla. Aquellas canciones que escuché hacen que quiere poderla amar, darle lo mismo que a ti...
Se va y hace que vuelva el encanto de haberla conocido. ¿Por qué?

Pequeño, plano y patosito T_T, 28 de marzo de 2010


Iba yo tan emocionada a mirar una foto y no se me ocurre otra cosa que decir: "OOOOoooooohh Madreee!! qué gordo!!! jajajajajajaja como le cuelga la barriga!!!" Y voy a salir tan campante, con mi Nana delante y justo cuando termina el último jajajajaja noto que resbalo y LA HOSTIA...Vi las estrellas, me mareé, pensé que me meaba, que me caía al suelo. Me vi en casa toda la semana santa, llorando, solita...viendo películas malas de Jesucristo en la 1ª y en la 3, y a penas oía a la Rubia: Pero muchacha mueve el pie!!! y yo, hecha víctima: Ay!! Ay...Ay no soy capaz!!! (Nusoycapá!!).
A los dos minutos iba andando coja y contándole a todo el mundo mi tropiezo. Y claro, no me dolía (benditas manoletinas tobilleras apretadas a presión!!!). Bailando, saltando, corriendo...desde el polígono al paseo y del paseo a casa andando ¬¬".
Y cuando me quito los leggins y las medias y me veo el pedazo de bulto en el puto hueso del tobillo me quedo....QUÉ??? ESTO ES LA POLLA!!!! y un torrente de lagrimones infantiles que me acosa, mientras me siento toda víctima, yo, solita, ahí llorando, en bragas y con el pie dentro del vidé.
Me lo puse en agua con sal, después de lavarmelo ^^ y me eché crema y todo.Y mientras estaba con los pies en el agua con sal me sentía toda abandonada, ahí pobre víctima, criatura...Y pensando; Pobrecito...tan pequeño y tan torpe...Patoso!! y otro torrente de lagrimones infantiles.
Hale, venga...Para la cocina cargada de pomada, móvil, pañuelos, infusiones, el inhalador, etc, etc...y con el hielo puesto. A cada 5 minutos cambiaba de humor; empezaba a reirme del gordo y terminaba llorando cada vez que me miraba el bulto o pensaba que me quedaba en casa otra vez.
Allá que pongo la tele y no hay nada, llego a la primera y veo: El valle encantado (que en inglés tiene otro nombre). Y yo pensando que era una de las 80 pelis que hay, me doy cuenta de que no, de que es una serie...Hasta que oigo: PIECITOOOOOO!!!!
T_T otro torrente de lágrimas. Lo quité. Y voy y me paro en el...rugby!!!!
Axooo....qué bichos...Yo creí que me moría cuando vi cómo se agarraban las cabezas, las piernas...Seguro que se cogen de los huevos para quitarse los unos a los otros de encima jajajaja eso sí que me hizo gracia. Pero la tuve que cambiar, porque me dolía más el pie mirando para ellos.
Así, el pobre ha recibido su diagnóstico esta mañana entre mezcla de risa y lágrimas interiores, 4 días de reposo sin poderse mover...Piecito...
Esto es la polla vamos....

Apo/Wolf's Voices, 19 de marzo de 2010


Imagina que mañana no llega, que ya no hay tiempo. Que se cierran las fronteras y la linea queda finalmente atrapada, muerta. Que todo va demasiado deprisa, sin sentido, y que tienes que ponerte al borde del camino, para evitar caer en el mismo agujero que los demás y salvarte el culo, sin ayuda,y que te irás para no regresar.
Imagina que mañana todo se detiene, que nunca nada será como antes. Que ya no tienes tiempo de pensar en siempre y que sólo existe el ahora. Imagina que todo acaba y que tu existencia se termina a la par que el tiempo vuela entre dos mundos inexistentes, esperando a cazarte para que no vuelvas a alzar tu voz. Para que desaparezca el sonido de tus pasos. Para que crujan tus huesos en el abrazo del adiós.
Imagina que todo eso pasa y que sólo tienes un segundo para decidirte. Un minuto para diseñar tu plan maestro. Una hora para presentarlo en directo. Un día para pensar en todo lo que quisiste. Una semana para olvidar todos tus miedos. Y un mes para despedirte.
Corre, vuela...No mires atrás. Siente, canta, camina, ríe...Es la última vez. Y grita, llora, desgárrate la piel...Y entonces piensa...que no se consigue todo lo que uno se imagina.

Paranoias y Telling Stories, 17 de febrero de 2010


"Déjame regresar a casa en tus brazos, ahora que el peso de mi cuerpo no deja que me levante yo sola. 
Déjame decirte cuánto te necesito, ahora que sé que puedo decirlo.
Déjame sentir tu aliento una vez más sobre mi cuello, antes de que caiga en el sueño profundo.
Déjame saber que no te he olvidado todavía.
Déjame sentir que aún estás aquí.
Déjame decirte que te quiero, ahora que estoy a tiempo.
Sé que las mañanas rosas son cosas de sueños, o escenarios de obras de teatro, ficticias en la realidad, y deliciosas realidades en las novelas.
Sé que no vas a estar ahí siempre, pero déjame...Sólo esta vez.
¿Por qué has de irte?
¿Por qué insistes en apartarte?
¿Y si yo, simplemente, no quiero?
Pero sé que no soy nadie para retenerte. Sé que el tiempo nunca jugó a mi favor. Sé que no me he podido espabilar en este tiempo y que ni si quiera voy a llegar a la meta, pero déjame, déjame disfrutar de este momento.
Deja que al menos estos 100 metros sea tu cuerpo mi protección, antes de dejarme caer desde el suspiro de un ayer a tan profundo abismo.
Deja que pueda disfrutar 3 minutos del instante que los ángeles me robaron para siempre, y que ahora custodian los demonios.
Deja que al menos pueda sentir de nuevo que estoy viva, que esto es en parte real, aunque sea un sueño.
Deja...Déjame disfrutar. No me sueltes ahora que estás aquí conmigo. No te vayas.
Déjame que pueda decirte que, bajo la falta de lucidez de una noche con ese falso amigo, aún sigo aquí, y que no me importan ni el tiempo, ni el dolor, ni las pesadillas, ni la sin razón...
Déjame que pueda pedirte, al menos, un último recuerdo antes del retorno. Antes de que te disipes en las brumas de mis sueños y despierte en la puerta de casa, con las lágrimas ya secas, o en cualquier banco de un parque, con el rocío abriéndome las heridas mal curadas con sal.
Déjame que disfrute de un sueño eternamente incumplido en una mañana rosa sin amor."

Whatsername, 2 de febrero de 2010


"Desear que el pasado cambiase radicalmente. Haber podido remediar errores del pasado. Imaginar este momento de otra manera. Todo es imposible. Desde el fondo de esta mierda de agujero realmente no cambiaría nada. Si todos tenemos un destino y no podemos escapar de él, entonces importa poco lo que podamos desear, soñar o a lo que podamos aspirar, pero eso no impide que tengamos esperanza. Eso es lo que hacen los humanos: ir a contracorriente de lo que ellos mismo han creado. Por eso, ¿qué más da que esto sea así o de otro modo? Es cierto que nunca vas a conseguir todo lo que quieras, pero hay veces que hay que enterrar el pasado y concederse a uno mismo un ratito de felicidad, una décima de segunda para sonreir, aunque desees hacer todo lo contrario. Es algo que te debes a ti mismo. Por eso, yo quiero enterrarte hoy, aunque te dejaré la cabeza fuera, para que puedas mirar y cuando quieras levantarte, yo tiraré de tu mano, para que puedas regresar. Porque esas cosas sólo se pueden tener en cuenta en algunos momentos, no puedo enterrarte con tu pasado, no a menos que te quieras perder para siempre y aún te queda mucho que ver y por hacer."

(...) 14 de Enero de 2010


Resbalé o me dejó caer, no lo sé. Supongo que así debía de ser, aunque lo habría cambiado todo porque aquello continuara. Ahora no sé lo que haría. El pasado es un refugio seguro para mí, aunque me haga llorar.
Desde entonces, estoy en este agujero, del que no he conseguido salir. No se está tan mal, pero tiene sus consecuencias. Lo que peor llevo es la continua sensación de vacío, y el hecho de que he perdido mucho más de lo que algún día podría llegar a conseguir el resto de mi vida.
Lo único que necesito es que el Sol vuelva a salir por esta acera y que me guíe un poco. Intentar mantener un poco el equilibrio, ya que no tengo derecho a pedir nada, porque no me lo merezco. Pero a veces lo necesito. Sí, también siento necesidad.
Aunque sea fingido el momento de un amanecer perfecto que nunca desembocará en una preciosa historia de amor. No importa. Un recuerdo feliz también puede ser triste y hacer daño, pero a mí me reconforta. Pero los recuerdos también se desgastan y pierden su claridad. Se vuelven casi translúcidos, una estampa de sueño. Es como contemplar algo hermosísimo y emotivo a través de un cristal empañado. De ensueño.
No sé...Ahora pienso que, con que un rayo de Sol me diera en la cara y yo sonriera, sería feliz, pero también tengo la esperanza de encontrar un poco, de volver a sentir el amor como antes. O conocerlo.
Pero, aunque ya sé que todo es un tanto fingido y un rato disfrazado de ternura, yo ya te había cogido cariño.

Baba O'Riley (8 de Mayo de 2009)


Ven, abracemos la noche. Cojámonos de la mano y emprendamos juntos el camino hacia donde quiera que la casualidad, el destino o lo que quiera que sea nos lleve.
Partamos antes de que se termine el tiempo, de que los atardeceres con sabor a miel se acaben en esta etapa de nuestras vidas.
Vayámonos antes de que los amaneceres de hielo terminen por quebrarse, por romperse y perderse para siempre en el tiempo.
Hagamos juntos el camino que terminará con nuestra juventud. Comencemos juntos este verano, que nos lleve a Detroit, o si quiere, que termine en Kathmandú. Pero no me dejes y ven conmigo; hagamos realidad el verano del 69 y viajemos a la libertad. Y llegaremos a un prado verde, a tiempo de volar y poder disfrutar de lo que nos corresponde: libertad, sexo y felicidad.

martes, 4 de diciembre de 2012

Please, don't you forget me Lord, no no no...

Y simplemente una mañana ya no estaba allí. La cama vacía, la puerta cerrada. El cristal de la ventana se empañaba con el frío de un mes de diciembre demasiado crudo. Entonces pensé que quizá debía levantarme, hacer como si fuera un día más, y nada más rozarme el agua tuve que venirme abajo. Para cuando salí de la ducha estaba más o menos recompuesta.
¿Recuerdas las mañanas de febrero? Pues así era cuando se me ocurrió levantar un poco la vista. En esos espacios donde el sucio gris edificio no hace acto de presencia, el cielo se abre como si fuera una ventana a otro mundo. Y ves las nubes oscuras que se marchan a jirones, los tonos se mezclan con rosa, con azul, con la luz... no sé describirlo. La próxima vez le haré una foto. Pero ese momento me atrapó. Estoy demasiado acostumbrada a pensar en él en amaneceres como ése.

Sí, una vez más, no sé cómo pero consigo perder todas las partidas. Deberías sentirte orgulloso porque parece ser que más que un defecto es una virtud. Quién sabe... Quizá lo mejor que puede ofrecer una es lo peor de sí misma. A él le hacía gracia que le dijera esas cosas. No pensaba que fuera tan mala, es decir, pensaba que era mejor pero yo me quedo con el "it's not so bad". No. Definitivamente no era tan mala, y eso era suficiente para mí.
Te preguntarás por qué se fue. Ya. Obvio... Nunca la olvidó, ¿sabes? Y en toda esta historia yo sólo he sido un peón, pero mis movimientos eran inexistentes. No tuve que hacer nada, pero tampoco pude.

Todavía me arde la garganta cuando me acuerdo de él. Es que tiene unos ojos tan bonitos... Y su sonrisa. Ay... Sus labios, su nariz... Echo de menos el roce de sus pestañas y sus muerdos salvajes. Vale, sí, te sobran los detalles, pero a mí me han arrancado algo. Me falta, me falta mucho. Lo echo demasiado de menos. Es como cuando hay alguien sentado muy cerca de ti y notas el calor de su cuerpo; cuando se levanta sigues notando el contacto ya ficticio, y te embarga ese frío aunque sigas sintiendo que ahí había algo. No sé si me explico. Es un vacío demasiado grande.

¿Un cuento de hadas? No. Sólo una historia más. Quizá para él. A mí me sigue importando. Y tú sabes que yo lo seguiré buscando, que lo esperaré, no porque yo quiera, sino porque no puedo rendirme. Lo único que te pido es que un día se acabe, que algún día por la mañana cierre los ojos y me consuma el sueño todas las energías gastadas en noches vacías. Sé que no servirá de nada pero tengo que volver a vaciarme. Quizá algún día encuentres algo, alguien para mí. No necesito mucho, ni si quiera que me diga un "te quiero", simplemente enamorarme. No lo olvides nunca, porque sabes que si no, la vida es imposible para mí. 

=)

Y aún es pronto, demasiado pronto quizá. Tienes que dejar que pase el tiempo y un día te darás cuenta de que aquel sueño ya se acabó, que esa página ya no puede volver a escribirse, que no puedes borrar las últimas palabras y empezar de cero. Desgraciadamente ese capítulo ya se ha cerrado y va siendo hora de que camines otra vez.
Algún día cuando te levantes por la mañana lo verás claramente. Sabrás que algo más ha cambiado, que no sólo se fue tu norte, tu suerte, tu vida, tu amor. Algún día serás capaz de levantarte de nuevo, enteramente tú, y pensarás en ti tal y como debes hacer. Que la magia se haya ido no significa que no pueda haber más. 
Tienes que aprender que ese sueño se acabó, que no va a volver, que por mucho que intentes retenerla el destino se ha roto. Y hoy, ahora, tú estás aquí, en ese rincón que no te mereces, pero sabes que eres fuerte. La niebla no va a tragarte enteramente. Tienes que recomponer tu propio puzzle y un día,  otro día, dentro de algún tiempo, podrás superarlo, empezar un nuevo cuento, otra persona que abra tus ojos. Entonces ella, aunque ayer fuera tu vida, mañana ya no será más que un recuerdo. 

domingo, 2 de diciembre de 2012

Today is December.

La noche nos alcanzó en aquel rincón azul. Las risas inundaban el silencio de una noche que estaba a punto de romperse. Nos ardían las mejillas a pesar del frío invernal. Estábamos tirados en la calle, cual animal al cobijo de la luna llena. Y el mundo era nuestro, el silencio desaparecía con nuestras voces y la verdad es que nos importaba una mierda. Fieros y salvajes, compañeros de juergas y bares. Huye de nosotros, paraíso, déjanos caer. No queremos caricias ficticias, soles que no brillan, nubes que no descargan. A veces hay que sentir el dolor para sabernos vivos. A veces hay que tocar el agua del pozo para saber que el frío cala los huesos. He ahí nuestro secreto: sólo dos pájaros jóvenes y efímeros, disfrutando de su corta libertad. 

Pequeñas decepciones lobunas.

Mírala. Mira cómo vuela y hace de cada movimiento la figura más perfecta. Mírala, mira cómo te invita a seguirla con su sonrisa encantadora, con la luz de su mirada, con ese aire que envuelve de belleza cuanto roza. Y ahí vas tú, a cierta distancia. La sigues cauteloso y al final la alcanzas. Luego el vuelo de ambos es continuo, acompasado y a veces mecánico.
Entonces os miráis a los ojos y sobran palabras.
Más allá, aquí abajo, la tierra se hunde bajo mis pies. ¿Sabes sentirla? Fresca y húmeda. Y os veo, os veo desde esta incómoda posición. Me doy la vuelta y me siento a esperar, a esperar no sé muy bien qué. 

Llega un día en que ella se aleja, se va y desaparece, sin ni si quiera decir adiós. Tú desciendes poco a poco, reposas en algún lugar durante cierto tiempo y recuerdas algo. Vuelves atrás y yo estoy aquí sentada, hundiendo la mirada en un cielo que sepulta al sol. 
No espero compartir nada y parece que tú quieres hacerlo. Me lanzas esa red en la que caigo intentando un movimiento esquivo que falla. Me atrapas de esa forma lenta y sencilla que congela mis músculos, y cuando sabes que estoy ahí, empiezas a recorrer el camino.

Rara vez miras hacia atrás, sientes los pasos de un alma mucho más pesada. No necesitas girarte para notar mi aliento desde aquí abajo. Yo no puedo alcanzarte y llega un día en que poco a poco levantas el vuelo, llega un día en el que a penas puedo verte. Tú sabes que estoy aquí porque me ves; yo sé que estás ahí, en algún lugar, porque lo siento. Y aunque te siento, la mayor parte del tiempo te sigo a ciegas, sin saber muy bien en qué dirección vas. 
A veces me detengo y trato de dar media vuelta, pero algo me hace continuar. Hay días en que el sol abrasa el suelo y me cuesta tanto caminar.  Y lo peor es cuando se me hunde el cuerpo en el barro y tengo que salir con fuerzas que no tengo, cuando en realidad estoy deseando quedarme aquí.

Un día cualquiera, una mañana clara y tranquila, algo brilla a lo lejos. Tú te detienes y por fin te veo. No necesito más. Finalmente me siento. Y ella llega, revolotea y sonríe, y tú te vas entre sus aleteos. 
No, no miras atrás y yo me tumbo en la hierba mojada. El sol me ciega y las lágrimas me abrasan los ojos. A ti no te importa dónde se pierden mis ilusiones, igual que no te importa en qué recodo del camino yo me doy cuenta de que has vuelto a robarme el norte. Y algo me dice que tengo que seguir, seguir siempre hacia el oeste.