martes, 30 de abril de 2013

Freaking out =)

A veces la memoria cree ser una esponja y por mucho que la aprietes sigue mojada. Y ese recuerdo que se queda atrapado en ella, es como el agua fría que escurres, pero sin llegar a secarse, por mucho que tú quieras olvidar. 

lunes, 29 de abril de 2013

I'm learning to fly but ain`t got wings

No esperar nada, no soñar nada y avanzar como si cada baldosa o la tierra fueran apareciendo ante ti, bajo tus pies. Caminar y que los pasos te lleven a cualquier lugar, sin un plan, sin límites, sin preocupaciones. Darle la vuelta al mapa y en lugar de hacer el camino de Santiago desde cualquiera de sus rutas, partir desde esa misma ciudad. ¿Qué más da? Como si quiero estirar el brazo y simular que cojo una estrella, ¿quién va a decirme que no la he cogido? A lo mejor lo he soñado, pero ella ya estaba en mis manos.
Y entonces te miras al espejo y probablemente no te reconoces. Mañana serás ese colorete rosa de brillos dorados y ese rímel perfecto que alarga tus pestañas como patitas de morgaño, y cuando sonrías, lo mismo estás regalando mierda envasada al vacío. Pasado mañana, quizá, no haya pincel que te arregle y te apetecerá más meterte con tu desnudez en la ducha o con tus peores pintas en la cama. ¿Qué importa? 
Pero, ¿y lo que deja de importar? Notar cuándo algo se funde contigo, cuando está tan asimilado que no piensas que sea algo externo a tu cuerpo. Que te pase eso con un simple agujero de tu cuerpo es extraño, pero puedes pensar "Sí, era mi deseo, mi ansia, fue mi inseguridad y sin embargo, parecía que estaba hecho para ser mío". Y así lo creo. 
Y llega un día en el que las cosas dejan de importar; a veces, demasiado tarde. Palabras que fueron navajas pueden seguir doliendo y perdones desorbitados que entonces fueron tu mayor sueño, acaban haciendo una historia que te roba lágrimas únicamente porque la perspectiva del tiempo te dice "fue demasiado para aguantarlo". Hoy es demasiado tarde y el arrepentimiento ya no puede arreglar nada, aunque puedes intentar empezar de cero. Darte cuenta de que fuiste tan tonto y nadie te dijo seriamente "Déjalo, así está bien", y fuiste demasiado lejos, esperando más de lo que podías alcanzar. Perderte en la inseguridad que te ha arrullado todas estas noches y llegar a la conclusión de que al fin y al cabo, no has ganado nada. 
Aunque, si bien es cierto que de una mala experiencia puedes sacar algo bueno, o al menos aprender, también lo es el hecho de que descubres cosas, o las redescubres, y te centras en ellas, volviéndote hacia un lado mejor. Y ahí están esas cicatrices que cuentan tu historia a pesar de que la mayoría las desconoce; las estrías que deformaron tu cuerpo y que simplemente olvidas que existen, pero las reconoces como parte de tu piel; las marcas de nacimiento y los lunares, los nuevos que siguen apareciendo y los que siempre deseaste tener y te salieron de la noche a la mañana. Todas esas cosas que te hacen y te forman, que olvidas la mayor parte del tiempo pero que están integradas en ti, en tu forma de ser, sin las cuales ya no te imaginas. Y eso es un pequeño y absurdo ejemplo. Hablo también de carácter, de hechos, de acciones, de palabras, de sueños, de canciones, de personas. 
Aunque a veces reniego y creo que no las tengo, aunque a veces creo que nací sin ellas o que me las arrancaron, o que aún no han crecido, sé que están ahí. Y si no voy más lejos, tan lejos como TÚ, que eres experto, prefiero la seguridad de sus pasitos cortos, pero yo también las tengo. Si en algún momento creíste que estoy más perdida de lo que en una simple foto no pudiste apreciar, es cierto que no te equivocas, pero a la vez, rayas el límite. Mi sonrisa no se ha muerto, es sólo que le cuesta más salir. Y si me obsesiono, me descontrolo, me vuelvo loca y lloro, es porque no hay una persona en mi vida a la que sienta así, debajo de la piel, parte de mí. No digo que esté por llegar o que tenga que ser así, es sólo que incompletamente hablando, hay un hueco demasiado grande que no he podido llenar y que no sé si llenaré alguna vez, pero yo sola no me alcanzo para completarme en otros aspectos.

Misma mierda de otros días =D

No deja de parecerme curioso cómo algunas personas se elevan a sí mismas por encima de otras. Cómo en cada frase que dicen, referida a ellos o a otras personas, no dejan de tratar sobre su propio yo. Y a la larga aburre, aunque seguramente siempre aparece alguien que cansa antes. No digo que uno mismo no se reconozca y se admire, que se sienta orgulloso de lo que es o fue, pero no me entra en la cabeza que haya gente que pretenda, o al menos así me lo parece, hacer que los demás vean su persona con los mismos ojos. No. Para nada.

Esa dichosa manía de pensar que venimos a este mundo a triunfar, a ser únicos, especiales, por encima de otros. ¿Por qué? Poco a poco esas tonterías infantiles, los sueños que alimentan tu niñez, van perdiéndose en los años y otros toman forman, caminos firmes y seguros. No todos podemos triunfar y ser dignos de admiración, que el mundo entero babee por nosotros. No somos iguales, cierto, pero no somos los mejores en cada área que se nos antoje. Genios hay muy pocos, maestros aún menos y conocidos o famosos, demasiados. Y, sin embargo, eso no significa perder o dejar de "triunfar", si se lo quiere llamar así. Una vez más se me viene a la cabeza que cuanto más simple es y más desnuda está una persona ante la vida, más grande es su sonrisa y antes encuentra la felicidad, o la tiene, no sé cómo decirlo. 
Es cierto que todos somos únicos, irrepetibles, etc., pero a la vez somos masas y grupos, más grandes, más pequeños, donde nuestra individualidad pierde sentido. Eso es un problema únicamente si nosotros nos dejamos llevar, arrastrar. No digo que sea mínimo, pero no ser "lo más" tampoco es el fin del mundo. Y aunque es cierto que cada uno tenemos nuestra propia historia y somos personajes principales en ella (unos más, otros menos), abundan más los actores secundarios y bultos de fondo o relleno. No creo que sea tan trágico. Para algunos es una pena, para mí a veces es una suerte contemplar a alguien maravilloso, aunque ni si quiera sepa que exista. Y prefiero vivir de coleccionar momentos inolvidables en los que no tengo nada que ver, que verme heroína patética/mártir de gilipolleces varias que todos hemos soñado.  En fin... Muerte a las princesas disney y a las babosadas de príncipes y ranas. 
¿Qué es eso, por Dios?
"La primera vez... Es horrible, asquerosa y os duele un montón" ;)

martes, 23 de abril de 2013

But the whale was never saved

Típico: estabas soñando y se te fue la mano con la fantasía. Y llegó un día en que bajaste de nuevo a la tierra y te tiraste al agua. ¿No querías que viniera la marea? Ahí va. Allá que la ola me abrasó la garganta y la nariz. Ya podía irme a casa.
Era una mañana de estas en las que no sabes ni quién eres ni qué has bebido. ¿Para qué? Zombi total, emprendiste el camino hacia casa con tus andares de pato/morsa fuera del agua, muy leeeeeeeeeeeentamente. Tenías todo el día para llegar, aunque se te hiciera de día. La gente se giraba al verte la cara (10 minutos después descubrirías tus churretes de rímel y tu ojos hinchados). Sólo pensabas: Ay, señor, señor... 
A ver, por dónde íbamos.

Un día de un mes de esos en los que se caen las hojas tenías un día de perros. En medio de un autobús soltaste una risotada emocionadamente alegre. ¿Qué pasó? Lo que menos te podías imaginar, pero claro, paraste a tus intenciones. Y es que resulta las ilusiones vuelan más rápido de lo que Goku se teletransporta. Siempre supiste que iba a suceder, que hay conexiones que nunca se destruyen por muy mal que acabes con la otra persona. Era cuestión de tiempo, y tú, aunque hubieras querido no habrías podido mover ficha. 
¿Qué hubieras podido hacer?
Ansiosa, esperabas día a día un mínimo gesto y aunque fuera a cuentagotas, el muchacho sí tiene o tenía, la capacidad de hacerte sonreír como una tonta el resto del día. Volvías a aquello de "good was good enough", a pesar de que ni si quiera era good, pero con un enough pequeñito rozabas el cielo. Lógicamente él sólo piensa que estás inmensamente tocada, con lo cual, no hay mucho más que decir a tu favor. Pero a ti te daba igual, que por estrellarse no sea, en eso tienes experiencia. Solamente un poquito más... Y ya, sin darte cuenta, llevas un par de meses en ese período de estancamiento en el que ves perfectamente que NO LE IMPORTAS.

Llegaste a casa y le dijiste hola, a tu manera, a la taza del water. Ducha fría a modo de... ¿de? y de paso en el espejo, sólo te detuviste a restregarte la mierda que la esponja no sacaba, hasta quedarte colorada, colorada, coloradísima. ¿Colacao? ¡Bah! Y te tiraste en plancha en la cama. Entonces "hoy yo me ahogo en un mar de recuerdos" y allí te quedaste, sorbiéndote los mocos, pensando en lo inmensamente estúpida y cría que llega una a ser. Tu vocecita infernal "no te lo dije?, no te lo dije?" y rezaste porque se callara. Y va y suena tu querido móvil. 
Pasando revista mental a las cosas dice: Yo hoy tenía que... Pero es una llamada. 
Te levantaste y te mareaste, lo cogiste y... Ya habían colgado. Número desconocido. Primero te dio un vuelco algo en el pecho y luego volviste a la realidad. Anda ya...

El sueño no te dejaba ser persona pero la borrachera tampoco. Cotilleando, cotilleando, foto que viste. ¿Qué se te rompe a la semana y pico después? Ya no hay mucho que pensar. Tú querías hacerte la heroína creyendo que era mejor un final, el que fuese, que si no hubiese pasado nunca nada. Y, no, ¡ay de ti! Si hubieras abierto la boca, si hubieras ido a buscarlo, ¿qué idiotez le habrías contado esta vez? 
Se te revolvió el estómago tantísimo que ya no supiste ni a dónde agarrarte. Dijiste aquello de "Por favor" y "¿Qué hago yo con mi vida ahora?". La desorientación mortal y tu incapacidad para apartar los problemas cuando no puedes hacer nada. Te vuelves hiperactiva, te pones frenética, exageradamente de todo y te reconcomen los nervios y los "y si". Ah... Por Dios, cuánta cosa junta.
Te levantaste a por un café y hasta él te rechazó. ¿Qué podías hacer? ¿Leer, pensar, ver la tele? Buscar. Como siempre, a buscar. Dar vueltas por una habitación y otra, y otra, vacías. Ni la música, ni el sonido, ni lo que normalmente te arropa podían calmarte. ¿Y a quién contarle tantas estúpideces? 
Recordaste el preciso momento en el que te viniste abajo. Fue una noche fantástica, maravillosa. Risas y buena compañía, tu amada luna de fondo, el sol te acompañó a casa y... Fue cuando te quedaste sola, cerca de la playa. Maldita ballena varada, ¿eh? Pero ahora estabas muy lejos, incapaz de llegar a la orilla por tus propias fuerzas. Ay, Dios... Ay, Amor... ¿Por qué me esquiváis? 

Pensaste en todo este tiempo. Dos años son demasiado así, de una sola vez. Ni si quiera han sido dos. Esperabas volver a pasar las hojas del calendario con caritas sonrientes y que el futuro siguiera mandándote polvo de hadas. ¡No! The magic was lost! 
Y estabas sentada mirando por la ventana, comiendo como un bicho ansioso, torrentes lacrimosos, "tristeza mortal en la frente". Ay, de ti! Y sonó el móvil otra vez. ¿Sí? ¿Quién? No, no soy yo. Que no, que te has equivocado. Que no, que no. Tenía la voz bonita, y te acuerdas de la suya. No sonó como tú esperabas, no lo viste tan "hombre" como parecía. 
Encendiste la tele y viste la serie de tu vida. "Las lágrimas saladas mojaban mis mejillas..." y el sollozo monumental. Volvió a sonar tu móvil. ¿Sí? Que no, que ya te he dicho que no soy yo. No, no me pasa nada. Nada, nada, que estoy... Sí, tu puta madre en bragas. Y colgaste. Decidiste que era mejor sentirse una mierda, deshecha en todos los sentidos, mientras te ponías como una cerda, añorando tu playa y pensando: "A tomar por saco, It's Friday (and that day was Friday too) and I'm (maybe not but como si lo estuvieras) in love". Buscando una letra mejor, ella apareció sola: Bye, bye, baby, byebye...
Cerraste los ojos de puro cansancio, te dejaste dormir y cuando te despertaste, tenías negra la almohada de no haberte lavado bien la cara. 

The meaning of life, Monty Python

Quieres ir rectamente hablando por el buen camino, en el buen sentido y hacer las cosas bien, sabiendo de antemano que eso no tiene por qué dar resultado. Y no lo da.
Quieres perderte, venirte abajo y sentirte en medio de la marea, que te lleve a donde le dé la gana y ya te recompondrás otro día. Y no te lleva.
Juegas un día y otro a tirar el dado, pero lo mismo sale 6, que 1 y al final sigues sin avanzar de casilla, o de repente, retrocedes al principio. Y sin embargo, cuando echas la vista atrás, ¿dónde está el punto de partida? 
Hay días en que te encabronas y mandas el tablero a tomar por culo y dices "¡YO YA NO JUEGO!" y no juegas, y es igual, porque tienes que elegir, decidir, antes o después y vas a tener que tomar alguna dirección. Entonces dime, ¿se puede saber qué es lo que quieres?

E imaginas que las paredes se derrumban y vas caminando por el espacio infinito como en la película The meaning of life. Te mueres un poco, pensando en lo que fuiste y lo que eres ahora. Te preguntas dónde está el término medio y das en el clavo: "¡Nunca lo tuviste!". Te sientas a esperar que la suerte cambie, jugando con el tiempo, oro líquido que se escurre entre tus dedos, y suspiras, pensando: "¿A esto voy a dedicarme mientras viva?". Y sabes que no, que no quieres seguir esperando, pero... ¿Por qué es tan difícil?
Aparece su cara en tu "imaginación" y piensas que ya nada podrá suceder, que ya está todo perdido y que sólo puedes dejarlo estar, no creer que te volverá esa ilusión. Te arrepientes igual que el primer día o más, te sigues muriendo de celos porque sabes que nunca será "para ti", que nunca habrá una simple "oportunidad" y tienes ganas de llorar al estilo "A dónde vuelan mis sueños, a un callejón sin salida...".

Tienes una visión de ti a los _ _ y piensas "futuro vacío". ¿Qué visión es esa? Ninguna. Sólo sabes que la esperanza será quien escriba tu destino y cometa tus errores garrafales. Márgenes (de maniobra) que saltará, respetarás, olvidarás, recortarás o ampliarás hasta sabe dios cuándo. A veces te das miedo cuando descubres que puedes ir más allá de ciertos límites. Te asustas tanto que te echas a llorar deseando haber vuelto atrás, siempre atrás. Y sin embargo, quieres estar ahí, tirando piedras al agua, corriendo por el barro, nadando en ríos profundos y ahogándote en mares absurdos. Adoras mirar el cielo y sonreírle al sol, confesarte a la luna y pedirle mil tonterías, porque tú nunca creíste en las estrellas fugaces. Y es una idiotez, una tontería, porque careces de cualquier instinto que te ayude pero te has heco una brújula que de alguna manera funciona: canciones, sueños, ilusiones, recuerdos, espacios y elementos. Quién sabe, a lo mejor es cierto que la historia se repite, aunque tú crees que de diversas formas ;)

lunes, 22 de abril de 2013

What else coud I say?

Y es que era tan fácil, tan fácil... y caí. 
Es tendencia, naturaleza, cero dificultad para tocar tierra. Y desde el suelo es más bonito mirar arriba, ver cómo pasan las estrellas, cómo aparecen en un segundo y al otro se esfuman.
Me hace gracia. A veces basta un suspiro para que aparezca un mundo entre tus manos, y luego parpadeas y ya no lo sostienes. Nunca me dijeron "nunca". No sé si me dijeron "tú puedes" o "puedes hacer lo que quieras". Sé que a golpe de agujas el reloj siempre me ha demostrado lo contrario.
Al final no me importa lo pasado. Es curioso cómo borramos ciertas situaciones de nuestra cabeza. Cuando antes nos habríamos arrepentido hasta dejarnos secos, en su lugar una extraña memoria olvidadiza aparece. Y buscas sensaciones dentro de ti que ya han muerto. Buscas un leve rastro pero parece ser que no, que no lo ha habido.
Pero cuando se trata de ti... Pienso de nuevo en las nubes pasando rápida, lenta y todo lo que se te ocurra que sea -mente. Esa tranquilidad que echo de menos, que ya sólo puedo imaginar. Me pregunto dónde, dónde se habrán ido hoy, dónde volarán mañana, qué ruta seguirán sus pasos.
Y es que era tan fácil... pero no tan sencillo. Cuando un sueño se muere, la brújula deja de funcionar o se vuelve loca, no marca ninguna dirección, y deja un vacío, primero caliente, tibio, después es simplemente hueco, ausencia, desangelado, frío.

lunes, 15 de abril de 2013

Montones de cosas sin sentido

Tengo una maleta llena de canciones viejas, arrugadas, desgastadas, pero aún inolvidables y demasiado importantes como para desecharlas. Son aquellas que me hicieron reír en los mejores momentos, las que me sostuvieron en las peores noches y los días más tristes y vacíos; aquellas mismas que me hicieron enloquecer, divertirme, que me llevaron eufórica a la felicidad, y también las que me acompañan siempre, las que nunca se irán porque me han dejado una huella demasiado profunda. Y ahí están, todas y cada una, especiales, diferentes, únicas, sin las que no podría vivir.
Tengo un montón de palabras que juegan a ser conceptos, ideas que traen y llevan lo que quiero decir, lo que siento, lo que pienso, lo que puedo y no puedo contar, o lo que me gustaría decir. Y algunas se hacen libres desde el primer momento, otras mueren sin que llegue a pronunciarlas. Algunas se han esfumado sin posibilidad de regreso y otras se repiten una y otra vez, constantemente, hoy, mañana, tarde, noche. Unas se creen pájaros hermosos que volarán a tierras lejanas, y también las hay que pintan nubarrones oscuros y fríos con su mismo sonido. Y aunque no sean mías propias, ¿de qué me servirían si no pudiera compartirlas con nadie?
A veces guardo miradas y siento predilección por el marrón verdoso. Seguramente recuerde la mayoría, pero con los dedos de una mano puedo decir cuáles son las realmente importantes, al menos, las que quiero que sean para siempre. Una, simple y llanamente, fue el primer amor; otra fue mi rayo de sol durante unos meses; la cuarta me llevó a la locura y aún no sé por qué, pero la que más me importa, la última de todas, es la que de verdad me gusta, la que elegiría una y mil veces. Es ésa la que no me puedo sacar, la que no puedo olvidar por más que lo intente, porque no puedo seguir luchando si cada vez me hundo más en ella.
Guardo miradas que me deshicieron en pedazos, que me rompieron los nervios o que me derritieron en cero coma. Unas con luna otras con sol, me hicieron reír, llorar, caer o sonreír como una idiota, pero no todas tienen el mismo poder.
Colecciono sonrisas especiales, únicas y diferentes, para otros, para mí y para alguien o nadie en concreto. Puedo recordar la felicidad en sus labios la primera vez que se enamoró de verdad y su cara colorada. Guardo una que luchaba contra una risa floja imposible de contener, a pesar de que quería enfadarse. Sonrisas cómplices entre una multitud, ante una palabra, tras un recuerdo. Sonrisas que se deslizaron de sus labios, sonrisas forzadas, perdidas y robadas. Sonrisas no merecidas y algunas desperdiciadas, las que ciertas personas ignoraron y las que más de una vez nos han robado.
Y si te hablo de ilusiones, tengo cajones llenos, divididos en tres montones: las rotas, las que aún están creciendo y las que están por llegar. Entre las rotas hay amores imposibles, metas que no pude lograr, gente que perdí, deseos que no pudieron cumplirse, viajes no realizados o sin retorno, momentos que debieron haber tenido lugar o que deberían de haber sido de otra manera. Entre las presentes, las que aún están creciendo, espero que dos o tres puedan abrir las alas y alzar el vuelo, que se vayan y lleguen muy, muy lejos. En las próximas y venideras sólo espero que me mantengan ansiosa, curiosa, viva.
Pero quizá lo más importante sea el enorme baúl que guarda mis sueños. Algunos están enterrados debajo de montones y montones de otros. Unos son tan próximos que no merecen llamarse sueños, otros son tan imposibles que deberían esfumarse para no lastimarme. El más importante está sin duda al fondo, y es uno que posee cualquiera de nosotros. Los hay personales y dedicados, y si quieres llamarlos deseos, esperanzas o ilusiones, te diré que son una mezcla de todo eso. Sí, obviamente, pienso en la gente a la que quiero.
Algunos están ya más que cumplidos y son mis mejores recuerdos, pero se renuevan constantemente, formando una larga cadena que pide a gritos seguir su curso. Forman parte de un mismo y único camino, de mil bifurcaciones, de mil recorridos, en círculos o cuadrados, pero uno al fin y al cabo: mi vida. Los que se han roto o han sido imposibles, quizá aún tengan una oportunidad en el futuro, y si bien no la tienen, siempre serán parte de ese todo que sigue avanzando un día tras otro. Y los que queden por venir, los que sea que habrán de llegar, sin importar su destino o su procedencia, espero que me encuentren fuerte y segura para realizarlos, al igual que a todos aquellos a quienes vayan dirigidos y para quienes los haya pensado. 
Quizá no tenga demasiado sentido hablar de cosas incorpóreas, quizá nada en realidad tenga sentido. Quizá el sentido no sea más que un todo inventado, una absurda guía para encontrarnos en un mundo ya perdido. Y mi brújula escacharrada e inútil no es otra cosa que un montón de esperanzas, la fuerza del último suspiro, la lucha de la lucha contra sí misma, contra mí, contra el tiempo como arena que cae y se pierde para siempre. Un montón de cositas inútiles que me salvan, que me arrastran, que me hunden y me rescatan en el momento más inesperado y en el menos oportuno. Porque allá donde surge la incertidumbre y hundo una rodilla en la tierra, esa brújula me obliga a levantar la otra, hasta que la duda pasa y puedo volver a sentirme segura. 

viernes, 12 de abril de 2013

Al borde del camino

¿Sabes a qué le tengo más miedo? Al silencio. Eso es lo que más temo de verdad en esta vida. Ese silencio mudo, sordo, horrible, penetrante, que te cala huesos y ahoga tu propia voz. Eso. Eso es lo que no quiero sentir. Por eso huyo, huyo y no encuentro palabras, personas, ni gestos que llenen ese vacío, ese hueco que no quiere pararse en un pozo vacío, sin fondo. Por eso ahogo mis propias palabras con música, con ruido, con gente, con la tele, con libros, con vídeos, con fotos. Por eso quiero vestirme de realidad y abandonar la fantasía, o coserme la fantasía de tal manera que me nuble todos los sentidos y ya no pueda ver nada más. 
Y después de eso, ¿sabes también a qué temo? A la soledad. A esa calma exagerada que llega después de la tormenta. A ese silencio repentino que todo lo inunda después de la carcajada. El hueco caliente que deja un cuerpo cuando se ha ido. Ese calor extraño que se va desdibujando en el tiempo. Y cómo agarras a la persona... De dónde puedes sacarla cuando ya no hay nadie. Y sí, a veces puedes estar rodeado de gente y, sin embargo, no encajar, no tener a nadie. Podrías echarte a gritar y retorcerte de rabia en el suelo sin que nadie te hiciera el más mínimo caso. Necesitar, necesitar un abrazo, una palabra, una sonrisa y saber que no hay ninguna expresa y únicamente dedicada para ti. 
Entonces todo da vueltas y sólo quieres enterrarte entre tus propios brazos, sostenerte sabe Dios dónde, a salvo de qué piratas. Pero tú te has cansado de ser una isla, de intentarlo, de ver el tiempo pasar, y sí, si tiene que pasar, que se vaya. Y te echas a dormir la vida, pero no esperando. No. Está muy lejos de tu cabecita loca eso de que venga una mano a avivar el fuego o a apagarlo. No es eso lo que tú quieres, ni lo que querrías. Simplemente estás suspendido en el tiempo, como si nunca hubieras existido, como cuando apagas la luz: sólo hay que bajar un botón y nadie se da cuenta. Nadie se da cuenta.

miércoles, 10 de abril de 2013

No, never, never... I'll never make the same mistake

Siempre serás esa nube que flota en el cielo, tan, tan a lo lejos. Siempre serás ese pájaro que se acerca y se marcha al momento. Siempre serás esa mirada que me atrapa y me desvela, ese misterio que no alcanzaré a comprender. Siempre serás la sonrisa perfecta, la más bonita. Siempre serás lo que realmente quiero, lo que realmente necesito, sólo un sueño.

domingo, 7 de abril de 2013

Domingos (I)

Y mil veces me pregunté qué camino debía escoger, pero la lluvia nunca me contestó. Nunca. 
Mil veces más quise sacar a relucir mis pensamientos al sol pero él también los ignoró, así que ya no supe qué hacer. Entonces un día, una madrugada, sin hora, sin previsión, apareció la Luna. ¿Quién sabe? ¿Quién podría haberme dicho algo así? Y actuó como brújula, o así quise pensar yo.
A veces somos pájaros temerosos de dar el salto y no poder aterrizar porque aún no tenemos alas fuertes. Algún día muchos seremos sus padres, seguros de que lo conseguirán, porque qué otra cosa puedes hacer sino que confiar. Confiar más en ellos que ellos en sí mismos. Porque el futuro, si algo es, es incierto y así lo es para todos. Y es lógico que nos dé miedo dar el salto, cuando no hay nadie delante, abajo, detrás, al lado. Algunos lo conseguirán, otros tendrán que intentarlo cientos de veces o morirán en el intento. 
Así que, supongo que en algún momento me aprendí aquello de que el río fluye, que recorre las mismas direcciones porque otras aguas antes ya han marcado su cauce. Un día, un muchacho me dijo que no importaba, que no me preocupase, que antes o después, la mierda se estanca en alguna curva. A mí me preocupa aún ser la mierda que no puede seguir avanzando. Y no me importa el fin, sólo quiero que la búsqueda no me trague con ella, dando vueltas en círculos.

viernes, 5 de abril de 2013

Como una luna en el agua

Trazo, dibujo, intento, comprendo, paro. Borro y lo intento de nuevo. Con mi mano, con la yema de los dedos, sigo, recorro, pretendo y no te alcanzo. Finjo que digo, que hago y no lo suelto. Lo siento. Y vuelvo a trazar sin miedo, queriendo hacerlo bien, sin interrupción, pero me equivoco, me tuerzo y sé que así  no puede ser.
Vuelvo, imagino, pienso, creo que es así. Y estoy siguiendo una línea, fina e insegura; y estoy viendo tu perfil, lo estoy recorriendo y es una locura, porque estoy sólo rozando... desde muy lejos. ¿Sabes lo que es eso? Aún hay días en los que me parece que las madrugadas están hechas sólo para echar de menos. Alguna vez he buscado ese lugar en mi pecho. Intento descifrar, saber, explicar qué es lo que siento y no, nunca acierto.

Vuelvo de nuevo a mi línea, a buscarte, pero no te encuentro. ¿Cómo podría? Y no sé las palabras adecuadas, nunca sabré cuál es el mejor concepto. Deliro y sueño, y sé que el Sol está en otra órbita y que aun así quema, y que la Luna anda perdida por la Tierra. Si cierro los ojos y me pregunto, sin intento pensarte y descifrarte, si creo que a veces te intuyo... No llego, no logro alcanzarte. Era sólo un reflejo.
Tú eres, tú tienes ese aire, ese halo de misterio que te cubre, que viste tu figura. Y yo no consigo traspasarlo, hallarte en cada verso y contemplar al fin tu piel desnuda.
A mí me come el sueño y yo me bebo el tiempo. Se me seca la boca y mi voz me deja muda. Creo que ya va siendo hora y tú eres deliciosa curva. La miro y me sonríe, la borro y me tortura.

Quiero darle otra forma y ella no me deja. Ella guía mi mano y se autorretrata, y te veo a ti de nuevo, te veo en la ironía de tus palabras. ¿Sabrás, acaso, lo que estoy haciendo? Y sé que sin duda, que mientras miras y callas, ya has respondido a mi pregunta.
Quiero y empiezo. Borro y es otro comienzo, pero en cada esquina me pierdo y vuelvo al punto de partida. Voy a dibujarte con palabras, voy a escribirte con el dedo, pero me confundo tantas veces que al final no puedo.
Rompo, corto y soplo. Papeles al vuelo. Me asomo y miro en el agua esa luna que tiembla, que parece que baila, que sabe a qué juega. Tú no quieres reglas, ni leyes, ni causas. Yo sólo sé que mientras tú vuelas, la libertad suspende todos mis sentidos. Tú te ríes de todos los cuentos, aunque estás atrapado en uno de ellos.

No soy yo quien te dibuja, te escribe o te piensa. Es tu propia boca, ese labio, ese sueño maldito que me guía y me provoca, quien me sacude y me despierta de madrugada. Eres tú quien me vuelve loca, haciéndome pensar, muerta de ganas de robarte un beso, el aliento, de morderte el cuello y hacerte gritar. 
Tú, esa maldita curva sarcástica y bonita, tú, ésa de luz propia. Tú, locura concentrada en esa luna blanca, y me destruye, y me desarma. Sobran las palabras porque sabes exactamente lo que quiero: un sueño, un verso, a ti.

miércoles, 3 de abril de 2013

Far beneath the bitter snows

¿Cómo empezó? ¿Que cómo empezó?
Un día, una tarde, una noche, un sitio cualquiera. Ella pasó justo por debajo de sus ojos, con la cara iluminada y sus amigas. En ese momento algo lo atrapó y no supo qué. Y durante unos segundos la observó, para recordarla un par de días después y olvidarla no mucho más tarde. Quién sabe si fue casualidad o una broma de eso que llamamos destino. En otra fecha nueva y diferente, mismo lugar pero con otra luz, pasó sola y al abrigo de sus propios brazos, lágrimas corriendo y un velo melancólico consigo. Esta vez consiguió verla antes de que pasara de largo, con el tiempo justo de memorizar el arco de sus cejas, el perfil de su nariz, el grosor de sus labios y algún que otro lunar. Y en la lentitud de su camino ella ni si quiera se dio cuenta de que él estaba a un par de metros.
La segunda vez dejó más huella que la primera y si bien con los días su recuerdo se fue difuminando, sus labios no lo hicieron. Quién sería, de qué manera, cómo llegar hasta ella. Primero la pensaba mucho, luego a ratos, después eran pequeños y fugaces recuerdos, hasta que la obsesión se apoderó de él. ¿Y cómo que a la inversa? Ella sólo era una figura, un cuerpo, una persona desconocida.  Pero pasó mucho tiempo hasta que la volvió a ver.
Y a la tercera fue la vencida y en un tropiezo de ella, previo grito de enfado, antes de enamorarse de sus ojos, él volvió a verla. Al borde de la acera, semáforo en rojo, la niña se metió delante de su coche. El susto, su forma de ser, acaso que la reconoció, de cualquier modo, él se bajó. Ella le echó las culpas y se largó sin mirar atrás. Bonita y con carácter, ¿qué más podía pedir? Al menos ya sabía que él existía.

Un momento cualquiera, una cafetería tranquila, el sol tras la ventana. Él y su jauría, ella en un rincón en la última mesa. Sonríe, afortunado, hoy se la mete en el bolsillo. Ella sueña con los ojos cerrados, repasando la última conversación con otra persona al lado de un café frío. ¿Qué fue lo que dijo? Algo de deseo, algo de libertad. Qué más da, el caso es que se ha ido. Oye que la puerta se abre, que entra mucha gente o que al menos hay más alboroto, voces y pasos y unos segundos después, una silla que se arrastra muy cerca. Un "hola" desconocido y allí está el idiota que casi la atropella cosa de un mes atrás. 
Perpleja y confusa, viéndolo todo un poco desenfocado, lo saluda desganada y guarda silencio. Se vuelve piedra y él se sienta a su mesa. ¿Qué hace? ¿Qué espera? Pero él no tenía planes de irse. Le habla y le habla, y ella no parece escuchar, no le interesa. No piensa darse por vencido y logra robarle el nombre: Maya. 
Pero Maya tiene la mirada perdida y parece aburrida, está cansada y sólo piensa en irse a casa. No es el momento oportuno, no tiene ganas de hablar ni de estar con nadie. Hay otras cosas que pensar, tanto que poner en orden... 
Y se despiden fríamente, aunque él haya agotado todas sus armas sin que ninguna haya dado resultado.

Lo que Maya no pensó es que él volvería a aparecer por su cafetería, único punto de referencia para encontrarla. Harta y cansada de tanta confianza que ella no había dado, se culpó por no haberle frenado el primer día y un día fue demasiado brusca. Él dejó de seguirla y no volvió a aparecer a por su dichoso café-excusa.
Noviembre llegó a pasos agigantados y Maya no se había dado cuenta. Ninguno de aquellos días sin sol le parecieron largos, sino cortos, cada vez más breves y vacíos. El caso era que, al menos, aquel desconocido le hacía compañía. Y sus ojos, y su boca, y su voz tan cálida y cercana.. Y cuanto más pensaba que en verdad sólo era un idiota, tanto más se le hundía el verde por encima del marrón.
¿Dónde buscarlo? Y una tarde en la acera de enfrente camino del café-frío... Cruzó sin mirar, corriendo, sin parar, colándose entre los coches y se paró justo frente a él. En seguida había perdido el aliento así que el silencio se hizo durante unos minutos. Cuando logró recomponerse él no podía estar más que alucinando, y ella se volvió loca y empezó a reírse, pensando "¿qué coño estoy haciendo?". Y entre vaho y risas salió el sol de detrás de un edificio, un rayo los alcanzó y ella por fin se calló. Echó a andar con él y supo que se llamaba Lorenzo, Lobo para los amigos.

Desde entonces, los días de Noviembre no conocieron más nubes y las tardes frías se esfumaban al calor de uno y más cafés. Y Maya destapó su sonrisa por primera vez en varios meses, aunque no dejaba salir las palabras exactas. Perdida aún, más confusa si cabía, tropezó con él y ya no podía dejar de lado algo que le pesaba. Cada día, cada hora, cada minuto, aquello crecía y crecía con ella, sin hacer caso de lo que Lorenzo decía sin miedo, a la mínima oportunidad que se le presentaba. "Es demasiado pronto", se decía.
Y aún en meses de frío, llegando a casa una mañana de Febrero, por fin se animó a reconocer, y lo supo. Lo supo desde el primer momento, estaba atrapada desde el mismo "atropello". Sabía que él aún quería y seguía intentándolo, así que ya era hora de decirlo.
Sin planes ni más arreglos, echó a correr una tarde preciosa. No lo encontró en la cafetería ni en el parque, ni en las dos o tres horas siguientes. No quería llamarlo, sólo sorprenderlo, y al final lo encontró. Se le echó encima, salvaje y con las mejillas encendidas, aquella luz otra vez en su cara y él deseando escucharla. El sol ya se iba poniendo y ella se abalanzó en forma de beso. 
Y aquella tarde parecía un comienzo, pudo haberlo sido, si no hubiera aparecido ella. Su carita de luna, sus ojos de gata y su flequillo de lado. La dulzura en persona, aunque firme y segura de sus pasos, su sonrisa tenía un misterio e iba con él de la mano. No acertó a contestar a su saludo más que con un sonido quebrado, se le llenaron los ojos de lágrimas y se le heló el café esperando. Rompió las flores que hacía de papel, disimulando, mirando a través del cristal, sin fuerzas para levantarse. Idiota por mirar cómo se iba el tren sin haber podido admitirlo antes.
¿Y qué le dijo él? Frágil, dulce, sensible, alguien que necesita a alguien que le cuide la sonrisa, que la proteja noche y día, que la cubra y la llene de atenciones, porque si no, las flores se marchitan. 
¿Y qué dijo ella? Que a veces un rayo de sol basta para mantener a la flor con vida, pero que el exceso de calor hecho rutina, mata a cualquier planta. Ella con él ya había florecido, ya había dicho, ya había explotado, pero las palabras se las llevó una tarde el viento, y ella perdió todos los pétalos al ver la luna pasando por su lado.

martes, 2 de abril de 2013

Listen to the wind, to the wind of your soul

Y ser con el tiempo y perder en soledad. Volar muy cerca, rozar el cielo y bajar para no perder la costumbre. No nací águila libre, ágil y fuerte de alas o patas. Nací y crecí perdida, levantando piedras, buscando miradas. Más de una araña me ha picado, y más de una serpiente me ha mordido. He soportado el veneno, o al menos aún no me ha vencido. Podría morirme sin el sol y vivir para siempre sin el invierno. Aunque no lo parezca, odio el frío y es eso lo que siento ahora que ya no estás conmigo.
En la sombra oscura de un árbol olvidado, testigo de tantos besos y sonrisas furtivos, el viento me pregunta qué sueño ahora que te has ido. Pero yo ya no sueño nada, no busco ni persigo. Un día descubrí que esto se llama vida y que sólo tiene un mecanismo: o sigo hacia adelante o me mata el olvido. La gloria lo era todo en otros tiempos y Metáfora me dice que hay que ir más lejos. Quizá sea cierto que el amor lo puede todo, quizá sea cierta esa concepción teleológica de la vida humana. No voy a empeñarme en demostrar, en intentar, en buscar, en atrapar un bonito concepto. Yo creo que hay algo más que todo eso.
Toda mi vida me he guiado ciega, sin instintos ni manos. Nunca, seguramente, habré acertado con mis pasos. No me importa si al final no he sido feliz, pero sí me importará haberme sabido libre. Míralo tú mismo: el viento no tiene alas y vuela, y se desplaza y a todas partes llega. Habrá un lugar donde las palabras existan aunque no se escriban o se digan, y no necesariamente van a morir en tus labios o en los míos. Felicidad o Libertad, pero nada atará ni amordazará al pensamiento.

lunes, 1 de abril de 2013

Metáfora

Y a veces qué importa, qué más da. No se trata de llegar a un fin, de lograr, de conseguir, de captar y atrapar. Solamente ir más allá, estar ahí, en el medio, siempre proceso, siempre paso tras paso. Qué importa lo firme o débil que sea el paso, siempre que lo des, ¿qué importa? Qué más da si en esa esquina no está el futuro más brillante o el amor de tu vida. Más cosas se han perdido por otros caminos. Es tan fácil hablar, tan fácil jurar y hasta creer. Pero nadie bajará del cielo a decirnos, a asegurarnos. Procurarán que calles, que no grites, que no sepas. Si aciertas o te equivocas su imparcialidad no reconocerá tu triunfo o tu fracaso. ¿Y qué te queda?
Qué te puede quedar... Mirando las nubes. Bajo la Luna. Palabras bonitas. Hermosos recuerdos. Sol que brilla. Sonrisa que muere. Pestañas kilométricas. Labios. Mordiscos. Apetecible. Sueños que vuelan. Alas cosidas. Algo inolvidable. Tú.