domingo, 1 de septiembre de 2013

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Una de las cosas que más me gusta de ver pasar el tiempo, la vida en sí, son los cambios en las vidas ajenas. Cómo crecen, cómo cambian, cómo avanzan, cómo retroceden, cómo se esfuerzan, cómo caen, cómo se levantan. Hablar con alguien, recordar un capítulo concreto de la historia, hacernos mil preguntas, buscar un millón de respuestas y dejar las cosas en esos puntos suspensivos que sólo el futuro dirá cómo siguen o dónde acaban. Es maravilloso, aunque a veces pueda ser cruel; pero sí, me encanta ver esa parte de las personas.

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