viernes, 22 de abril de 2016

But what a shame

Me gustaría tener la respuesta con la que se abren todas las puertas, e ir dejando atrás una habitación y otra, hasta llegar a donde sea que debo llegar. O a donde quiera llegar algún día. 
Por desgracia, como es normal, no la tengo. Y si soy egoísta, está mal. Si no lo soy, también está mal y me está bien empleado. Constantemente me pregunto cómo es que se hace, cómo aprende una a manejar sus reacciones, acciones, emociones, conductas... para contentar a todo Dios. Y no, no quiero eso. Simplemente quiero que pasen de largo unas veces, y otras no tanto. 
No mendigo atención. No lo necesito. Claro que quiero, que necesito, pero no la quiero si he de mendigarla. Prefiero estar sola. 

Y me aburre y me cansa ser culpable de las ideas que gente que no me conoce tiene sobre mí. Que piensen que soy X cuando en realidad soy Z. Que soy Z cuando en realidad soy H. No, por Dios... Si simplemente no te intereso, no encajo en tu vida, en tus planes, en tus ideales, en tu forma de ser, déjame fuera. No vuelvas. No me busques. Porque es muy triste que alguien te busque para echarte en cara que no eres lo que esperaba. ¿Y qué quieres que haga? ¿Amoldar mi existencia a cada persona? Es absurdo. 

Es absurdo que alguien te pida algo que no sabes ni qué es. Que alguien espere algo de ti sin tú saberlo. Que alguien crea que juegas, cuando no estás jugando. Pero lo mejor es que ni si quiera te mereces a esa persona, por supuesto. Vuelven para dejarte claro que no eres suficiente, que no eres lo que buscaban, que no eres lo que esperaban. Les has decepcionado. Y chau. 

¿Y a quién le importa cómo me sienta todo eso a mí? ¿A quién le importa que intente ir de frente y decir la verdad, que a la otra persona no le guste que sea sincera y me dé el tortazo por no ser lo que esperaba? ¿A quién le iba a interesar que me sintiera como una mierda, porque no soy tal o cual, porque mi físico no es tal, porque mi forma de ser no es semejante a lo que ellos querían que fuese? 
A nadie, por supuesto. 

A nadie le importa si me como palabras que no tengo por qué escuchar. A nadie le importa si me niego a contestar preguntas comprometidas, porque no me da la gana. A nadie le importa lo que un "no pensé que fueras así" me hace sentir. A nadie le importa que yo no tenga prisa y el resto del mundo sí. A nadie le importa si al final acabo sintiendo que soy un puto error de la naturaleza, un ser hecho del revés, que no encaja en ninguna parte. A nadie le importa porque todas estas cosas no se las cuento realmente a nadie. Se quedan conmigo mientras soy incapaz de dormir. Se quedan conmigo mientras estoy entre estas cuatro paredes, un poco más tocada y lejos de la realidad, con nervios, ansiedad, boqueras, eccemas, locura desatada en plena noche o día. Porque ya da igual la hora, el momento. 
Y no me consuela pensar que "otro idiota, allá va", y la lista sigue rodando. No me consuela porque realmente pienso que al principio todo va sobre ruedas y entonces empiezo a buscar los fallos. Efectivamente: la apariencia lo es todo, el rodaje es otra cuestión. Y entonces la cosas dejan de rodar, y sólo van a peor. 

Que es estúpido darle importancia, lo sé. Pero no se trata de eso, de que me importen personas de las que dentro de dos meses ni me acordaré de que existen. Se trata de que vuelvo a lo mismo, de que me buscan para hacerme sentir que no valgo lo suficiente, por no decir nada. Se trata de que vuelvo a toparme con las misma palabras que cuando era pequeña o cuando estaba en plena efervescencia hormonal: soy demasiado compleja, insuficiente, no soy el tipo "X". Y no, no quiero que me descubra una persona que no me interesa en absoluto. No puedo y no quiero. Pero al menos yo no me tomo la molestia de hacerle saber a una persona que no me interesa si es o no es suficiente para mí, puesto que ni considero hacer semejante cosa, semejante daño gratuito. Y eso es lo que es: daño gratuito. 

La gente, cada vez más, me convence de que vive creyendo que merecen algo; que siempre son merecedores, dignos de, y suelen ser cosas bonitas, agradables, positivas, grandes y hermosas. ¿Por qué está esa creencia tan arraigada? Por favor... Creerlo no te da derecho a hacer sentir a otra persona como una simple mierda más de este mundo. Y yo me he cansado muy mucho de tener que escuchar, sobre todo últimamente, lo valiosos que son los demás y lo poco que valgo, que soy, que merezco yo. Y sí, puto karma, pero espero que el puto karma vuelva y se cebe con los demás como ellos conmigo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario