domingo, 5 de octubre de 2014

No quiero sonrisas, no quiero más lágrimas *O*

Me gustan las cosas únicas, ésas que siempre y por encima de otras, nos parecen especiales sí o sí. Me gusta que ese tipo de cosas estén siempre claras, intactas, en mi única media neurona. A salvo de cualquier cambio, como respuesta correcta y concisa, como solución, como primera opción... Me gusta tener a qué aferrarme cuando no sé qué suelo estoy pisando o en el que me estoy hundiendo. 
Tengo entendido que no es algo que ocurra de un momento a otro, por eso creo en los procesos, aunque no sepa muy bien por qué, el caso es que poco a poco, pero un día de repente lo pensé. Quizá por el cansancio de tener siempre en la boca el mismo discurso, para la misma persona. Mi respuesta fue "déjalo estar". ¿Y? Años negándome a aceptarlo pero finalmente salió esa frase de mi boca. No sé si fue lo correcto, aunque estoy segura de que ya no podía seguir diciendo mucho más. 
Así fue como lo pensé. De repente, mi grupo favorito de siempre hacía mil años que no lo escuchaba. Mi necesidad era otra. Mi libro-bitácora mágica, mi guía de salvación, me sonaba a etapa cerrada, como si ya no pudiera decirme nada más. Y en esas dos cosas tan simples pero que engloban tanto, la música y la literatura, me doy cuenta que la llamada es otra, que necesito igual que en su día necesité escuchar ese grupo o leer ese libro. ¿Dejarlos a parte? Jamás. Y sin embargo, fue como una especie de liberación, poco a poco, pero una liberación. 
¿Qué me da eso? ¿Algún poder? No. Sólo una seguridad sobre dos cosas que quiero hacer: desvelar un misterio intentando escribir una jodida paranoia sobre ese libro concreto; hacerme un tatuaje con el misterio de ese grupo. 
¿Qué me va a reportar eso? Creo que nada. Simplemente es simbología, un paso para cerrar una etapa. Últimamente, más que nunca, siento y pienso que la ambición dentro de un límite muy pequeño no va conmigo; que hay personas que sólo sienten cariño y que no entras en sus planes de vida, ni presentes ni futuros. Sencillamente dicen que las cosas cambian, cierto; yo creo que hay dos tipos de cariño: el que se empieza a sentir por alguien que conocemos relativamente poco; y el que queda cuando una persona ya no nos puede o no podemos darle más, ése que suena a despedida, a incierto, a un poco pérdida de confianza... ¿Triste? Claro. ¿Pena? También. Pero no puedo hacer nada y me ha costado muchos años darme cuenta, pensando totalmente lo contrario y lo único que saco en claro es que éste ha sido un verano que no ha servido para nada, pero también para mucho. 

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