martes, 27 de enero de 2015

Fire and fry

- Para mí es como..., es como para ti, tu debilidad. 
- Sí, ya, lo sé. Pero ya no. 

Y es una cosa de ésas que se me escapa la sonrisa irónica cuando lo pienso. ¡Bieeen! Eso era algo que siempre pensé que jamás pasaría, pero pasó. Tenía que pasar.

"¿Me arrepentiré? Seguro".

Y tampoco. 

Básicamente soy de lecturas estúpidas, canciones tristes y dramones concentrados. No albergo nada en el cerebro, he aprendido a vivir en modo-burbuja. Lo intento. Sé que no debo. Lo intento. Pero debo de asustar a la misma realidad o algo así. 

Lo mío es estar sumergida en un momento, en un tiempo y espacio concretos y cuando me voy emocionada a contárselo a alguien, se tiene que evaporar toda esa alegría. ¿Por qué? No sé. Algún mecanismo de agotamiento antiagotamiento mental. Nunca es demasiado importante. 
El ensimismamiento brutal se produce cuando me sobrecoge la jaula mental. Pero de ese tema siempre hablo, por no decir que es el único y gran monotema monoexclusivo de mi "yo" (peor aún, mi "YOIDAD" o bacterias filosófico-alemanas). 

Y de repente todo vuelve a ser absolutamente plano. Todo pasa rápido y mi cabeza se acostumbra a querer que pase más rápido aún, pero sigue anclada en un punto dos o tres meses atrás. Soy malísima midiendo distancias. Consecuencia de ser miope y lerda. Bueno, miope es decir poco. Soy prácticamente ciega, igual que prácticamente sorda. 

Se trata, simplemente, del valor de las cosas. Cómo cambian, cómo dejamos unas atrás y otras se nos escapan. Cómo al conseguirlas, de repente pierden su valía, su significado. Me gustaría saber por qué cuanto más se tiene, más se quiere. Por qué nunca es suficiente. Y en ese sentido creo que está la verdadera libertad oculta, en aprender a dejar de "necesitar" absurdamente, tanto cosas como personas. Teoría barata, pero práctica nula. 

Me atormenta bastante el efecto rebote de las cosas, el saber que siempre estoy esperando algo y nunca sé muy bien qué. Sé que no estoy esperando nada, puesto que sigo sin creer que exista el futuro. Sólo va sucediendo, cada vez más negro, más peligroso y más aburrido, por lo que veo. Ése es el rebote de las cosas: las quieres, no las consigues, dejas de quererlas; o las quieres, las consigues y dejas de quererlas. 
¿Qué cara se supone que debes poner cuando, después de tanto tiempo, de haber perdido tanto esfuerzo deseando, de haber invertido tanto, de haberte involucrado hasta el fin y no haber logrado nada en su momento, de repente se arma el puzzle solito, como por arte de magia, y obtienes aquello que querías? 
La única conclusión que he sacado es que pasan, llegan, las "vivo" y no tengo espacio alguno en mi cabeza para considerarlas. No, lo he intentado, y llevo tres años así, pero no. En esta ciudad, por ejemplo, no hay nada que me atrape, que me cautive, que haga que quiera quedarme. No como para tirar de mí. Para mí nada de todo esto tiene un valor incondicional, sinceramente. 

Las personas. Sí, las personas que he conocido, sí. Pero forman parte de un algo incompleto. Esa parte incompleta me encantaría tenerla hasta que me muera, que formen parte de mi vida, claro que sí. Aunque puestos a elegir... Éste no es mi sitio, nunca lo ha sido y nunca lo será. Mi sitio no está con ellos. Sólo para compartir "x" momentos. El resto del tiempo... El resto del tiempo me toca estar en la nube. La nube que es mi jaula. La jaula que es mi cabeza. Mi cabeza que es mi locura. Mi locura que es mi autodestrucción. Mi autodestrucción que es lo que me mantiene viva. Viva que es lo que no me siento nunca. Nunca es la palabra para todo lo que no me sucede. Suceder es la palabra que describe de manera negativa todo lo que se relaciona conmigo. Conmigo es con todo lo que debería contar pero ni si quiera me tengo confianza. Confianza es lo que no termino de perder. Perder es lo que debería, la maldita esperanza. Ese círculo de fuego asqueroso, interminable.

Ahora sé por qué lo relaciono todo, todo con su voz y esa serie. Qué pena que las ficciones nunca sean verdad. 

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