martes, 31 de enero de 2012


¿Sabes qué me gustaría? Mirarte a los ojos. Sólo eso. Y quizás pudieras decírmelo todo sin necesidad de palabras. A lo mejor conseguiría entenderte, saber exactamente por qué. No tendrías que mentirme, puesto que no tendrías que decir nada. Entonces yo podría saber por fin de qué va todo esto, si es un sí o es un no.
No quiero que pienses que pretendo hacerte sentir culpable, que quiero que te sientas mal. Simplemente quiero que me des algo con lo que guiarme, con lo que poder tomar una dirección, y si es opuesta a ti, pues bien, se acabó. Sonará demasiado derrotista, demasiado novelero, pero si es lo que quieres será lo que ocurra. Pero no me dejes en esa eterna suspensión porque me confunde, me machaca, me come por dentro. Y no sé hacia qué lado girarme, porque siento que tiras de la cuerda, una y otra vez, y que cuanto más lejos estoy más rápidamente me haces volver. Así que no quiero jugar si no me enseñas primero las instrucciones. No quiero enredarme en sistemas complejos que terminen atándome con cuerdas invisibles.
Si vas a engañarme con alguna sonrisa perfecta, guárdala para quien la necesites más. Y tampoco quiero que me pintes bonitas promesas que luego no puedas cumplir ni yo verlas hechas. No quiero más líos de palabras que me atrapen, como si fuera un pájaro, para que no pueda volar, porque el día que tú te vayas, la libertad se irá contigo y a mí sólo fingirá acompañarme.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario