¿Sabes qué me gustaría? Mirarte a
los ojos. Sólo eso. Y quizás pudieras decírmelo todo sin necesidad
de palabras. A lo mejor conseguiría entenderte, saber exactamente
por qué. No tendrías que mentirme, puesto que no tendrías que
decir nada. Entonces yo podría saber por fin de qué va todo esto,
si es un sí o es un no.
No quiero que pienses que pretendo
hacerte sentir culpable, que quiero que te sientas mal. Simplemente
quiero que me des algo con lo que guiarme, con lo que poder tomar una
dirección, y si es opuesta a ti, pues bien, se acabó. Sonará
demasiado derrotista, demasiado novelero, pero si es lo que quieres
será lo que ocurra. Pero no me dejes en esa eterna suspensión
porque me confunde, me machaca, me come por dentro. Y no sé hacia
qué lado girarme, porque siento que tiras de la cuerda, una y otra
vez, y que cuanto más lejos estoy más rápidamente me haces volver.
Así que no quiero jugar si no me enseñas primero las instrucciones.
No quiero enredarme en sistemas complejos que terminen atándome con
cuerdas invisibles.
Si vas a engañarme con alguna sonrisa
perfecta, guárdala para quien la necesites más. Y tampoco quiero
que me pintes bonitas promesas que luego no puedas cumplir ni yo
verlas hechas. No quiero más líos de palabras que me atrapen, como
si fuera un pájaro, para que no pueda volar, porque el día que tú
te vayas, la libertad se irá contigo y a mí sólo fingirá
acompañarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario