domingo, 25 de noviembre de 2012

Cló, cló, cló...

Te echo de menos... Te echo tanto de menos que ni yo misma lo entiendo. Y luego está el tiempo, desde que te fuiste parece que han pasado siglos, aunque en realidad para mí se ha congelado y cuando miro un reloj o un calendario veo que las horas y los días no avanzan. Entonces me desespero aún más.
Alguna vez he creído que estaba curtida en estas batallas contra los días, la semanas, los meses. Sé que soy absolutamente impaciente pero creía que podía luchar contra la espera. Así ha sido muchas veces, pero ahora...
Quisiera dormir todo el tiempo hasta saber que volveré a verte y así, al despertarme, que todo fuera como un sueño, una noche más, y en seguida estar de nuevo a tu lado. Por eso necesito una fecha, una fecha.
Y ahora tú me hablarías de caminos que cruzan, de encuentros y casualidades; yo me mordería los labios reprimiendo las lágrimas ante tu sonrisa y tú te irías al cabo de un rato, dejándome sola y temblando. Porque no quieres entenderme, porque dices que tengo que aprender a usar las alas. Mira por dónde, se fueron contigo pero se olvidaron de llevarme con ellas. 
Así que, aquí estoy desesperándome más cada segundo que pasa, tratando de imaginarme dónde estás, quién te acompañará, cuántas harán falta para que termines de olvidarme.

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