miércoles, 14 de noviembre de 2012

Pom, pom, pom! Pompitas de jabón!

Y el mundo sigue girando, ahí fuera, nunca a tu alrededor. Vas por la calle y el movimiento se sucede: los coches, los semáforos, las personas, sus pasos, los perros, incluso los pájaros. Supongo que los gatos prefieren las noches. Yo busco la luna a través de una ventana que se cree demasiado cerca del cielo, y mis pies nunca levantarán un milímetro de suelo.
Sigue rotando mi pequeña bolita azul, bonita y sencilla, así como la sueñas tú. Y cuando despiertes uno de estos días la verás cubierta de hollín, sucia y andrajosa, desgastada y con lágrimas ya secas. ¿Qué podemos hacer? Sigue el movimiento, sigue a tus propios pies.
Pero sabes que en esos momentos en los que el frío me golpe en la cara, llevándose el vaho de mis palabras, yo desearía aparcar en otra estación, y en mi mente el mundo es un lugar distinto: me hundo descalza en tierra mojada, verde que me rodea, lluvia que me baña. Sensación lo llaman. E inunda mis sentidos, o eso que dicen que es el alma.
Anda, ven. Mis días están hechos de "a veces" y yo quiero "una vez". Una en la que te des la vuelta y me mires, con esa sonrisa sexy y picarona que me hace pensar "nenéñam!". Y déjame, déjame tener tu boca a un centímetro escaso de un muerdo, mientras me destrozas a calambres de placer. 
¿Qué quieres tú? Jugar, huir en zigzag. Pero sabes que no tengo fuerzas para seguirte con esos movimientos. Y cuando tú ya levantas los pies del suelo, mi sonrisa te insinúa una mirada que te invita a quedarte. Anda, tonto. Qué más da. Al fin y al cabo eso que tú llamas libertad también puede ser un cacho de felicidad.
Pero ¡uff! ¡uff! El sol me ciega el pensamiento. Casi no puedo pensar lo que veo. ¿Te veo a ti? Ñam ñam. No... Mis ojos son dos rendijas por las que se cuelan una luz dorada y un montón de partículas que brillan. Algunas se mueven arriba y abajo, y otras hacen ¡pom, pom! Goodbye, mister Love! 

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