martes, 27 de mayo de 2014

And the best that you can hope is to die in your sleep

Mientras todos son plantas y flores, árboles robustos, raíces que comienzan a crecer, brotes que reviven después de mucho tiempo, vueltas a la vida, el paso de cada estación, tú permaneces siendo semilla. Instinto de conservación, ésa es tu excusa barata. El miedo se vuelve tu coraza, te ahoga y te roba espacio, tiempo, seguridad. Pero hace muchos años que lo has dejado acomodarse y ahora es parte de ti; es casi como mutilar tu propia carne, se ha instalado en tu cuerpo. 
Una noche llega a ese trozo de cielo bajo el que te encuentras, una nube que vierte pequeñas gotas. Conoces esa cálida sensación pero te gustaría que fuera esa otra nube que aún ronda por tus pensamientos. No te resistes especialmente, a pesar de que tampoco el valor nace de tu voluntad. Y durante algún tiempo la nube se queda contigo. Quién sabe, poco a poco vas notando un ligero cosquilleo, a penas latente, una necesidad que llevaba mucho tiempo dormida. El miedo a equivocarte un día hace que huyas desesperadamente. Vuelves la espalda, la nube se cansa y se va. 
Entonces comprendes que elegiste no querer cambiar ese sentido doloroso, a sabiendas de que igualmente ibas a equivocarte, pero preferiste hacerte daño. Sabías que no llegarías a crecer y que la nube se iría, pero por un momento tuviste la esperanza de que no, y la certeza de que querías intentarlo, llegó demasiado tarde. Así, poco a poco vas cayendo en un círculo vicioso. A veces la nube se asoma, vuelve a latirte esa necesidad, ese no querer abandonar, y vuelve a desaparecer. Cuando vuelves a rendirte, algo tira de ti hacia adelante para luego dejar de nuevo atrás. Lo único con lo que no contabas es que la inseguridad permaneciera tanto tiempo dentro de ti. Dentro y fuera, clavándose en tu cuerpo más y más adentro; calmándose a veces la herida, para volver a abrirse con más fuerza, día tras día. El miedo que antes te protegía ahora te ha abandonado y te ha desnudado; ya nada te abriga y tu coraza se ha roto. 
Quién sabe cuándo, sólo esperas el día en que puedas volver a recomponerte. Que no tarde demasiado, que no te desgarre más, que no te haga llorar tanto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario