martes, 20 de mayo de 2014

La totalidad de lo ente

Estás en el mundo, eso es innegable. No sabes nadar pero te tiras al agua. Te esfuerzas por nadar, pero no importa cuántas veces lo intentes, no sabes hacerlo. Sigues intentándolo y siempre te quedas atrás, muy, muy al fondo. Un día te cansas y simplemente flotas. El horizonte no te permite distinguir entre cielo y mar. La insondabilidad te ahoga, vuelve el marco de tu visión claustrofóbico. Llega un momento en el que no oyes ni tu propio pensamiento. La luz del sol te ciega y no puedes abrir los ojos, así que sólo percibes el color rojizo tras tus párpados, la señal de que ahí fuera aún hay algo. Eso realza más la crudeza de la realidad: hay algo, un "ahí", pero tú estás "aquí" y no hay nadie. ¿Entonces? Se acabó. Ya no quieres. Ya no quiero. Surge de nuevo ese "Yo ya no juego". Pero ni si quiera puedes decir adiós, el agua se extiende a lo largo de tu cuerpo, en todas direcciones, y en lo hondo de ese mar sólo quedan las ruinas de un reino perdido. El mundo azul que antes era, yace destruido en medio de la nada de una imaginación que se ahoga a sí misma, perdida en la memoria de un recuerdo sin sentido. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario