domingo, 18 de mayo de 2014

"Para que un día te lleve quien te merezca"

Hace ya mucho tiempo que me ilusioné, y un algo menos que todo aquello acabó. Ahora puedo ver que todavía era muy tonta, demasiado tonta, y aquello más imposible de lo que entonces me parecía. Imaginar sigue siendo muy fácil pero contigo no, contigo se mueren las fantasías antes de nacer. ¿Por qué? Porque sigues estando en una órbita muy superior y yo jamás estaré a tu altura. 

Un día sin más tuve que rendirme y decir "adiós", aunque quería seguir intentándolo, pero me di de bruces con la realidad. Una hace ya suficientemente el ridículo cuando insiste un par de veces; yo no tengo forma de medir lo absurdo de mi manera de ser. Ese día se acabaron los "ojalá", las casualidades fingidas y la posibilidad de seguir intentando llegar a alguna parte. Yo quería seguir nadando pero no había agua para continuar. Poco a poco, cierto que no del todo, porque siempre he pensado que eres tanto, tan grande como persona, todo lo que yo habría querido ser, la persona con la que me habría gustado tanto compartir... Y tuve que cerrar con un "nunca" una historia pensada por una cría estúpida.

Pero una no crece ni cambia de un día para otro. Tampoco dije que te quisiera, era sólo que quería conocerte, porque me atraías, me encantabas, porque eres así... Eres un misterio, un enigma, un algo que ejerce tanto magnetismo sobre mí y que no podía dejar, ni deja, de hipnotizarme. Son tus ojos, tu sonrisa, tu forma de ser, lo que callas, la manera de envolver lo que dices cuando escribes... Un laberinto en el que quería perderme, que me confundía, que me atrapaba. Un tipo de locura distinta, perfecta para vivir, para sentirla, para soñarla despierta y morderla por las noches y algunas mañanas.


Una mañana, no hace más de dos meses, me desperté habiendo soñado contigo. Sigo sin entender por qué,  puesto que ni si quiera manteníamos el contacto. Estábamos juntos en medio de la nada, en un campo verde lleno de sol y con amigos. No sé qué era, qué sentí, pero te veía tranquilo, feliz, como si hubieras dejado atrás algo muy pesado. Supuse que era ella y me desperté justo cuando me dabas un beso en la frente. Justo en ese momento. Justo el día que hacía un año que no hablábamos. Supongo que mi subconsciente quería recordármelo para no dejar pasar el día. 


Hace a penas otro mes, otro lío de casualidades y mala suerte que todo lo enrollan y me confunden, lo que jamás me hubiera esperado que sucediera, pasó. Y claro, no pudo ser. Siempre llego tarde y pierdo las oportunidades. Sigo preguntándome por qué, aunque no haya una razón, y esa duda seguirá constante, por mucho que sepa que no la voy a resolver, por más que me niegue a preguntar. 
Te juro que se me saltaron las lágrimas de la decepción, de la rabia, por volver a desatar todo esto de nuevo. Siempre pienso que ojalá te hubiera conocido antes, aunque preferiría ser como soy ahora. El problema es que sigo siendo tan compleja, tan inestable e imposible que entonces no quiero que me conozcas, a pesar de que me encantaría darlo todo por tener una única oportunidad. 

No sé cómo explicarte. Una mañana sólo son tonterías y hay temporadas en las que me consume. Ahora mismo, me ahoga, me destruye. Odio verme reflejada, saber que nunca seré otra cosa más pequeña que ésta. Nunca podré verme entera, orgullosa, firme y poder acercarme y sonreírte. Entonces pienso en ella, en su luz, su alegría, su sencillez, su figura perfecta... Y sé que no podría hacerte feliz nunca; que la noche oscura y absurda, la locura nunca podría acompañar al sol. Sé que no puedo ser como ella, ni tampoco quiero, pero me gustaría ser alguien mejor de lo que soy, tanto física como psicológicamente.
No busco convencer ni convencerme. No sabría por dónde empezar pero los planes, ya ves..., se los tragan las circunstancias. Un yo diminuto frente al mundo no tiene nada que hacer. Así que de nuevo ha sido imposible, y estoy segura de que el miedo ni si quiera me habría dejado intentarlo. Habría huido, agachado la cabeza, me habría paralizado, qué sé yo. Habría pasado por tu lado lo más deprisa posible, aunque la verdad es que te busqué todos los días. 

Muchas horas me pregunto qué estarás haciendo, en qué punto cardinal estarás. Yo siempre rondo por el oeste, más al sur o por el norte, pero siempre al oeste. Y cuando paso por esas ciudades donde mi memoria aún te sitúa, imagino que estás cerca, qué haría si por casualidad te reconociera a cien pasos, dentro de un coche, cruzando la calle, sentado en un banco. 
Ni si quiera pretendo algo. Simplemente creo que es un juego que acabará cuando tú decidas. Yo seguiré jugando, seguramente hasta que otra gane la partida y se acabe todo. Un buen día encontrarás a alguien y espero que entonces seas realmente feliz, o que al menos lo intentes. Sólo te pido una cosa: nunca dejes de ser libre y tampoco te olvides de escribirlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario