Y solamente cerrar los
ojos para estar en otro lugar… Pero eso ya no funciona. Mejor dejar las cosas
donde están y borrar esas intenciones que pretenden escaparse de mí, que
quieren hacerse realidad. Mejor no pintarles más horizontes, ni si quiera en la
fantasía, para que no alimenten más esperanzas tempranas o tardías.
Ojalá pudiera barrer
todos mis pasos desde entonces. Habría escogido otro camino, eso seguro, y
ahora no tendría que soplar y esperar a que la herida me deje de escocer, que
empiece a cerrarse por enésima vez, hasta que alguien más la abra. El problema
es que yo misma soy quien finalmente arranca las postillas. Y si tuviera una
buena aguja y un buen hilo, la cerraría para siempre, igual que cerraría los
ojos, para no verte nunca más. Me ahorraría todas esas palabras, te ahorraría
todas esas molestias, ese acorralamiento, ese no saber qué decir…
Tirar a la mierda ése
qué mal me siento, arrancarme de una vez todos esos pensamientos que se creen
una máscara perfecta, como si no hubiera nadie que realmente supiera lo que
pasa. Y me cosería la boca, los ojos y esta forma de pensar, para no tener que
recordarte ni un solo día más. ¿Por qué? Porque no sirve de nada, porque es
echar más leña al fuego, más sal en carne viva. Porque jamás te merecería como
realmente tú te mereces a alguien. Porque jamás te podría dar lo que realmente
necesitas, para lo que de verdad estás hecho. Porque soy la personificación de
millones de errores y no hago otra cosa que confundirme a diario, otra cosa
sino que tropezar y no quisiera arrastrar a nadie conmigo.
Siento mucho y tanto que las
palabras ya no me sirvan ni para explicarme, porque ahora sí sé que de verdad
me estoy ahogando, una y otra vez, pero algo tira de mí para que saque la
cabeza, para que con la media luna te mire y te diga con los ojos lo que la
emoción embarga hasta silenciar los gritos de mi pensamiento.
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