viernes, 11 de octubre de 2013

Wonderful Tonight



Sentada de espaldas a la barra, imaginando que aquella canción podría traerle algo nuevo, una mirada tal vez. Y mientras tarareaba mentalmente la letra, él apareció. Fue tan sólo un segundo, un vistazo, y se encaprichó. En seguida lo miró descaradamente, haciendo que él se diera cuenta, pero de repente le entró la vergüenza y la borrachera desapareció, haciéndole bajar la cabeza.A penas un rato después, él estaba en su lado de la barra, unos cuantos metros más allá, y creyó que, a lo mejor, podría conseguirlo. Siguió clavándole la mirada hasta que él sonrió, haciendo que finalmente se animara a llamarlo y decirle que se acercara.
Mientras que la música seguía sonando, ahora en su cabeza, no podía dejar de sonreírle y él la miraba como si la conociera de toda la vida, con una mezcla de cariño y alegría. Aquello le gustaba, aunque sabía que en realidad era un gesto hueco, vacío, puesto que no era nadie en su vida, que acababan de presentarse pero, había una cierta complicidad.


Y en seguida sus bocas se cruzaron, a penas un roce, más parecido a la protección que a la atracción sexual. Pero de todas maneras, ella no quería, no podía dejarlo marchar. No después de aquello que se le había metido dentro, no sólo el capricho, sino que reconocía algo en él que le recordaba a alguien más. Entonces pensó en ese alguien más...¿Y si estuviera aquí? ¿Qué diría? Y empezó a sentirse mal.

Palabra tras palabra, silencio entre silencio, la música le inundaba los sentidos, aquella letra maravillosa, y todo se mezclaba y se enredaba a la par en su cabeza. ¿Qué podía hacer? Agarrada de su mano, no quería soltarlo; era como una personificación de todo aquel lío, aunque sabía que no duraría y que no sería apenas real. Entonces, él la miró, y sonriendo como quien se despide con dolor y cariño, le dio un beso y se marchó. Ella se giró a un lado, con lágrimas en los ojos, sintiéndose sumamente ridícula, haciendo estallar esa burbuja de ilusión en mil pedazos y devolviéndola a la realidad, al tiempo que la magia de la canción se acababa.

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