sábado, 21 de marzo de 2015

Fire is the devil's only friend

Para qué explicarlo si se va a malinterpretar, a entender lo que sea a favor de lo que uno piensa. Es lo bueno y lo malo del lenguaje, que se puede manipular a conveniencia. Qué pena que la objetividad misma o las caras de las personas no sean pantallas donde todos puedan ver lo que pasa. Porque me gustaría, y mucho. 
¿Ésa es la única razón? 
Na. Más allá de mi única media neurona está la realidad, y sabe que no podrá comprenderla nunca. Lo único que alcanza a comprender es que si entre X personas, soy multitud, lo lógico es que me sienta como una puta mierda. Hecho del que nadie se percata. Hecho del que no puedo decir nada, porque obviamente, cada uno hace lo que quiere con su vida y yo no soy nadie para obligar, impedir, entrometerme, etc.. Lo único que me parece importante subrayar es ese hecho mismo: que a nadie le importó que me sintiera como una puta mierda, o que me pudiera sentir así. ¿Por qué? 
Aaah... Ésa es la cuestión. Mi teoría es que hay espacios en los que una persona no cabe, como es mi caso (entre otros muchos, éste es sólo uno de ellos). Independientemente de eso, se te pueden dar a entender las cosas, lo pillas y no pasa nada, no entras y fuera. Otra cosa es que te restrieguen en las narices las cosas, que sea descarado, y que la cosa vaya subiendo de tono, hasta el punto de que hasta estar presente o pasar de largo te sea incómodo. 
Pero no, queda más bonita la malinterpretación. Quien se enfada tiene la tarea de desenfadarse, además. Es delito darte cuenta de que en muchos aspectos importas poco, muy poco, poquíiiiiiiiiiisimo. Sólo eres una niñata de 23 años, como muy bien dicen. Lástima que a esta edad a mí me hayan estado importando estas cosas, cuando parece ser que lo correcto es que no debía preocuparme. 

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