sábado, 14 de marzo de 2015

Siempre

Pierdes la cuenta de lo que has hecho mal. Pierdes la cuenta de tantas cosas que con seguridad te lo mereces. Y te vuelves loca con manía persecutoria, ves todo lo que no es, piensas todo lo que no es, y te equivocas, claro que sí. Pero hay una parte de ti que te dice que no, que no es del todo cierto, ni una cosa ni la otra. Que no está mal aceptar las cosas, pedir perdón cuando hay que hacerlo, que el rencor no sabes ni lo que es por eso de que no juntas dos ideas.
Un día te das cuenta de que esa vocecita que nunca escuchas a un volumen alto, ésa que es la última que se pasea por tu cabeza cuando estás dejándote dormir, vuelve a tener razón. Todas las ideas estúpidas se juntan en un puzzle y, ¡anda! La verdad no era tan mentira como tú creías. Y vomitas, vomitas todo lo que hay en ti de la forma que sea. 
No sabes cómo arreglar las cosas pero tampoco crees que se puedan arreglar. ¿Para qué? El mejor desprecio es no tener aprecio, la indiferencia y la falta de confianza. Tú te crees todo lo que te cuentan, no desconfías de nadie de tu entorno. Adviertes lo sumamente difícil que eres, que un día serás una decepción, avisas y avisas, pero no te creen, no te toman en serio. Sólo eres una exagerada y una mentirosa. Hasta que pasa, lo ven, se decepcionan y que te den por culo. 
Ésa es la frase: QUE TE DEN POR CULO. Y a partir de ahí, simplemente empieza a darte igual todo, porque siguen importándote más las personas, los sentimientos, que dejar todo ahora mismo, y el ángulo desde el que los demás ven las cosas es todo lo contrario al tuyo. 
Lo único que sabes que quieres con certeza es dejar de sentirte así, que te duele, que te importa, que te molesta. Pero no tienes nada que decir, no quieres nada, sólo dormir, desaparecer y no tener que volver a pasar por lo que ya advertiste muuuuuucho tiempo atrás. 

Que eres una puta cría, una puta niñata que no sabe qué hacer con su vida. Los demás se dan cuenta un día, una vez, tú todos los días, 24 horas seguidas. Y eso es incomprensible, cómo no, a estas alturas... ¡Que te andes con estas tonterías! Porque no tienes voluntad, porque eres pesimista, porque tienes que cambiar, porque todo el mundo lo puede hacer, porque si quieres lo haces, porque porque porque... ¡BUUUUUUUM! 
Y ése es el abismo del que siempre hablo: yo tengo que. No me escuches si no quieres, no me sigas el rollo y olvídate. Pero no me busques ni en lo bueno ni en lo malo, y eso implica indiferencia. Otra cosa es tener vergüenza, que no todo el mundo la tiene y dejar de hacer daño adrede. 
Igual soy una puta cría, una cobarde, una no sé qué, una no sé cuánto. Vale, lo admito, perfecto. Y lo mismo no soy la única cosa podrida del universo. 

1 comentario:

  1. Me ha faltado llorar leyendo esto. Ya llevo bastante tiempo sintiéndome de esa manera (o de lo que yo he interpretado en lo que has escrito), lo peor es que todo el mundo dice que tiene remedio... ya sabes.. la gente habla mucho sin tener ni idea. Quizás sí que lo tenga, o quizás no... o quizás simplemente no quiera cambiar esto de ser pesimista (a lo que yo llamo ser realista), quizás no quiera dejar de ser yo para que otros me acepten tal cual. Cuando la gente se molesta un poco en conocerme, dejan de interesarse en mí. Ultimamente no me importa demasiado, porque en pasadas ocasiones me importó de sobremanera. Una se cansa. Es todo.

    Un saludo.

    ResponderEliminar