viernes, 5 de octubre de 2012

510012

Un día cualquiera del que sí sé la hora que es, las 3 y pico de la mañana, y me acuesto en una cama vacía, sabiendo por qué, obviamente. Fuera no llueve y la verdad es que me da igual, como si cae un aguacero o hace un calor tipo Sáhara. ¿Si estoy llorando? Claro que no. Ahora no es el momento. Cuando apague la luz, pero eso será otro día, otra historia, otros momentos.
Y si me asomo a la ventana lo que veo es una calle silenciosa y vacía de luces apagadas. Lo mismo soy la única payasa de toda la calle que está despierta a estas horas porque no quiere hacer ninguna de las otras cosas, no mejores, pero que sí tiene que hacer. Lógicamente no hay nadie jugando a estas horas en la calle, y menos aún con flores ni jardines ni qué sé yo, si aquí todo es cemento y enfrente está el corte inglés, con su explanada de césped super guay en el lateral que huele a mierda de perro. 
Sí, ya sé que no se puede jugar porque no son horas. ¡A dormir! Como se puede observar ahora no entra luz alguna por la ventana, quizá quede un poco del azul de una luna aún no muy vacía. Luz que me encanta, por cierto. Cuando se haga de día no veré el sol porque me lo tapan estos pedazos de bloques y... bueno, el cielo es sólo una rendija por su culpa. 
¿Una canción? Varias. La primera es Wonderful tonight de Eric Clapton, obsesión del año pasado. La segunda... Quizá Dust in the wind de Kansas y la tercera la de Carry on my wayward son. ¿Alguna más? La que me despierta todas las mañanas: American Pie de Don Mclean, y los días estos guarriperos de lluvia o cuando estoy asfixiada en el autobús es la de I wish it would rain down  de Phil Collins con Eric Clapton al piano. 
¡En fin...! 
Que sabrá Dios cuántas tonterías se hacen por aburrimiento.

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