sábado, 20 de octubre de 2012

Y es que me puedes...

Me sacas de quicio, me vuelves loca, cuando me hablas se me encoge el corazón hasta el extremo y cuando se suelta late deprisa y me hace daño. Mmmm... A veces me entran ganas de cruzarte la cara a tortazos limpios y firmes, para que te des cuenta de que no soy tan cría como tú seguramente piensas. Para que te des cuenta de que no siempre tienes que mirarme desde arriba, que también puedes tratarme de tú a tú.
Nunca sé de qué forma tomarme las cosas contigo, si vas demasiado en serio o si sólo vienes a ver cómo reacciono para reírte, y cuando meto la pata, simplemente te das la vuelta y bye-bye, me he ofendido! ¿Y yo cómo me quedo? Deshecha, deshecha por ser así de gilipollas contigo, deshecha por hacerte caso y no ser capaz de decir "se acabó, no hay nada, ni lo máximo ni lo mínimo".
Pero sigo teniendo esa mierda que llaman esperanza (mierda porque no es lo correcto en este caso) y que no me abandona. Un día decidió convertirse en mi salvavidas particular y aunque estuviera abandonada en medio del desierto, ella seguiría diciéndome que espere, que al final se puede solucionar todo. Y no sabes cuánto se equivoca... Bueno, sí, en esta caso sí, porque eres tú quien en todo caso podría cumplir lo que ella quiere... eeeem bah! que me lío.
¡En fin! Que me encantas... *__________* No lo puedo remediar.

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