lunes, 28 de enero de 2013

Welcome to the dollhouse

Un pedazo de cielo azul se asoma por la ventana. Una única nube blanca flota ahí en medio, en ese hueco que queda entre un tejado y otro. Es suficiente para ver ese trocito de color azul, pero nunca encontrarás una estrella.
Y el mundo gira igual que siempre, mientras tú estás en la cama, mirando fijamente el techo, sin saber qué hacer. Sólo puedes darle vueltas a las mismas cosas, una y otra vez. Desearías tener la solución en las manos pero ni si quiera ellas te sirven para algo. 
Qué podría cambiar, qué podrías cambiar... Pero nada. A veces, simplemente no hay nada que hacer, nada que esté al alcance de tu esfuerzo, de tus ganas, y las circunstancias se encargan de coser las cosas a su manera.
Entonces pasa, y pasan los días, las semanas, los meses... Todo sigue girando menos tú. Dejas de ser especial para aquellas personas a quienes quieres. Las horas del reloj ya no cuentan tu presencia y cuando apareces, sólo eres fina niebla entre colores. ¿Y qué esperas? 
La vida no se puede apresar entre los brazos. El mundo no es de cada persona que lo habita. Nada de cuanto te rodea es de tu propiedad y no tienes el control de las cosas. Tu vida, sí, tu vida es tuya, y muchas cosas de las que pasan te demuestran que no, que no puedes escapar al destino, que la suerte te acompaña o no. No podemos decir que la suerte se la crea uno mismo, son palabras crueles e injustas.
Las fuerzas te abandonan, el tiempo sigue avanzando. La nube solitaria que antes has visto ya no está en ese cielo, y en ese cielo querrías estar tú, como tiempo atrás. Tu cabeza cae hacia un lado y las lágrimas resbalan en la misma dirección.
Aquella palabra maldita que destroza tu vida desde sus cimientos, aquella cosa que jamás has encontrado en ti, ¿la poseíste o simplemente te abandonó? Y el mundo sigue girando por mucho que busques la voluntad en cada milímetro de tu cuerpo. 
Ya sabes, muchos pájaros nacen con alas pero no todos pueden volar.

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