martes, 9 de julio de 2013

La Reina de Mayo

Y hace que me pregunte a dónde va. Su figura es diminuta y la escalera parece cada vez más y más grande. Todo es color azul y negro, casi borroso, excepto ella, blanca y serena, que continúa subiendo la torcida escalera. Yo la sigo, sin poder pensar, porque algo me arrastra, como si cuanto más lejos está más deseara yo acercarme. Y no lo consigo, porque ella sigue subiendo, sin detenerse jamás. 
Todo brilla como si fuera un mundo hecho de purpurina. Tengo la sensación de estar flotando, dejándome guiar por la intuición que una borrachera aún no ha matado y me dejo llevar por la fuerza atrayente de la enigmática figura. Se ve casi una niña, una flor que a penas ha abierto los ojos al mundo, que sigue cegada a algo o a alguien. Y yo sé qué es lo que sigue, aunque no sé a dónde la llevará.
Mientras, sigo subiendo y las nubes de marzo tapan los cielos azules de febrero, trayendo de nuevo la lluvia. Todo recto, frío y gris, como de piedra, ¿verdad? Pero ella ya casi ha llegado a finales de abril, porque lo que persigue es la caricia del sol en el mes de mayo. Y lo conseguirá, pero aún no sé a dónde irá. Quizá nunca lo sabré, porque ella ve algo más que yo no veo. Y si voy más deprisa la perderé antes de llegar al final de la escalera.

A ratos siento que no puedo más, pero ella me hace dudar y me obliga a seguir. Siento como si estuviera boca arriba en el mar, sin llegar nunca a la orilla, con el vaivén de las olas bajo mi cuerpo. Se me cierran los ojos con el balanceo, pero tengo que seguir.
Desde aquí puedo ver su cara de felicidad, esa sonrisa que se le escapa a veces, quizá producida por algún pensamiento. Sabe que está cerca, cada vez más. Cada vez más.
A los lados se levantan sombras que parecen querer cortarme el paso, parecidas a los monstruos que aparecen en la película The Wall. Y me sale la música al paso, mientras las sombras avanzan hacia mí, y se disipan antes de tocarme. Pero yo no me detengo, es mayor la curiosidad que el miedo.
Continúo en ese estado de embriaguez, con un fuerte dolor de cabeza que casi no me deja ver por dónde voy, pero…¿por qué no puedo parar?
Ahora oigo esos versos desde el principio, con la voz que echaba de menos, y Jim Morrison canta esa misteriosa canción, como a mí me gusta, haciendo que se me ponga la carne de gallina. Pero ella no la escucha.Me pierde el tono grave de su voz y el vestido blanco de esta reina de mayo, que flota aunque no corre ni pizca de aire.

Siento un aroma a flores desconocidas, a mezclas exóticas de lugares en los que nunca he estado y esos ojos azules clavados en mi nuca, que no sé por qué sé que están ahí. Un cosquilleo me revuelve el estómago al pensarlo, mientras trato de recordar algo que no ha pasado nunca, que tengo la seguridad de no haber vivido. Y nada consigue distraerme lo suficiente como para que olvide a mi Reina de Mayo.
Entonces recuerdo la sensación de que un día algo se me rompió dentro, a la altura del estómago. Algo que me hizo perder el rumbo, y veo sus ojos verdes encima de los escalones que subo, y a través de ellos, sigo contemplándola a ella.
Nada me devuelve la lucidez, sigo a medio camino entre el mareo y la locura, sin tropezar una sola vez, ahora al ritmo de su guitarra que me recuerda a agua que cae. Y mientras cae, oigo su voz diciendo que así es como quiere que sea, como antes. Y sus ojos se asoman en algún lugar de mi mente que nunca pude encontrar. La escalera continúa, y el cansancio me anima a seguir, de forma automática.
Es ese olor a mañanas de domingos, cuando asoma el sol en un tímido pero limpio cielo azul. Y allá va ella aún, mientras una luz dorada me asalta en el camino, arrancando destellos multicolor a este mundo de purpurina, submarino, la tumba de Annabel Lee, diría Poe. Aunque en este tramo no hay ángeles ni demonios celosos.
Deseo alcanzarla y suenan los primeros acordes de “Patience”, mientras Axl Rose casi susurra que guarde las lágrimas. Y noto el sinsabor de aquello que se me rompió. Sigo echándolo de menos.

Mi Reina de Mayo, envuelta en un halo de misterio, como si flotara, y se parece a la Muerte en la película All tha Jazz. Yo le pondría una corona de flores, y parecería una diosa griega, una dama blanca que trae…No puedo decirlo, es una imagen que se forma en mi cabeza. La luz dorada se va intensificando por estar más cercana y se atenúa a la vez, rompiéndose en un tono más anaranjado. Ahora parece casi la yema de un huevo. 
Y por fin, ¡por fin! Creo que llego al último tramo, que es una escalera totalmente empinada y enorme. Una de esas que llaman “típicamente holandesa”. Entonces huele a rosas y escucho aquella voz que decía que el amor es un sueño con miedo a despertar, que nunca aprovecha la oportunidad. Una voz dulce y rota que anuncia que el amor es un alma con miedo a morir que nunca aprende a vivir. Y me doy cuenta de que el invierno se está acabando. Pronto será primavera, cuando la semilla se convertirá en la rosa.
Se me viene a la mente, mientras ella se aleja, la dichosa carretera. Las lágrimas me arden en los ojos, y una vez más vuelvo a comprenderlo, aunque es como si fuera en otro lugar de mi cabeza.La Reina de Mayo va llegando al fin al último escalón, deteniéndose al fin. Y corro, corro hacia ella, al ritmo de “Just like Heaven”. Ella comienza a desaparecer, desvaneciéndose su figura en el aire. Ella, única y delicada. Ella, sola y perdida, como el cielo.

Desaparece. El sol brilla con más fuerza. Yo llego arriba y donde ella ha desaparecido hay una pluma blanca. Abajo, un abismo; luego, un valle al atardecer; y al fondo, esas montañas que tanto extraño en verano.
Recuerdo su sonrisa, porque ha llegado mayo, aunque la Reina se haya ido. Pero soy lo suficiente mayor para poder mirar el camino recorrido, y aún muy joven para seguir sintiendo mi alma. Cierro los ojos, sonrío, y veo de nuevo la carretera, que continúa.
Un calorcillo agradable me hace cosquillas en la cara, con los ojos cerrados noto la luz intensa del sol. Me he dormido al inicio de la canción y me he despertado con el último verso, y también, la última imagen: She’s buying a stairway to Heaven.
Ahora sé adónde iba.

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