sábado, 13 de julio de 2013

The Whale who hate the sea and the beach

Y todos los veranos, en esencia, acaban siendo lo mismo, el mismo, iguales. ¿Un verano diferente? Ja. Ésa es la triste promesa de todos los años justo antes de que empiece. Al final lo que menos le preocupa a una es la diversión y lo único que cuenta es sobrevivir con las menores secuelas posibles. Lo mejor posible, si es que es... posible, o no posible, o imposible, o probable. O... Bah.
Una lo ve llegar y al principio todo son ventajas. Hasta que sudas. En el momento en que dormir es imposible porque te sudan las piernas y el sujetador, maldices cada rayo de sol blandiendo el abanico y estallando en quejidos, lágrimas, murmullos indescifrables. Pero ¿y la playa? Ah, la playa... Acabas odiando la playa. Odias sentirte croqueta, odias las olas, el agua, la sal, quemarte las plantas de tus pies de pato-morsa, la línea roja que te recorre la cara como una cicatriz de oreja a oreja... Sólo echas de menos la playa cuando estás lejos de ella. 
Entonces te sobrevienen esos días en los que ya no te apetece nada, sólo dormir. Pero dormir all day long se hace tarea imposible ante las broncas monumentales. Da igual. Acabas odiando la cama y acampas todas las noches donde mejor te parece: subida al tejado, en un sofá, en una silla... Pero lejos de la cama. No. La cama se convierte en tu enemiga. 

Entre sudores y sudores y posiciones nudistas/tevesobligadaa, dejas de lado todo. ¿Todo? Sí, todo. Tus ganas se esfuman. Mirarte al espejo sólo te recuerda lo horrible que te sientes. La seguridad no te da la mano y no encuentras ni rastro de algo que te guste. ¿Y la voluntad? Te tiras en plancha al suelo, cuerpo a tierra, aunque la arena queme, pero aunque no quieres ni ver tu sombra, no le das ni una oportunidad al mínimo esfuerzo. Ya ni eso. Por eso odias tu cama: ya no te sientes segura allí tampoco. And live is waste your time imagining another eassier and impossible way of life better than this one. Pero qué coño eassier... Todo es imposible en tu cabeza. Ciao! Cierras la cortinita de tu imaginación y no hay manera de que razones. 

Echas de menos todo. Reír y disfrutar, algo que te alivie, alguien en quien pensar, algo que te haga sentir bien, sentirte viva. Y con los años descubres que te has vuelto más inútil, que con la edad pierdes más efectividad, que eres más patosa y que tu poca inteligencia se evapora con el paso de los días. Te bloqueas de maneras incomprensibles y ya no quieres ser ballena. Ahora quieres ser nada, ser planta, ser aire, ser... algo que no sienta, ni sude, ni padezca. Dentro de todas estas cosas reconoces tu locuras y solamente esperas el día en que desaparezca, porque es lo que sueles hacer. El problema con el que más lidias al cabo del día es el saber que ya no te reconoces a ti misma. No sabes quién eres, ni qué quieres, pero sabes que no quieres esto. Te cansas a ti misma de tanto cansancio acumulado de noches y noches, no por sueño, sino por pensar y no encontrar soluciones (pérdida de efectividad, little whale, you know). Y lo único que sacas en claro de todo esto es tu pérdida de noción del tiempo y una frase hermosa propia de las novelas que tanto te gustan: Toda mi vida es una mentira. 
Y no es exagerar. Es que el tiempo y las circunstancias colocan las cosas en su sitio, menos a una misma claro. Una espera que la marea venga a por ella, se coloca, se posiciona y el agua la devuelve a la orilla, a la dichosa arenita, como si a cada pasito que da en dirección al mar, éste se retirara metro a metro, fuera de su alcance. Entonces toca sentarse a esperar, y cuando llegue el día, que llegará, vendrá una ola enorme y se la tragará, apareciendo sabe Dios cuándo, dónde y de qué manera. 

[Lista (o no) y preparada (o sí, o quizá) , toca observar el tiempo en bragas (seguro, efectivamente) ;)   >:(  =( ...]

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