Nervios y escalofríos, es lo que me
entra, imaginando que el susurro de tus palabras me roza la piel. Y
la sonrisa de idiota que se me queda mientras me ataca esa pequeña
oleada de calor. Sigo teniendo frío en la espalda, y no me importa,
no me importa porque tengo la cabeza en una nube, esperando que hagas
algo pare que baje. No sé, no sé. Sé que no es posible, que no lo
harás, y te juro que es lo que más quiero, lo que más deseo en
estos momentos. Pero nada, nada va a empañarme esa sonrisa de
idiota, ¿vale? Nada.
Hace falta algo más que una tormenta
para borrarme el sol de la cabeza, y por muchas sesiones de estúpidas
hipnosis que pretendan hacerme pasar, las voy a superar todas. Todas
y cada una. Porque es demasiado grande lo que hay al fondo como para
dejar que sea sólo una fantasía. No quiero fanfarronadas, ni
mentiras sobre cualidades que no tengo. No es eso. Es la sensación
de saber que eres mucho, mucho, demasiado para mí, pero tengo la
terrible necesidad de intentarlo. No soy una maldita mariposa, gusano
con alas, y no pienso serlo nunca. No seré una maldita metáfora
perfecta; sólo un trozo de carne que sigue las sombras de tus alas
desde los aires de la libertad.
¿Lo sabes? Ni si quiera la poesía
misma podría darte alcance alguna vez allí arriba.
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