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Bailes que roban sonrisas. Labios
perdidos sin boca que besar. Besos que nadan en el fondo de una copa.
Penas que flotan porque no se pueden compartir. Secretos que logran
escapar de oídos indiscretos. Palabras ni tan si quiera susurradas
que esquivan miradas. Flechas que no hacen diana. La música es una
vía de escape un tanto confusa.
Sus caderas son un mundo
maravilloso en el que perderse. El hueco de su cuello el camino hasta
la curva de la locura. Una caricia que se contonea suave y sensual.
Media luna perfecta y blanca, dueña de esa oscuridad.
Ilusiones marchitas en mundos de
purpurina. Azul de ensueño que anuncia tormentas. Soles dorados que
se alejan por la puerta. Al final, en el suelo de ajedrez, la vieja
reina llora en un rincón.
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