lunes, 4 de marzo de 2013

18 de Agosto

Y el tiempo era eterno, el mundo infinito y todo lo demás de miles de colores. Lo único que le pedí a aquel verano fueron unos días, sólo unos pocos de todos los que tenía. Los suficientes para perderme, encontrarme, volver a perderme y quizá remontar el vuelo. Pero quizá fue pedir demasiado.
Me veo a mí misma, sentada en el tejado, dos horas después de haberme quedado sola y viendo amanecer. La sonrisa se me escapaba de tanta alegría artificial, de eso que sólo sabíamos él y yo, aunque fuera un secreto a voces. Sonreía porque no podía creer que la suerte estuviera conmigo. Cerré los ojos y me dejé caer hacia atrás. Al final se hizo de día y volví a casa saltando de un baldosín a otro. 

Horas después todo me daba vueltas y me importaba una mierda. Estaba en esa burbujita que me decía "S.O.N.R.Í.E." y nadie iba a robarme la magia, nadie. Y cuando lo vi aparecer me temblaban las piernas y me sentía de hierro, y a la vez creía que flotaba cada vez que lo miraba a los ojos. Ese verde imposible, único, irrepetible. ¿Si le quería? La afirmación era rotunda. 
¿Y qué puedo decir? Aquella noche me destrozó al final, me reventó con palabras aunque luego me envolviera de nuevo con ellas. No era cuestión de creer o no, él eligió el Norte, yo no pude decir más, y realmente, no perdió nada. Solamente me pesaba la duda de no haberle demostrado jamás lo suficiente, de no haberle hecho saber todo lo que significaba. 

Y al final, dos semanas después y mucho tiempo más adelante, me monté en la montaña rusa de eso que ha sido tan importante y que no entendía por qué. Simplemente dejas de creer que puedes, que sí, que alguna vez pudo ser. Te preguntas por qué, si es el destino, o si es que la lógica es imposible para que exista ese mundo y el pobre, finalmente, se muere, se derrumba, se paraliza. Estalló y no hubo nada más que hacer. Algo mío se murió ahí, la confianza quizás.
Ya no importa lo mucho o lo poco que valió todo eso, si realmente sirvió para algo. Solamente me pregunto qué hubiera pasado si. 

¿Sabes qué hubiera pasado? Nada, porque al final, todo fue un mundo que yo me inventé, y las cosas no tienen por costumbre ser lo que yo quiero, desde lo profundo de la necesidad más soñada.


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