viernes, 22 de marzo de 2013

Go down and surrender

Y el mundo acabó. Se alejó rodando calle abajo buscando un lugar mejor. Todo era mentira y más que mentira, fantasía. Pero a veces las cosas tienen que destruirse, autodestruirse, para renacer, para volver a vivir. Más acá, más allá. Qué importa el término, el caso es echar a rodar. 
Y al final esa pieza suelta y desengrasada antes era un mecanismo fuerte. Las cosas pierden brillo, fuerza, aguante, valor, y se paralizan en el olvido.
Cuando todo se congela, se despedaza o se desintegra, uno recoge las pocas piezas que le quedan, las justas y necesarias para seguir adelante. Lo más importante es marchar y llegar a la próxima parada. Quién sabe... Aunque a veces no hay nadie con quien compartir tus pequeños descubrimientos, nadie a quien pedir un sorbo de agua o a quien sorprender cuando la primavera te alcanza. No se gana ni se pierde, se sigue, se llega, se termina y se vuelve a empezar.

Ojo de gato que te mira tierna, presa y sensual. Vas calle abajo detrás de su cola, a encerrarte en la oscuridad, a que te dé su aliento. ¿Que hace frío? No en ese metro cuadrado. Ojo de gato desaparece al amanecer entre tus brazos. El maquillaje no resiste una vida.

El movimiento se hace eterno y se vuelve huracán en algunas horas de su metamorfosis. Tiene la manía de sorprenderme y atraparme en forma de tormenta caprichosa. Neumonía o principios de. Bronquitis mortal. Estuve en tu ciudad, tirada en el césped al sol, y cuando volví a casa, al día siguiente, el cielo descargó. Me dejó a las puertas de no sé dónde, en medio del delirio y el sueño. 40ºC o fiebre.

Un alma en tensión que no puede apartar los ojos del cielo. ¿Tú sabes lo que es eso? (Un inadaptado social /misfit/yo). Y el sol se abría paso entre las nubes y yo atrapaba sus rayos en tarros de cristal. Yo quería secuestrar al arco-iris y la lluvia me seguía teniendo manía a finales de abril y a principios de mayo. Yo aún la quería.

Mira, mira. Ésa es la mentira, la fantasía. Cuántos se maravillan con una mariposa. Un bicho asqueroso que se transforma en sueño escrito. Promesa que vuela, vacío de hace años. Sólo la música escribió mis mejores días; sólo la poesía me hundió en vida. ¿Y? No perdí la esperanza.
Un día el Cuervo Negro dejó de ser el único, llegó mi Reina Blanca para florecer y no dejó que me enterrara la pena. Ella creó el mundo azul y allí me refugié. Y como en la historia interminable, nace para morir y muere para dar vida.

Pero tu boca no está en el próximo horizonte. Tus ojos no son el verde que yo necesito mirar. Tu cuello no va a ser el hueco donde yo susurre gilipolleces varias y no va a ser tu nuez la que yo vea jadear. Las alas del tiempo borraron tus huellas y yo supe que estuviste en ese otro momento, mucho antes de conocerte. Y ahora que lo sé, tengo que coser nuevos días a mis últimos pasos, para tener la certeza de que no me confundo, que recuerdo más cosas pero que tu sonrisa ya no asoma.

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