domingo, 9 de junio de 2013

A esa sonrisa perfecta

Tú, niño tonto, imbécil, de los ojos medio verdes. Se acabó, sí, pero sigo sintiendo un hueco, un vacío, y no quiero retrocesos ni molestarte, pero sigo enamorada de tu sonrisa. Tý y tu puta poesía. ¿Por qué aparecistéis en mi vida? Sólo yo, mis tonterías, y vamos y me enamoro. ¿De ti? No. Eso son palabras mayores. Pero sí de algo, de una puta idea, de un algo que no conozco y a que a la vez presiento, creo haber conocido. Historias de indios, de plumas, de alas, lobos y águilas. ¿Qué cojones? Si te lo explicara a lo mejor verías la conexión. En el fondo sabes de lo que te hablo porque a ti también te gustan esa música, esas películas, esos libros. Sí, yo no te busqué, tampoco te encontré, ni al revés. Eres parte del camino y aún no me siento capaz de pisar por encima de ti. No encuentro razón alguna para hacerlo. Fue y ya está, pero no encuentro motivo para enterrar-te.

No hay comentarios:

Publicar un comentario