jueves, 6 de junio de 2013

Seis

"Y no sé dónde empezar".
Eso fue lo que te dije aquella noche en el Lulla, después de meses sin vernos. Creo que no he vuelto a estar tan perdida desde entonces, completamente desubicada, sin saber qué hacer con mi vida, sin interesarme por nada. Y siempre te digo que fuiste tú quien decidió por mí; tú dices que no, que era lo que yo quería, que mi necesidad me llevó a ti, el destino, qué sabes tú, qué sé yo. 
Es cierto. Siempre que venía a verte sentía que éste era un lugar especial. Y no me arrepiento de haber venido, ojalá lo hubiera hecho antes. Jajaja, vale, era imposible. Pero tú lo sabes muy bien, siempre me sentí muy cómoda, y un ambiente así era la idea que tenía de cómo me gustaría vivir cuando llegara la hora de irme. 
¿Recuerdas el día que llegué? No sé por qué estaba tan sumamente intimidada. Parecía que no nos conociéramos, y tú en vez de ayudar te reías. Entonces me di cuenta. Era mi decisión, tú "sólo" me habías empujado, me tendiste la mano y una solución. Menos mal que fuiste tú... Me enfadé contigo porque estuve toda la tarde buscando una conversación, algo que decirte, y tú sin mirarme, riéndote de vez en cuando por lo bajo. Casi me arrepentí. Y justo cuando iba a acostarme aflojaste un poco, y me hiciste sentir mejor, mucho mejor. No entiendo esa maldita manía tuya de ser tan... sólo de noche. Es como si el grado de intimidad aumentara en altas horas. Sí, el resto del día eres dulce, cercano, cariñoso, pero no tanto. De día eres el sol; de noche el gato, la fiera, el león.

Me pregunto qué hubiera pasado si aquella noche no hubiéramos hablado. Probablemente habría tirado aquel año y no habría estudiado, no me habría molestado en hacer absolutamente nada. Sigo buscando una respuesta para semejante hundimiento, cómo querer a una persona puede llevarte tan lejos, cómo se pierde el norte de esa manera. Y sigue sorprendiéndome por qué contigo no me pasa, por qué no me he enamorado nunca de ti. Sé que tú no quieres, que no te gustaría que pasara, aunque otras... Quizá fuera mejor, pero así no estamos mal. Tú tienes tu espacio, haces lo que quieres, me respetas, me entiendes y me quieres. Y no necesito más, ni pido más, aunque sea cierto que a veces noto esa distancia que no logro comprender. 
Y no sabía dónde empezar, pero empecé contigo un camino que, tres años después, sigue su recorrido. No sé a dónde iré en algún otro momento, que habrá después de cada encuentro, lo único que sé es que no quiero que te apartes nunca, que nunca desaparezcas de mi vida. Eso sí que no podría soportarlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario