domingo, 1 de junio de 2014

Dolores de estómago, domingos ruidosos.

Me parece muy curioso cómo habla la gente del futuro. Pienso cómo se imaginarán dentro de sus cabezas lo que serán sus vidas. Es como cuando tienes la certeza de que éste resolverá aquel problema, aquella otra aprobará el examen y logrará cualquier cosa que se proponga, esos otros dos estarán juntos de por vida... Casi tienes la verdad en la mano aunque luego la vida te sorprenda. Pero la mayor parte del tiempo ni te inmutas, si no te moja y ni si quiera te salpica, ¿qué te importa? 
No te importa hasta que ves que todo el mundo hace su vida. No te importa hasta que empieza el círculo vicioso de las noches en velas, los días cortos en los que sólo quieres dormir. El futuro te atormenta. La duda te persigue. Ni si quiera tienes un sueño, un algo a lo que aferrarte, un decir "yo puedo hacer algo... ¿qué puedo hacer?" y se te ocurre una respuesta, con tiempo, sin él, en seguida. Lo peor es cuando no llega nunca y hagas lo que hagas, nada cambia, nunca pasa nada por mucho que quieras.
El futuro sigue siendo un camino gris plata, una nube oscura, una puerta de hierro macizo. Y te da miedo, mucho miedo. Futuro no es ese decir "iré a tal sitio, haré tal cosa", eso son planes estúpidos con los llenar ese tiempo que se llama vida. Futuro es ese hueco al que miras y que te devuelve una visión del abismo, de la nada, un vacío sin continuación ni retorno. Un agujero en el tiempo que te impide tomar un rumbo, año tras año, mes a mes, semana a semana, día tras día. Todas las horas, minutos y segundos se ocupan en un "¿Qué voy a hacer?" sin respuesta, sin visión, sin esperanza puta que se ofrezca a salvarte. En qué maldita esclavitud se convierte la vida cuando no tiene sentido, ¿verdad? Pero ni si quiera ése es el tema de esta cuestión, no para alguien que decidió olvidarse de esa tontería, alguien que no quería rellenar su vida y encadenarla y condenarla a una única razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario