jueves, 30 de mayo de 2013

Dos

¿Tienes idea de lo lentos que pueden llegar a pasar los días? Y luego las horas vuelan cuando menos quieres, cuando más las necesitas. ¿Ves? Se me hace de día pensando en ti, esperándote, imaginando en qué rinconcito estarás tomándote una cerveza totalmente relajado, qué foto preciosa en qué playa estarás haciendo, qué amanecer estarás viendo, o si la luna llena de allí se parece a ésta. O si no hay... Y se me hace eterno el momento en que tengo que volver a los libros. 
Luego está el silencio. No hay ruido que hagas que no conozca. La ducha por las mañanas, el café, tus pasos por el pasillo, tus "buenos días" en susurro, la guitarra. Tendré que pedirte por enésima vez que me enseñes, a ver si esta vez consigo aprender. Música, música, música. Toda me recuerda a ti y no sigo el hilo de nada. Me aburro, me pierdo,  me disperso.
Y es en los días en los que no estás cuando más me pregunto qué haré el día que ya no vivamos juntos. Porque llegará un momento en que esto se acabe, te irás o me iré, quién sabe a dónde, en pos de qué "dicha futura". Me da miedo. Bueno, eso en realidad ya lo sabes, como tantas otras cosas. ¿Te acuerdas el primer día que vine aquí? Me comían los nervios, pero al final ha resultado ser también mi casa, tu casa, nuestra casa. 
Ahora sí entiendo por qué, por qué te encierras y huyes de vez en cuando del mundo. Es este lugar, tu pequeña burbuja, el ambiente que has conseguido crear aquí. Y al final has hecho que yo también sea parte de él, que él sea parte de mí, un cuadro que no quiero que se quede sin marco.
¡Bah! Mejor lo dejo, que me entra la melancolía asesina y ni si quiera Wishkah me soporta así. Sí, Wishkah ha encontrado a alguien que le dé de comer y no le ataca: YO. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario