martes, 30 de septiembre de 2014

Rinoceronteando

Hoy, según iba bajando la barrera, me arrepentía más y más de lo mismo de siempre. Estaba al lado de la puerta, sentada, y me moría por ganas de huir. Miraba a todas partes menos a lo que realmente, o supuestamente, importaba y al final acabé llorando como una cría. Sí, otra vez. Qué raro. 
Y hay conversaciones que te devuelven la vida, las ganas de que todo salga bien otra vez. Un mensaje de la persona que más te quiere en este mundo sin duda, sin condiciones, de cualquier manera, alta, coja, gorda o enanísima. La única persona que te puede querer con todas las imperfecciones, ésas que provienen de sus genes. O perder el tiempo y olvidarte de hacer lo más importante del día, lo nuevo, lo que te queda por saber, simplemente porque no te apetece dejar de hablar de chorradas con una persona a la que de verdad quieres, que menos mal que apareció en tu camino.
Pocos ratos después es el sol entrando por un balcón, la maldita luna creciente desesperándome desde el cielo, y la alegría de saber que afortunadamente esto es mucho mejor, pero aún me pesa esa carga de tres años de mierda sobre los hombros. Tres años que me habría gustado vivir de otra manera, que sinceramente han sido un puto sofoco, un infierno en muchos momentos, y un cielo en muy pocos. 
Si ahora tuviera que elegir, si tuviera que quemar todas las cosas que se me pasan por la cabeza y pudiera quedarme sólo con lo bueno... Cuántas piezas de sobra de este puzzle inexacto me quitaría del medio. Podría reconstruirme un poco mejor, redireccionarme, saber qué quiero hacer con mi vida y quizá no equivocarme tanto.
Un día, no hace mucho, me dio por pensar que a veces damos un paso sin saber muy para qué, aunque seguimos perdidos. Más adelante, ese paso carente de sentido, que no nos ha aportado nada nuevo ni maravilloso, sigue ahí, dado sin más. Entonces los demás siguen avanzando, recolocándose, pero tú no, y de repente me di cuenta de que quizá, inconscientemente, pero no tan así, podemos tomar decisiones que nos salven en un futuro lejano. Y eso es precisamente lo que espero haber hecho: haberme salvado de una mierda aún peor. No digo ahora, ni dentro de un año, ni dos, pero puede que esas ideas tontas que parecerían mentira viniendo de mí, un día se hagan realidad. Ya sea otra carrera, largarme a otro país, a la ciudad más bonita que he visto en mi vida, o teniendo mil libros alrededor, no sé, pero sé que cualquiera de ellas me haría feliz.
Desgraciadamente no elijo todos mis pasos ni quiénes los dan conmigo. Pero hoy me quedo en modo rinoceronte, a lo salvaje, a lo bestia, a lo risa eufórica y estúpida de retención de líquidos con los labios pintados de rojo y una pinta ridícula. Hoy elijo tener ganas. 

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