domingo, 28 de septiembre de 2014

¿Y qué más da?

Lo peor que se me puede ocurrir en ciertos momentos es retomar algo en lo que me he dado por vencida. Y ni tan si quiera consiste en rendirme, simplemente se me adormece esa parte del cerebro o lo que sea, y cuando vuelve a la carga, vuelve con fuerzas, para volver a dormirse al poco tiempo. Círculos viciosos que no sirven para nada. Supongo que, a modo de consuelo de tontos, seguiré pensando que algún día se me pasará y tendrá un final, intentando no abarcar las expresiones y dimensiones que tengo por costumbre pensar. Pero claro que no quiero que acabe, las adicciones siempre nos piden más, aunque mi problema es ser vaga hasta para ser adicta. 
No me imagino que llegue un día en el que diga "Dios mío, cuánto tiempo ha pasado y ya ni me acuerdo", aunque como con todo, probablemente llegará. ¿Eso me hace fuerte? Para nada. Seguramente me debilite más en el momento de pensarlo. Mi estúpido negativismo me obliga a pensar que quizá algún día, alineándose todos los planetas, todas las casualidades, todas las situaciones que tendrían que darse de manera milagrosa y especial, harían que ocurriese tal locura y yo ser entonces la criatura más feliz de la tierra. Pero mi amor por el positivismo me dice que no, que eso no va a ocurrir jamás. Las oportunidades pasan y yo nunca estoy en el momento adecuado para aprovecharlas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario