miércoles, 5 de diciembre de 2012

Utopía (18 de enero de 2009)


Había perdido la fe, pero la esperanza se mantenía en su interior. Aún no había abandonado la lucha, pero había dejado la violencia y empezado a creer que la única forma de luchar era mediante la Paz. Como había dicho Gandhi:
No hay caminos para la Paz; la Paz es el camino.
Pero la gente es violenta de por sí y ella lo sabía. La corrupción a su alrededor, las mentiras y las falsas palabras de quienes ella creía conocer y que consideraba compañeros, amigos, camaradas.

Lejos de un mundo cruel e intolerante, lejos de la dictadura y la opresión, construyó sus sueños y se unió a la Utopía.
Sí, era muy romántico todo aquello, darlo todo por un sueño y entrar a formar parte de la leyenda de una revolución, pero, ¿qué tenía aquello de real? Tan sólo serían recordados como mártires por pocos y darían risa a los opresores. Pero ella estaba decidida a seguir.

Armada con la Libertad, la Igualdad y la Justicia, abandonó la ideología que había defendido y se unió a la Revolución. No abandonó la Utopía, si no que la hizo realidad.
Y mientras los demás se enzarzaban en una dolorosa y cruel batalla para asaltar el Gobierno y poner fin a la represión; ella saltó de las filas y conociendo el fin, se lanzó a la carrera con la Tricolor en las manos, como una paloma de la Paz; como una mensajera del fin de los malos tiempos y de la realización de la Utopía, el sueño mágico.

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