-Malditos...- pensó, echándoles un vistazo. Eran altísimos, negros, de punta redonda y de charol. Preciosos.
-Ay, lo que es siempre amor a primera vista, ¿duele tanto después?
Volvió a mirar los zapatos y asintió.
Llevaba un vestido de tirantes finos de color negro y blanco. Era muy suave. La parte de arriba era blanca y de escote cuadrado; a partir del pecho se convertía en negro y era totalmente ajustado hasta la cintura, y luego caía como si fuera un tutú.
-Me tapa justamente el culo- dijo cuando se lo probó.
Llevaba una mini chaqueta de cuero y su peinado era un tupé hecho con el flequillo y había llevado el pelo liso, aunque ahora caía rizado a ambos lados de su cara.
Su maquillaje no ocultaba su tristeza, a pesar de que la noche había sido maravillosa, pero el detonante fue el momento en que se acercó y...
-Mierda...-suspiró.
De haberlo sabido, no habría dicho nada. Había puesto todas sus esperanzas en aquella noche. Se había arreglado especialmente para dar lugar a su único sueño. Y él se había limitado a sonreir vagamente, acariciarle la cara con un gesto como de pena y a irse, dejándola sola.
-¿Por qué? ¿Por qué tuve que ir? Si no hubiera ido, seguro que ahora me sentiría bien, y no estúpida, idiota y tan sumamente pequeña. Dios mío, ¡qué ridículo!
Sentía ganas de aporrear la pared que tenía al lado izquierdo. ¿Por qué no le haría caso a Sue? Sue siempre tenía razón. Pero ella no, hecha cabezota había construído aquella imagen para conseguirle y lo único que logró fue perder su única oportunidad, si es que la tenía...
Su maquillaje no ocultaba su tristeza, a pesar de que la noche había sido maravillosa, pero el detonante fue el momento en que se acercó y...
-Mierda...-suspiró.
De haberlo sabido, no habría dicho nada. Había puesto todas sus esperanzas en aquella noche. Se había arreglado especialmente para dar lugar a su único sueño. Y él se había limitado a sonreir vagamente, acariciarle la cara con un gesto como de pena y a irse, dejándola sola.
-¿Por qué? ¿Por qué tuve que ir? Si no hubiera ido, seguro que ahora me sentiría bien, y no estúpida, idiota y tan sumamente pequeña. Dios mío, ¡qué ridículo!
Sentía ganas de aporrear la pared que tenía al lado izquierdo. ¿Por qué no le haría caso a Sue? Sue siempre tenía razón. Pero ella no, hecha cabezota había construído aquella imagen para conseguirle y lo único que logró fue perder su única oportunidad, si es que la tenía...
No hay comentarios:
Publicar un comentario