miércoles, 5 de diciembre de 2012

... (22 de noviembre de 2010)

Imagina que tuvieras un reloj de arena, más o menos grande, y que tuvieras en tus manos la posibilidad de detener el tiempo, pero de una manera especial. Cada vez que dieras la vuelta a ese reloj, se detendría tu vida pero para volver repetir cierta época, cierta etapa que no consigues olvidar, que no quieres olvidar. ¿No lo harías?
Hay muchos momentos de la vida en los que nos sentiríamos más seguros que en otras ciertas épocas. Momentos que nos gustaría volver a repetir, tan sólo por volver a sentir algo, recordar algo especial, no sé. Cada uno tendría su explicación.
Yo elegiría volver a aquella época donde me perdía mirándote a los ojos, cuando podía olvidarme del mundo entero con que tan sólo me sonrieras. Y no me importaría volver a repetirlo todo, aún con las partes malas, para volver a sentir una vez más que tenía vida, un sueño, algo por lo que luchar. Pero sobre todo, te tenía a mi lado.
Es curioso ver cómo pasa el tiempo y oir que alguien te dice que la gente cambia. Otros dicen que la gente nunca cambia. Y lo cierto es que la gente cambia pero siempre tiene algo de sí misma que llevará toda la vida. Algo imborrable, que le hace ser cómo y quién es. Y ésa es la parte que aún no hemos perdido, después de todo lo que ha pasado. Donde lo hubo todo ya no queda nada, tan sólo huecos dentro de unas ruinas. Pero por muy efímera que sea esa estructura, que ya ha caído, sigue habiendo algo, como una sombra o un recuerdo que la sostiene, y dentro de ella, yo sigo recordándolo todo.
No cambiaría nada de la historia, y a la vez, lo cambiaría todo. Más que nada, el problema que tengo es que no dejo de preguntarme qué hubiera pasado si nuestros caminos hubieran tomado otra dirección, si hubiéramos elegido otra cosa, intercambiado nuestros papeles...¿Qué dirías entonces?
Yo simplemente sonreiría, igualmente, porque me habría arrepentido de equivocarme de esa manera, porque te conocía, porque lo eras todo, porque la gente cambia, sí, pero no de la noche a la mañana. Y no me causaría ningún tipo de dolor de cabeza reconocer el error, estoy segura.También lloraría, igual que ahora, porque no me importaría admitir que has dejado algo en mí, no sé qué tipo de huella o marca que no se va, ni se borra, ni se quita. Algo que no cicatriza. Porque pasa el tiempo y sigo pensando qué es lo que pasa, a pesar de que he cambiado mucho desde entonces, pero hay algo que no se va, y parece mentira, pero es que todo sigue girando en torno a ti.


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