lunes, 10 de diciembre de 2012

"Cuando llegues a casa aún habrá muchos kilómetros por recorrer".

Y sí, quieres mantener la compostura y mira. Cuentas las horas para que el calendario no pierda ni un día y a la vez deseas que sean como pétalos y se caigan todos a la vez. Estar en el medio de esa indecisión, de eso que no sabes cómo ha llegado a pasar. Odio la contradicción, odio que me pierda y me ahogue, porque al final no gano nada, no me juego nada, tampoco pierdo nada. Se llama vacío, eso es todo.
Me mata, me mata el puro egoísmo, que el tiempo de la risa fácil y la lágrima amarga se haya esfumado. Que el mundo ya no sea nuestro. Que todos esos años se hayan ido a la mierda. ¿Qué me queda, Dios? ¿Qué me queda? Un montón de recuerdos que me ahogan desde la distancia, eso es todo lo que me queda y me sepulta. Un montón de hojas llenas que me amargan el resto de la existencia, atándome el cuerpo entero de impotencia por no poder hacer nada. El cambio es inevitable, y si no cambias te mueres. Y eso es lo que me está pasando. Me vengo abajo con un mundo que ya no existe y del que no puedo salir.

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